Capítulo 35

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Tenemos a un lobito celoso?? Es posible, decidme si o no al final.
Que disfrutéis flores!!

 Que disfrutéis flores!!

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No pensaba contestar. Se negaba a responder a ese lobo obstinado que no escucharía jamás una razón que no fuera la suya propia, por lo que prefirió guardar silencio y fingir que ni tan siquiera se encontraba allí, a pesar de que su sombra u olor eran imposibles de evitar percibir.

¿Por qué no se marchaba de una vez?, ¿Con qué propósito continuaba allí? Jamás se había quedado cerca de ella demasiado tiempo y dudaba que quisiera compartir su lecho para otro motivo que no fuera el de engendrar un heredero.

Le hastiaba.

Martilleaba su mente el simple hecho de no saber que pasaba por la mente de ese lobo obstinado y cabezota. Aunque la torturaba aún más saber que no albergaba salida alguna a sus circunstancias.

Y ahora no tenía su daga.

Se había aferrado tanto al hecho de que poseía un arma que ni siquiera le había dado un uso apropiado más allá del corte que él llevaba en su garganta.

—Intuyo que no es vuestra intención darme el nombre del traidor que habita en el castillo —Su voz a pesar de intentar aparentar tranquilidad, era lo suficientemente grave para notar su irritación.

No pensaba contestar. Le importaba bien poco lo que pudiera opinar, es más, si creía que había un traidor dentro del castillo se volvería loco y dudaba que su vida dentro de aquel lugar pudiera resultar más penosa de lo que de por sí era, pero después pensó en Aurora, o en Eleanor... ellas no debían pagar un alto precio por su culpa.

—¿Cómo estáis tan seguro de que es alguien del castillo? Estuve a solas con mi abuela después de llegar aquí. Incluso mi propia madre vino para ser testigo de este falso matrimonio.

—Porque si hubiera sido cualquiera de ellas, la habríais utilizado mucho antes —cercioró dándose la vuelta para observarla desde aquella distancia, pero sin acercarse a ella.

—Tal vez preferí esperar al momento adecuado —rebatió su argumento.

—¿Para matarme? —exclamó con sorna—. No —negó seguidamente—. Si hubierais tenido en vuestro poder esa daga desde que os convertisteis en mi esposa, habríais intentado clavármela con mucha mayor certeza que esta noche. ¿A quién intentáis proteger, esposa? —proclamó él.

¿Por qué la llamaba esposa y no roja?

—No es nadie que habite en este castillo —contestó ella mirándole fijamente.

—Mentís —advirtió de nuevo—. Os han vigilado todo este tiempo, puedo tener mañana mismo un informe detallado con todas las personas que habéis cruzado una simple palabra en este castillo y cada una de ellas será encerrada en mis calabozos hasta que me digáis el nombre del traidor que lo habita. ¿Es eso lo que queréis esposa?

La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora