Capítulo 7

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Creo que no os he visto tan picadas sobre teorías conspiranoicas como con esta historia hahahahaha, siento deciros que no os daré ninguna pista... pero agarraos bien, porque llegan curvas y bien aceleradas :P

Mientras Aurora le quitaba delicadamente los nudos que ataban sus manos, se preguntaba porque razón había mencionado que el lobo tampoco tenía elección

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Mientras Aurora le quitaba delicadamente los nudos que ataban sus manos, se preguntaba porque razón había mencionado que el lobo tampoco tenía elección. ¿Y para qué iba a comprarla entonces?, ¿Por qué retenerla allí? Estaba claro que mentía, él quería apropiarse de lo que por derecho le correspondía solo a ella al ser la última de los Rouge y no pensaba darle el placer de aquella satisfacción.

En cuanto el agua fresca cayó sobre sus heridas gimió de dolor por más que hubiera intentado no hacerlo. Aún así no se quejó, el dolor era la prueba que evidenciaba que aquel lobo era un sádico déspota y sin control alguno sobre sus actos. Era la prueba viviente de que tenía que huir de él y de los suyos por más que la señora Aurora intentara ser amable con ella.

—Le pediré a Eleanor que prepare el baño, le sentara bien —alegó perdiéndose tras la puerta y dejándola a solas.

En cuanto Melissa se acercó para intentar abrirla, comprobó que permanecía cerrada y dio un sonoro golpe por obstinación que le hizo sentir el tirón de sus heridas con mayor fervor.

Se dirigió entonces hacia el gran ventanal que tenía la habitación y apartó la piel que lo cubría dejando a la vista un enrejado bastante grande que permitía el paso de la luz, pero que obviamente impediría su huida.

—¡Maldito lobo! —exclamó agarrando el frío metal entre sus manos como si tuviera la capacidad de fundirlo entre sus dedos, pero ni siquiera se movió un ápice de su lugar.

La había encerrado. Habría gritado de no ser porque sus lamentos no la sacarían de allí y era demasiado obstinada para que alguien se quisiera compadecer de su suerte. Rebuscó entre los cajones de los pocos muebles que había por la estancia buscando algo que le pudiera ser de utilidad para abrir aquella puerta, pero entre los pocos enseres que albergaban no encontró nada.

¿Ese lobo pretendía mantenerla siempre encerrada entre aquellas cuatro paredes? Lo cierto es que casi prefería estar allí a tener que estar de nuevo en su presencia.

Le detestaba. Lo odiaba. Hasta ese momento creía haberle tenido miedo, pero ahora solo sentía una rabia irascible por arrancarle su vida y destrozar su libertad y sus sueños.

Aurora regresó tiempo después observando detenidamente como la habitación estaba revuelta, pero sus pensamientos quedaron acallados puesto que no mencionó nada respecto a ello. Portaba con ella varias prendas y seguidamente llegó una joven muchacha que traía varios cubos de agua disponiéndolos debidamente junto al fuego.

—Esta es Eleanor, la ayudará a prepararse —comentó Aurora.

—No necesito ninguna ayuda. Ni pienso ponerme nada que pertenezca al lobo —terció Melissa mirando a la muchacha que probablemente tendría solo uno o dos años más que ella.

La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora