Sed. Tenía sed. Y hambre. Y cansancio. Y comenzaba a sentir calambres en su vientre que no pronosticaban nada bueno, pero debía tratarse de la fatiga, pues aún faltaban dos meses para que su hijo viniera al mundo.Necesitaba un milagro, una esperanza y la necesitaba ya.
Entonces lo oyó. ¡El ruido del agua!, ¡Era cascada! Si llegaba hasta ella estaría en territorio de los Rouge y desde ahí sabría regresar a la aldea, ¡Al castillo! Apresuró el paso a pesar de los calambres incesantes y se sujetó con fuerza el vientre para mitigarlos.
Creyó que era un sueño cuando el esplendor del agua que caía por la piedra llenó sus ojos y se abalanzó para saciar su sed con tanto ímpetu que sus rodillas flaquearon y sus manos se desgarraron al tocar la tierra.
Un dolor agudo la atravesó, sintió el líquido que bajaba por sus muslos y lo tocó con tanto miedo que al ver la sangre gritó.
No.
Eso no era bueno. Nada bueno. Y estaba sola. En el bosque. Sin nadie que la ayudara. Con Hunter tras ella que mataría a su bebé en cuanto naciera.
El dolor regresó de nuevo, pero esta vez no era tan agudo, sino intenso y breve, mucho más soportable que el anterior, pero era incapaz de levantarse.
Avistó a los soldados mucho antes de que se acercaran y aunque logró alzarse, sus pasos no lograban ser demasiado rápidos.
—¡Vaya, vaya, vaya!, ¿A quien tenemos aquí?, ¿Tratando de huir de mí, querida Melissa? Cssh, deberíais haber aprendido que no tenéis a donde ir. El lobo no vendrá. Nadie os salvará. ¿Creíais que estar con él era el infierno? ¡Pues vais a conocer el verdadero infierno conmigo, maldita bastarda! —gritó con evidente furia—. Y cuando regreséis torturaré a la zorra de vuestra madre hasta matarla frente a vos, para recordaros que si volvéis a intentar huir, la siguiente será esa amiga vuestra a la que tanto estimáis.
Su voz estaba cada vez más cerca y miró hacia el agua, contemplando cuales serían sus probabilidades de lanzarse y tratar de hundirse para tener una muerte rápida.
Otro dolor quebró su cuerpo. Era consciente de que su hijo llegaba y la certeza de que Hunter lo mataría nada más nacer la ahogaba, sentía que el aire era incapaz de llenarla. El ruido de más jinetes y acero llegaba desde el otro lado de la cascada y supo que estaba rodeada, aunque en su estado, era incapaz de huir a ninguna parte.
Tendría que haber borrado sus huellas, pero ni siquiera sabía como hacerlo. Su madre se había sacrificado para nada, su padre y su abuela habían muerto sin que nadie les diera justicia, y con toda probabilidad, ella y su hijo, iban a morir a manos del mismo hombre que había acabado con toda su familia.
Se giró para enfrentarle, con todo el odio que le profesaba a ese hombre, pero en lugar de mirarla con la frialdad insólita que empleaba, pareció horrorizado, como si hubiera visto un fantasma.
—Sois hombre muerto, Hunter.
Esa voz... esa maravillosa y profunda voz.
Se giró despacio por temor a ser un sueño y cuando le vio a solo unos pasos de ella quiso correr hacia él, pero un dolo agudo esta vez más intenso volvió a atravesarla haciendo que se encogiera y gritara.
—Ella huyó de vos, solo me limité a acogerla —admitió encogiéndose de hombros.
—¡Maldito embustero! —gritó sin poder erguirse siquiera.
—Si os hubierais molestado en mantener a vuestro bastardo y su madre, ella no habría acudido a venderme información a cambio de oro —dijo la voz de Cassian—. Entregadme a Melissa y os devolveré a vuestra hermana.
Melissa miró hacia Cassian y vio a Eleanor, la muchacha de fingida inocencia ahora mostraba un rostro de evidente molestia.
—Podéis quedárosla, matadla o haced lo que os convenga, ella no vale nada, pero vuestra esposa... ella es la dueña de estas tierras y no pienso entregárnosla. La mataría antes de permitir que os adueñéis de todo esto.
El puñal que llevaba en la mano estaba dirigido hacia ella y aunque le separaban muy pocos pasos, estaba a una distancia más corta de la de Cassian.
—Mis hombres os aniquilarán, a vos y a toda vuestra estirpe si os atrevéis a tocarla —amenazó con tanto temple que no había un ápice de engaño en su amenaza.
Sabía que él sería capaz de hacerlo y no tener ningún remordimiento. Desconocía cuanta información sabía Cassian de sus conspiraciones y que todo se remontaba a sus antepasados, donde se originó el enfrentamiento.
—No me importa. Habré acabado con el linaje de los Rouge para siempre —advirtió con una voz que rozaba la locura y avanzó un paso hacia ella.
—¡Os daré mis tierras! —gritó—. Os entregaré mi castillo, ¡Os daré todo cuanto poseo, incluso mi vida! —continuó con una desesperación en su voz que sintió como le ardía el pecho.
Hunter observó a Cassián y luego posó la mirada sobre ella y después se jactó con una risa irónica.
—Es una oferta tentadora, Wolf, pero disfrutaré viendo como perdéis a la mujer que amáis.
En el momento que Hunter se abalanzó contra ella con la firme intención de clavar aquel puñal en su vientre, alguien la rodeó y los ojos oscuros la miraron, evocando un gesto amable que jamás le había visto tener hacia ella.
Enzo había recibido aquel puñal por ella. Había dado su vida sin un atisbo de duda, por ella y por su hijo.
Notó algo frío en sus manos y al tacto reconoció la daga que perteneció a su padre.
—Lealtad a la familia. Protegeros hasta la muerte —susurro antes de caer de rodillas frente a ella.
La ira de Hunter era inmensa, incluso podía escuchar su respiración sulfurada a pesar de la conmoción. Unos fuertes brazos tiraron de ella mientras vio como Hunter sacaba el cuchillo de la espalda de Enzo y se lo clavaba en el cuello por la furia del momento.
—¡No!, ¡No! —gritó sintiendo otro dolor quebrar su cuerpo, devolviéndola a la realidad de que su hijo iba a llegar al mundo en ese momento.
—Ponedla a salvo —oyó decir a Cassian y los brazos de Orson la acogieron mientras veían como él se marchaba junto a un centenar de hombres hacia Hunter y los suyos.
El hermano menor del lobo se alejaba y ella no podía ver a través de los árboles y los arbustos la batalla, pero si escuchaba el acero y en lo único que podía pensar era en no volver a ver a Cassian.
Y fue el sonido de la batalla que le hizo volver a su mente la canción que nunca cantó para Cassian.
La última batalla acecha,
Colérica, sedienta y ennegrecida por la rabia
Y el rencor que esconden las entrañas del enemigo.
Cada vez más fuerte. Más cerca.
La luna brillará de azul.
El hielo comenzará a forjarse.
La nieve cubrirá los bosques
y los teñirá de rojo para siempre.
Lobo. Sangre. El cazador está cerca.
Solo una promesa de amor verdadero
Y el sacrificio de su sangre
Acabará con la deslealtad
Y unirán sus clanes.
No eran canciones... sino profecías.
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La Melodía del Lobo
Historical FictionNo tientes al lobo, podría comerte... ¡Ya podéis agregarla a vuestras bibliotecas! Esta historia comenzará después de "Cohibida"