Capítulo 20

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Encontremos algunas respuestas, bellas flores.

No debería estar nerviosa, ¿Por qué estarlo? Solo debía cantar, no tenía que hacer nada que no hubiera hecho antes, aunque usualmente solo cantaba frente a su abuela o cuando estaba a solas

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No debería estar nerviosa, ¿Por qué estarlo? Solo debía cantar, no tenía que hacer nada que no hubiera hecho antes, aunque usualmente solo cantaba frente a su abuela o cuando estaba a solas. En realidad nadie la había escuchando nunca, o al menos no que tuviera constancia de que lo hiciera y quizá esa era la razón por la que sus dedos temblaban mientras rozaba las cuerdas del laúd.

—Acercaos, quiero veros mientras cantáis para mi. —A pesar de que su voz no sonaba distante o taciturna, si es cierto que la orden proporcionaba la autoridad de quien está acostumbrado a que todos les obedezcan.

Melissa era consciente de que su disposición era la de aceptar aquella orden si deseaba encontrar las respuestas a sus preguntas. Necesitaba saber que la unía al lobo, porque la habían constreñido a aceptarlo. Debía haber una explicación y según su abuela la encontraría en las canciones, pero para ella resultaban indescifrables y tampoco sabía hasta que punto, las respuestas que el lobo le diera serían reales.

Caminó hasta quedarse a varios pasos de distancia, imaginó que desde ahí la vería bien pero el gesto de su mano indicando que se acercara aún más le hizo dar otro paso, luego otro y finalmente un tercero del que decidió que sería el último al encontrarse demasiado cerca de su oponente.

—No voy a comeros. Al menos no aún —mencionó aquella voz con aparente rostro relajado.

¿Había un atisbo de ironía en su voz? Melissa lo descartó y prefirió mantenerse en su lugar mientras sus dedos aporreaban las cuerdas del laúd provocando un sonido poco agradable a su interlocutor.

El lobo no dijo nada. Solo aguardó y Melissa cerró los ojos, inspiró aire con fuerza y comenzó la primera canción.

Subiré a la colina del monte para gritar bien alto su nombre.

Cruzaré montañas y lagos hasta encontrarle.

Es mi destino. Es mi legado.

No cesaré hasta que el ultimo de ellos sea masacrado.

El bosque se tiñe de rojo con la sangre del lobo.

Sus fauces cuelgan salvajes sobre la cima del fiordo.

Ya no habrá sed. Ya no habrá hambre.

La venganza termina con la caza del grande.

Cuando terminó la canción y la música del laúd se evaporó volviendo de nuevo al silencio interrumpido únicamente por el crepitar del fuego, Melissa comprobó que el lobo la observaba intensamente y eso la tensó, pero no co hubiera esperado, sino con una sensación muy extraña que revoloteaba en su estómago. Se revolvió no sabiendo siquiera donde dejar el instrumento y centró su vista en el fuego para calmar esa sensación que había provocado su mirada intensa.

Realmente parecía querer devorarla y lo peor de todo es que no sentía miedo alguno por ello, sino más bien expectación e interés.

¿Qué le pasaba?

—¿A quien debe encontrar?, ¿Quién es el grande? —preguntó Melissa rompiendo aquel silencio incomodo pero sin mirar al lobo de nuevo.

Escuchó como la madera del asiento en el que el lobo se encontraba crujía, supuso que se había levantado o removido en su asiento, pero ni tan siquiera volvió la vista para asegurarse.

—Vuestra canción hace referencia a Odell Wolf —mencionó sin ningún tipo de emoción—. Servidme una copa de vino mujer.

A pesar de que la orden no era basta o ruda, Melissa permaneció durante un momento sin reaccionar, ya que el nombre de Odell Wolf no significaba nada para ella.

¿Quién era Odell Wolf para que lo llamaran el grande?

—La canción habla en primera persona, como si fuera alguien concreto quien tiene que llevar a cabo la enmienda —continuó Melissa sirviendo el vino en la copa y después cogiéndola entre sus manos sintiendo el frío metal acariciando su piel.

—Arnold Rouge —decretó el lobo sin añadir nada más.

Otro nombre que a ella no le decía nada. En realidad nunca le habían hablado de sus antepasados, sabía que los Rouge fueron una de las familias más antiguas en llegar a Roterumhang y de ahí que conservaran una de las tierras más ricas de la zona, pero nunca escuchó hablar de redencillas, ni tan siquiera en el pueblo había oido rumores al respecto, ¿No era demasiado raro todo aquello?

—Mi abuela me dijo que esta guerra entre nuestras familias se inició por una mujer y ninguno de los nombres que has mencionado hacen referencia a ella —mencionó ofreciéndole la copa y el calor que el contacto de la piel del lobo generaba en sus manos en contraste con el frío del metal.

Melissa percibió como él acarició sus dedos al coger la copa en su mano, pero apartó rápidamente el brazo para escapar de su contacto y dio un par de pasos atrás para evidenciar de nuevo una plausible distancia.

—La mujer de la que hablaba vuestra abuela es Cèlestine Rouge, la hija de Arnold Rouge.

¿Por qué querría entonces el padre de Cèlestine acabar con la vida de Odell? La idea de que aquel lobo pudiera haber abusado de su antepasado cruzó su mente, pero entonces recordó las palabras de su abuela, el padre de la joven se había opuesto al matrimonio entre ambos, ¿Estaría la joven enamorada del lobo?, ¿Amaría realmente el lobo a su antepasada?

—Sigo sin comprender porqué deseaba mi antepasado matar al suyo, ¿Qué le hizo Odell Wolf a Cèlestine Rouge para que el padre de esta quisiera acabar con su vida?

El lobo se alzó con el ceño fruncido.

—Por un momento olvidé que sois una Rouge y lógicamente culpareis de todo a los demás en lugar de admitir vuestro propio error —atenazó con vehemencia—. Arnold Rouge se opuso a la unión entre su hija y un Wolf. Dijo que jamás permitiría que su linaje se uniera al de un lobo bastardo y preferiría ver a su hija muerta antes que dejar que su sangre se mezclara con la nuestra. Solo dos días más tarde, Cèlestine Rouge fue asesinada en el bosque cuando intentaba huir para fugarse. Arnold culpó a Odell de haberla matado porque sabía que nunca obtendría las tierras de los Rouge con su matrimonio si él se oponía a la unión. Los Wolf siempre supimos que fue el propio Arnold quien mató a su hija por la vergüenza que supondría verla unida al clan Wolf y decidió culpar a Odell para limpiar su conciencia.

Melissa sintió que su sangre se helaba, que ni tan siquiera era capaz de respirar y no sabía si era el resultado de las palabras que el lobo decía o el profundo resentimiento que poseían al pronunciarlas.

¿Podría de verdad Arnold haber matado a su propia hija y después culpar a un lobo del hecho provocando así una guerra que duraría generaciones posteriores?, ¿O de verdad el lobo había matado a su prometida porque no tendría la recompensa esperada de sus tierras y la joven carecía de su interés sin la dote?

¿Podría de verdad Arnold haber matado a su propia hija y después culpar a un lobo del hecho provocando así una guerra que duraría generaciones posteriores?, ¿O de verdad el lobo había matado a su prometida porque no tendría la recompensa esperada ...

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La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora