Capítulo 5

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Disculpad la tardanza, quería subirlo antes pero cierto señorito no quería dormirse :) que disfrutéis de este capítulo!!!! Aquí saltan chispas, pero no creo que sea del tipo que suelen gustarnos hahahahahaha al menos por ahora... quien sabe más adelante que ocurrirá...

Melissa contempló aquellos ojos grises que la miraban con tanta intensidad que sintió como su cuerpo se estremecía

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Melissa contempló aquellos ojos grises que la miraban con tanta intensidad que sintió como su cuerpo se estremecía.

¿Suya?, ¿Ella era suya?

¡Ni hablar!

En cuanto su mente reaccionó alzó la rodilla tratando de apartarle de ella y para su desgracia el lobo evitó el golpe.

—Ni os pertenezco, ni soy vuestra. Jamás permitiré que obtengáis lo que deseáis, lobo —mencionó con retintín en la última palabra dando a entender que le daba asco su simple mención.

Si él la había escuchado no pareció darle importancia, menos aún al modo en el que lo había llamado, simplemente se alzó arrastrándola junto a él de un movimiento rápido y le apresó las muñecas de sus brazos con una sola mano. Aquel tipo implicaba demasiada fuerza sobre ella, pero no pensaba darle el gusto de emitir sonido alguno para lamentarse por ello por más que doliera.

Era un bruto sin piedad, solo había necesitado un instante para darse cuenta y eso solo le llevaba a afirmar todas aquellas habladurías que siempre había oído sobre ellos.

Quería gritar. Patalear. Llorar y volver a gritar de nuevo, pero no pensaba dejar que el miedo la embriagara, por alguna razón desde hacía escasos momentos en los que había aceptado su muerte, el miedo no formaba parte de su ser.

Se había evaporado.

¿Se debía a que aceptó morir a pesar de lo que ello implicaba? No tenía miedo a la muerte en sí. No. Quizá sentía tristeza por lo que podría haber tenido y jamás podría al marcharse, pero en aquel momento solo era capaz de sentir una furia creciente que no se amilanaba.

¿Quién se habría creído que era ese hombre para decretarla como suya? Ella no le pertenecía a nadie, solo a sí misma y pensaba demostrárselo hasta su último aliento de vida.

—¿Es que no me habéis oído, lobo? —replicó con mayor fervor e ímpetu, pero Melissa obtuvo por respuesta un agarre aún más severo que el anterior e hizo una mueca de dolor que posteriormente lamentó.

—Sois insolente, pero no importa. No hay nada que no solucione una buena fusta —bramó dejando a Melissa atónita.

¿Es que pensaba golpearla?, ¿A qué clase de monstruo la había vendido su padrastro?

Le daba igual. No tenía ningún derecho a disponer de ella, no era un caballo o un saco de trigo que poder intercambiar por unas cuantas monedas.

—¡Adelante!, ¿A qué esperáis?, ¡Golpeadme y matadme ahora porque no os concederé el placer de obtener lo que no es vuestro! —vociferó Melissa con ímpetu y sintió como el lobo la zarandeaba.

La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora