Capítulo 6

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Helou flores, que sé que esperáis este capítulo ansiosas, ehhhh. Sorry, me quedé a medias el viernes y ha sido imposible acabarlo antes, ¡Que lo disfrutéis!

 Sorry, me quedé a medias el viernes y ha sido imposible acabarlo antes, ¡Que lo disfrutéis!

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El castillo de sangre.

Así era como lo llamaban y su simple mención daba auténtico pavor, porque estaba convencida que su título se debía a los horrores que allí dentro sucedían.

Melissa tuvo que reconocer que parecía estar en buen estado. Divisó algunas personas trabajando en los jardines mientras el semental se adentrada tras los muros.

Las puertas de entrada a la gran edificación estaban cerradas, se trataba de una doble puerta de madera maciza de gran altura llena de eslabones de hierro con cabezas de lobo. Probablemente era tan antigua como el linaje de los Wolf, pero eso no lo hacía menos terrorífico.

Su miedo más latente se hizo cuando las puertas se abrieron y dos figuras masculinas salieron a su encuentro. Vestían de negro como Melissa ya había visto otras veces pero su asombro fue que en esta ocasión, sus rostros estaban descubiertos.

Sintió un estremecimiento al comprobar que no tenían fauces grandes, ni colmillos enormes, ni tan siquiera una característica peculiar o desagradable a la vista que les hiciera llevar siempre en publico su rostro oculto a excepción de los ojos.

—Veo que la has encontrado, hermano —mencionó uno de ellos.

—¿Acaso lo dudaste Enzo? —respondió con una mueca algo divertida aunque no expresó una amplia sonrisa.

Melissa estaba estática. Ni siquiera les había escuchado hablar hasta hacía unas horas, siempre se mantenían distantes con la mayoría de personas y desde luego ella jamás había oído siquiera una palabra proveniente de ellos las pocas veces que les pudo ver por el pueblo.

—Cassian es el mejor cazador de todo el bosque, ninguna presa escaparía de sus garras, mucho menos su mujer —volvió a decir el que parecía llamarse Enzo, cuyo cabello largo y rizado caía grácil mente sobre su rostro de facciones fuertes.

¿Era su mujer? Ni hablar. Ella no era ni sería nada de ese lobo.

Ambos hermanos se parecían ligeramente, tenían los ojos oscuros, unas facciones varoniles bien marcadas y aunque el que parecía más jovial y menos serio cuyo nombre aún desconocía tenía el cabello ligeramente más claro y con un corte favorecedor a su rostro.

¿Se parecería su captor a ellos? Lo cierto es que saber que no eran monstruos como siempre había pensado le provocaba una convicción aún mayor ante sus posibilidades de escapar cuanto antes.

—¿Dónde está Aurora? —preguntó su captor haciendo caso omiso a la conversación de sus hermanos.

El nombre de una mujer hizo alertar a Melissa prestando una mayor atención.

—No tardará en llegar. Alguno de los sirvientes la habrá alertado —El llamado Enzo giró sobre sus talones y antes de adentrarse en el castillo una mujer de mediana edad salió a su encuentro con el ceño fruncido.

La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora