Capítulo 14: Los Exámenes

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Hoy es el día en que empiezan los exámenes. Me sentí, al principio, algo nerviosa, pero recordé que no era la primera vez que lidiaba con esto. Al fin y al cabo el futuro de mis alumnos recaía mayormente en ellos.

Salí de mi casa y llegué al instituto.

Entré al salón de clases, y desde que puse un pie dentro del aula, las voces de mis estudiantes se apagaron y sus ojos se enfocaron en mí.

Desde lejos podía percibir lo nerviosos que se sentían (al menos la mayoría). El hecho de que se callaran sólo por mi presencia ya decía bastante.

Como sea, después de pasar lista y decir unos comentarios superfluos, me levanté de mi asiento y me dirigí (con todas las hojas en mano) a cada uno de mis alumnos.

Mientras se las pasaba uno por uno, llegué adonde Alexa. La miré de reojo y ella a mí y le di su examen también.

Sin embargo, cuando me iba, sentí cómo sus dedos discretamente rozaban los míos.

Tragué saliva y traté de mantener la compostura conforme seguía en lo mío hasta que, tras unos minutos, finalicé la entrega de exámenes.

- Escuchen —me dirigí a mis estudiantes—, tienen dos horas para finalizar el examen. Si los descubro copiando o haciendo trampa de otro modo..., ya saben lo que les espera. Hagan su mejor esfuerzo

Y dichas esas palabras, di inicio a aquellas pruebas.

Me senté nuevamente en mi asiento y me dediqué a mirar a los adolescentes uno por uno. Tras un tiempo, llegué a aburrirme de hacer eso, pero tuve que dar la impresión de estar pendiente a ellos.

Como era inminente, mi vista se fijó en Alexa. La observé completando su examen con una rapidez implacable. En mis adentros me sentí aliviada al verla.

Las manecillas del reloj se movieron hasta evidenciar el pequeño paso del tiempo. La mayoría de los estudiantes (incluida Alexa) se habían marchado. Yo me quedaba esperando a que los restantes acabaran con lo suyo.

Cuando se acabó el tiempo, pude salir del aula con los exámenes contestados dentro de mi cartera.

Algunos adolescentes todavía seguían en el instituto. Caminaba por los pasillos observando a algunos hablar sobre las respuestas que escribieron y otros temas típicos para su edad.

No me enfoqué tanto en eso que veía y salí de la escuela, dirigiéndome a mi hogar.

Pasé las siguientes horas calificando examen por examen. El aburrimiento me mataba y no podía evitar imaginarme que yo sería en parte responsable de las numerosas reacciones que tendrían los familiares de mis alumnos.

Tras cierto tiempo (en el que mi desgaste mental sólo yo lo sabía), recibí una llamada de Alexa.

La contesté y lo primero que escuché fue su voz con ese tono despreocupado.

- Buenas tardes, mi linda profesora. ¿Qué haces?

- Pues estoy corrigiendo los exámenes. ¿Se te olvidó que esta semana la tengo ocupada?

- ¿Y qué calificación me diste?

- Alexa...

- ¿Qué? Somos novias. ¿Me vas a esconder algo así?

Creo que ella no es la más apta para hablar de esconder cosas.

- Tus notas deben ser tu menor preocupación.... Ya practicaste demasiado en tu casa

- Eso no te lo discuto, Eliza

Suspiré mientras me sentía enclaustrada en mi propio cansancio (mezclado, además, con el irritante y obsesivo deseo de terminar lo más rápido posible).

- Sigue estudiando —le dije con tal de salir de nuestra conversación—. Tengo que terminar de...

- Quiero que el viernes vengas para acá, a mi casa

Me detuve en aquel entonces.

- Ya conseguí el valor que me faltaba —continuó ella, dejándome al mismo tiempo en una notable confusión

Pasé unos segundos intentando digerir lo que acababa de escuchar.... Pude, tras pensarlo demasiado, dar una respuesta apropiada.

- Ok

Sí, esa fue la respuesta que se me ocurrió en ese momento. Aun así, colgué la llamada y me costó mucho obtener la concentración necesaria para regresar a mi deber.

Los días pasaron. Alexa y yo no solíamos hablar mucho por motivos que hasta ahora no entiendo.... Si nos dirigíamos la palabra era en la escuela y nuestras charlas eran anormalmente cortas, pero cargadas de cierta sensación inconclusa.

El viernes llegó y, por ser el último día de los exámenes, los estudiantes salieron más rápido debido a que la prueba era, lógicamente, más sencilla que las anteriores.

Aun así, no es eso lo más importante. Tras acabar los exámenes, me dirigí rápidamente hacia mi casa y comencé a corregirlos a una velocidad vertiginosa.

Después de cierto tiempo llegó la tan ansiada llamada de Alexa, quién había decidido invitarme a su hogar con tal de contarme el secreto que guardaba.

Mi Alumna y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora