Capítulo 4

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Ayayayayayaya flores... que ahora empieza lo "divertido" hahaha
Que disfrutéis del capítulo!

Melissa acentuaba cada uno de sus pasos con mayor premura, pero eso no la consolaba del hecho de sentir una presencia tras ella

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Melissa acentuaba cada uno de sus pasos con mayor premura, pero eso no la consolaba del hecho de sentir una presencia tras ella.

Se sentía observada y la oscuridad de la noche no revelaba a su cazador... ¿Eran los lobos quienes la seguían? El terror de un destino similar al de su padre la hizo temblar, pero eso no freno su paso, aunque si aceleró su latido ya de por si desbocado.

Debía faltar poco para el amanecer, aunque la luz temprana no cambiase nada su situación, al menos le revelaría a su enemigo, ese que no le había dado tregua durante horas... ¿Por qué no se abalanzaba sobre ella?, ¿Por qué no le daba caza? Intentó convencerse de que solo era su imaginación, algo completamente normal dadas las circunstancias, hasta que oyó de nuevo el aullido de un lobezno, pero esta vez no venía solo sino que le acompañaban más.

Estaban cerca, lo suficiente para ser consciente de que detectaban su presencia y pensó en lo irónico del destino, en que su vida terminaría del mismo modo en que lo hizo su padre y con ella moriría el linaje de los Rouge para siempre.

¿Tal vez ese era su destino? Quizá era preferible una muerte a manos de los lobos que caer en las garras de aquel que se hacía llamar lobo.

Melissa se quedó quieta, expectante, como si se enfrentara a la muerte y la esperase de brazos abiertos, así que cerró los ojos anhelando no sentir nada cuando llegase ese momento, rogando porque fuese rápido e indoloro.

No quería pensar en que aquellos serían sus últimos instantes. No deseaba derramar las lágrimas que no la consolarían sabiendo que abandonaría ese mundo sin ser madre. Y recordar lo que podría haber tenido y ya no tendría destrozaba su alma... así que cantó por última vez al viento anhelando no sentir nada.





Subiré a la colina del monte para gritar bien alto su nombre.

Cruzaré montañas y lagos hasta encontrarle.

Es mi destino. Es mi legado.

No cesaré hasta que el ultimo de ellos sea masacrado.

El bosque se tiñe de rojo con la sangre del lobo.

Sus fauces cuelgan salvajes sobre la cima del fiordo.

Ya no habrá sed. Ya no habrá hambre.

La venganza termina con la caza del grande.



En el momento que abrí los ojos mi sangre se heló y tal vez hubiera gritado de no haber sido por mi estupor. Ocho pares de ojos me observaban. Cuatro lobos grises estaban frente a mi aguardando alguno de mis movimientos y ni siquiera era capaz de mover un solo músculo o de que hacer ante aquello.

Tenía tres posibilidades y estaba casi segura de que obtendría el mismo final con cada una de ellas. Podía enfrentarles. Podría huir. Podría permanecer quieta donde estaba... pero todas ellas me llevarían al mismo fin: mi propia muerte.

La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora