Capítulo 8

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Helou flores!!!! Esto empieza a ponerse tenso... tremendamente tenso, tanto que no se como estos dos van a encontrar un modo de acercarse HAHAHAHA

¡¡Que lo disfrutéis!!!

Melissa veía por primera vez aquellos ojos acompañados por el resto de sus rasgos

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Melissa veía por primera vez aquellos ojos acompañados por el resto de sus rasgos. Nunca se habría imaginado lo que ocultaba bajo aquel trozo de tela negra que usaba para ocultarlo, ¿Por qué lo hacía?, ¿Qué razón le llevaba a ocultar sus rasgos?

Cuando fue consciente se dio cuenta de que mantenía aquella mirada fija en él y que éste le respondía del mismo modo sin amilanarse. En otro momento habría apartado su mirada hacia otra parte, sintiéndose vulnerable, débil, con miedo hacia ese lobo que la observaba de un modo tan penetrante.

Veía odio en sus ojos. Rencor. Aversión. Desprecio... y ni siquiera había hecho algo para merecerlo.

Era evidente que no le gustaba tenerme allí, pero yo era el medio para obtener las tierras de los Rouge. No podían venderse. No podían apropiarse de ellas a la fuerza, el único modo para obtenerlas era en legado y sin duda el matrimonio se lo otorgaría.

—Veo que empieza a comprender la situación... —Habló sin dignarse a levantarse de su asiento—. Cierra la puerta cuando salgas, vieja. Tengo algunos asuntos que tratar con mi... prometida.

Aurora asintió y miró a Melissa unos instantes, como si en esos pocos segundos tratara de transmitirle un mensaje que ésta no comprendió, pero cuando escuchó la puerta cerrarse comprendió que se había quedado a solas de nuevo con el lobo.

Eso la tensó. Incluso llegó a sentir un nudo en su garganta que le impedía tragar su propia saliva.

—No soy su prometida —atisbó a decir en un hilo casi carente de voz.

—¿Gritar todos esos insultos os ha dejado sin voz? —exclamó levantándose de su asiento y comenzando a caminar hacia ella.

Melissa no movió un solo músculo de su cuerpo, se quedó completamente eclipsada con la figura, ahora ligera de ropajes que se acercaba hacia ella.

—En absoluto —mencionó tratando de aunar firmeza en sus palabras.

—Mejor, porque tiene que expresar su afirmación cuando llegue el sacerdote para bendecir nuestra unión —expresó devorándola con sus ojos mientras recorría todo su cuerpo con aquellos ojos—. Si me imagino que sois otra, quizá incluso disfrute de nuestra noche de bodas.

Aquellas palabras hicieron que Melissa sintiera una ira intrascendental que recorría cada gota de sangre que inundaba su cuerpo.

—¡Podéis pudriros en el infierno, maldito lobo! —rugió escupiendo aquellas palabras que provocaron una irritación evidente en él—. Os lo he dicho antes y os lo repito ahora, nunca pronunciaré tales votos y no dejaré que os apropiéis de las tierras de los Rouge ¡Jamás serán vuestras! —gritó sintiendo un fuego en su interior como nunca antes lo había sentido.

La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora