Era casi finales de marzo cuando la había comenzado a derretirse. Los campos pronto florecerían y llenarían el bosque de colores. Podría ir a pasear a través del vasto brezo y vería a los primeros animalillos salir de sus madrigueras, dudaba que el lobo la dejase ir muy lejos, pero tal vez la llevaría a ver sus tierras donde residía su abuela si le recordaba aquella promesa.Echaba tanto de menos a a Elise y a su madre. No sabía cuando podría volver a verlas de nuevo, a pesar de haber dejado de sentirse prisionera del castillo, se daba cuenta de que realmente lo seguía siendo.
Descubrir que lo que sentía por el lobo no era simple atracción, sino algo mucho más profundo en su interior y que parecía persistir a pesar de su empeño en desear que no fuera así, no la hizo mermar en su perseverancia de oponerse a llamar al lobo por su nombre, ni siquiera en sus pensamientos.
No quería acostumbrarse.
No quería decir su nombre sabiendo que quemaría en sus labios por el dolor que le producía al saber que debería olvidarle.
Y a pesar de los esfuerzos de él por enloquecerla cada noche para arrancárselo, consiguió resistirse cada una de esas largas noches en las que la había colmado, poseído y hecho el amor con dulzura y salvajismo a partes iguales.
Hacía solo unos días que comenzó a tener nauseas cada mañana y a sentir sus pechos demasiado sensibles al tacto de él, terriblemente sensibles. Al principio no lo tuvo en cuenta, pero cada día se hacía más evidente e incluso Helena lo sospechaba por su continuada somnolencia a todas horas. Aun así, no había querido mencionar nada, por la premura o falta de seguridad, porque tal vez no era lo que imaginaba o la terrible verdad que suponía admitirlo y es que el lobo no volviera a desearla.
¿Qué importaba si esperaba solo unas semanas para confirmar lo que ya sospechaba?
Se tocó el vientre con suavidad y la tibieza de su piel en aquel punto le generó un sentimiento extraño. Si era cierto, si de verdad confirmaba sus sospechas y aguardaba al hijo del lobo, ¿Sería capaz de abandonar a esa criatura que crecería en su interior?, ¿Podría vivir con la conciencia de un acto tan atroz? La esperanza de una vaga ilusión no dejaba de crecer en lo más profundo de su ser.
¿Podía llegar a sentir por ella algo más que ese innegable deseo?, ¿Podía el lobo llegar a amarla? En aquellos seis meses que había estado en el castillo, había visto su ira, su furia y también una parte dulce y tierna, aunque fuera en contadas ocasiones. Había honor en él y un sentimiento férreo de deber, eso era innegable, pero no demostró en ningún momento que pudiera sentir amor. Él se debía a su promesa hacia los suyos y había antepuesto todo para cumplirlo.
El problema residía en que las veces que ella le había insinuado su marcha, él no era contrario a que se fuera, solo le preocupaba que su hijo permaneciera, dando a entender lo poco que su destino le importaba.
¿Podría cambiar todo en el tiempo que le restaba? Semanas atrás su estadía era efímera, ahora solo quedaban meses para tomar una decisión.
Oyó como el lobo entraba en la alcoba del torreón. Helena se había fugado con Orson a alguna parte del castillo, quizá su propia alcoba o la de él, prefería no saberlo como tampoco iba a perturbar a su amiga con los detalles de lo que esos dos hacían. Veía su felicidad y eso le bastaba para contentarse.
—Venid temprano —mencionó al verle.
A pesar de que dormía cada noche allí, nunca había traído sus ropas, siempre se vestía con las mismas prendas cada mañana y probablemente se marchaba a su alcoba cada vez que deseaba cambiarse. Lo mismo hacía cuando debía darse un baño, era como si fuera un simple visitante, o más bien, un amante furtivo que solo pasaba las noches y se escapaba temprano.
—Normalmente regreso a esta hora a mi alcoba y me doy un baño—admitió sin evitar pensar quien debía ser la persona que le atendía.
Su sangre hervía y trató de calmarse para que fuera inapreciable la molestia que ello le generaba.
—¿Y hoy deseáis que os atienda yo por la falta de servicio? —proclamó en un tono mordaz.
—No rechazaré vuestra ayuda, pero mi idea era la de compartir un baño juntos. ¿Me acompañaréis? —preguntó de forma amable que hasta logró sorprenderla.
Melissa sonrió y se acercó ligeramente.
—Vais mejorando, lobo. Ahora preguntáis en lugar de dar órdenes. Solo por eso y porque nunca sería capaz de negarme a un baño caliente, aceptaré.
Mientras una decena de soldados trajeron cubos de agua que el lobo acercó al fuego para que se caldearan, Melissa comenzó a deshacer el cordón de su corpiño y aflojar la camisa.
La bañera no era tan grande como la que el lobo tenía en su alcoba, pero sí lo suficiente para alojarles a ambos sin estar excesivamente incomodos. Cuando estuvo medio llena, se acomodó entre el regazo de él apoyándose en su pecho mientras la rodeaba con sus piernas y brazos. Se dejó caer sobre él con lentitud y tenía que reconocer que era el lugar más cómodo del mundo. Olía su aroma y se perdía en un sinfín de sensaciones que ya fuera por su estado o por sus sentimientos las apreciaba con mayor intensidad.
—Hace tiempo que no cantáis para mí, ¿Habéis perdido el interés por descubrir que revelan vuestras canciones?
Los dedos del lobo se paseaban por sus hombros, recorrían sus pechos, tocaban su vientre y después regresaban por otro recorrido diferente para volver a comenzar de nuevo.
—No he perdido el interés, pero la última canción hablaba de nosotros, quizá tema descubrir si también lo hace el resto...
—Cantad y lo sabréis —la alentó y ante ese ruego en su voz sin que realmente pareciera que era lo que él deseaba, ella comenzó a tararear la melodía hasta que el sonido de las palabras de aquella cancioncilla tomó forma.
Resurgiendo de sus sombras.
Acecha el peligro en las tinieblas.
El invierno se cierne sobre los bosques
Y cubre con su manto de nieve
La sangre que derramará su acero.
No tiene rostro.
No tiene nombre.
No tiene alma.
El rencor cubre sus entrañas,
Ávido de poder y preponderancia,
En el filo de la penumbra,
Escondiéndose como un fantasma.
Y sediento de poder,
Hallará su venganza,
Desafiando al lobo y a sus garras.
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La Melodía del Lobo
Historical FictionNo tientes al lobo, podría comerte... ¡Ya podéis agregarla a vuestras bibliotecas! Esta historia comenzará después de "Cohibida"