Capítulo 6: Aunque no lo Creas, te Extraño

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Cuando regresé al instituto impartí mis clases, hablé con Alexa en el recreo y, después de despachar a los estudiantes, pude ver que Emelda estaba esperándome, recostada de la puerta.

- ¿Qué te pasó? -preguntaba ella, manteniendo esa mirada que odiaba ver- Nos abandonaste a Albern y a mí el viernes

- Tenía que irme; era algo urgente...

- ¿Y qué era?

- Me había dado diarrea

Tras decirle esa mentira, evalué su mirada. Aparentemente no se la creyó.

- Bueno, si te invito a algo otra vez, intenta verificar que tus esfínteres no tengan algún problema interno.... Si te hubieras quedado un poco más en la disco seguramente alguien se habría fijado en ti

Después de lo que ocurrió con ese borracho, que yo le atraiga a algún desconocido en una discoteca era algo que, lejos de interesarme, me parecía aborrecible.

- ¿En serio? -le pregunté, sin disimular mi desinterés

- Pues claro, eso diría yo. A mí se me quedaron viendo varios, incluso un caballero me invitó a bailar

- Felicidades. Seguro Thomas se alegraría si te viera bailar con otro hombre

- ¡Tampoco lo pongas así! No seas amargada. ¿Uno no puede divertirse en estos tiempos sin su pareja?

Cansada de escucharla, me levanté con mi cartera.

- Me voy

- Oye, Eliza. Espera...

Se me acercó al oído.

- Ya, dímelo sin tapujos, ¿eres de esas que prefiere el camino fácil? O sea, ¿no te gusta conseguir hombres en lugares grandes?

- Por el momento... no estoy tan interesada en una relación romántica... y mucho menos en una aventura de una noche

- Entonces, ¿eres como esas que tienen el corazón roto y todavía no superan ese trauma?

- No

- Bueno, hay cosas de ti que no puedes ocultar. Siempre te veo con esa actitud tan... amargada y quería ver si podrías cambiar un poco.... Si no te importa, ¿puedo organizarte una cita con alguno de mis amigos?

Respiré profundamente antes de responderle a esa mujer.

- Si tiene algo que ver contigo, mi interés es inexistente...

Dejándola sin decir ni una palabra más, me fui del lugar.

Al llegar a mi casa, no dudé en hablar nuevamente con Alexa. Tomé el celular con la disposición de contarle lo sucedido.

- ¿En serio? -preguntaba ella, muriéndose de la risa- ¡Le diste una paliza sin mancharte las manos de sangre!

- Y sin mover un músculo.... Creo que es la primera vez que le doy su merecido a Emelda

- ¡Pero claro que sí, profe! ¡Estás bien basada! Además, ahora que me lo cuentas, ya sé que trabajo quisiera tener: el tuyo. Se ve que los chismes entre maestros están buenos

Me sonrojé cuando me dijo eso (pero por las razones menos evidentes).

- Si trabajas como maestra podríamos ser compañeras

- Sería genial, Eliza..., y también imagínate cómo intimidaríamos a Emelda o a gente como ella. Seríamos tú y yo contra el mundo

El sólo hecho de imaginarme a mi propia alumna siendo maestra como yo fue algo que me distrajo, manteniéndome (temporalmente) en otro mundo hasta que el siguiente mensaje de Alexa me hizo regresar a la realidad.

Mi Alumna y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora