Que disfrutéis del capítulo flores!!! Hasta el jueves!
Por alguna razón, Melissa esperaba que ese resto de jornada no fuera larga teniendo en cuenta que no habían dormido y esperaba que el lobo estuviera tan cansado como para no alargar su baño más de lo necesario.
Prefería no pensar en lo que implicaba ese baño.
Verle desnudo.
Tocar su piel.
Eso definitivamente la superaba.
Vio como colocaba un gran cubo de agua en la chimenea colgando de un gancho que permitía que el agua se calentara rápido y vertía otros dos en la bañera que había colocado frente a esta.
Era evidente por su manejo que solía tomar baños con frecuencia, ¿Le tocaría a ella atender todos a partir de ahora? Lo cierto es que ella misma desearía darse un baño si pudiera, evidentemente en un lugar apartado y muy lejos de ese lobo.
—Acercaos —A pesar de que su tono no era brusco por más que fuera una orden directa, lo cierto es que Melissa comenzaba a acostumbrarse a ese modo que tenía de dirigirse a ella y en esa ocasión sabía que no estaba molesto, ni enfadado, sino sereno... algo relativamente poco habitual en aquel hombre.
Dio un par de pasos para acercarse, pero aún así mantenía la distancia y se fijó en el gran cubo que colgaba. Sería incapaz de cargar con él, se notaba a simple vista lo pesado que era y menos aún podría estando tan caliente por las llamas que lo cubrían.
—Sigo creyendo que otra sirvienta se ocuparía mejor que yo de esta tarea —advirtió Melissa sin saber que hacer, pero no le afectaba lo desconocido, sino la situación realmente inquietante que suponía estar a solas con él en algo tan íntimo.
—Aprenderéis, sois mi esposa y entre vuestras tareas os corresponde atender mi baño, seáis o no sirvienta —aclaró dejándole claro que aunque no la hubiera rebajado a la condición de una doncella lo haría de igual modo—. Encontraréis todo lo necesario en aquel baúl, iréis añadiendo el agua caliente poco a poco, no debéis nunca intentar coger el cubo que está colgado, os quemaríais las manos.
Por una parte se alegró de que no tuviera que coger aquel pesado cubo, por la otra continuaba estando desacuerdo en la función que le había dado, pero no encontraba la forma de librarse de ello.
Podría negarse en rotundo, ¿Qué podría hacerle?, ¿Encerrarla en el calabozo?, ¿Volver a matarla de hambre como había intentado hasta perder casi la cordura con aquella tortura?, ¿Azotarla con un látigo? Quizá podría encerrarla día y noche en la torre hasta cumplir su palabra de sellar aquel absurdo matrimonio poseyendo su cuerpo aunque estuviera en contra.
No.
No podía oponerse porque eso supondría no salir del castillo y hacerse con la daga.
Cerró los ojos con fuerza para soportar lo que estaba por venir y se dijo a si misma que no debía porque temer nada, él mismo le había mencionado que no pensaba tocarla hasta la primera noche de luna llena, pero ¿No la había besado a pesar de sus palabras?, ¿Qué era lo que realmente temía?, ¿Qué la volviera a besar o que su reacción fuera la misma?
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La Melodía del Lobo
Historical FictionNo tientes al lobo, podría comerte... ¡Ya podéis agregarla a vuestras bibliotecas! Esta historia comenzará después de "Cohibida"