Capítulo 37

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Ayayayayayayayayayyay lo que daría más de una por saber que piensa el lobo tras este capítulo, ¿verdad?
Pues venga, que este finde os haré un POV del lobito por mi cuenta de INSTAGRAM
¿Que no me sigues? Ya estás tardando flor... porque habrá cosas suculentas y jugosas en ese POV
(Pd: para las que vengan tardías y lleguen hasta aquí, estará fijado en mi perfil, solo tenéis que rebuscar un poco)

 porque habrá cosas suculentas y jugosas en ese POV(Pd: para las que vengan tardías y lleguen hasta aquí, estará fijado en mi perfil, solo tenéis que rebuscar un poco)

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—Lo serían si no hubierais venido —habló Melissa guardando una serenidad en su voz que no poseía.

Estaba desnuda en aquella tina, vulnerable ante la vista del lobo que no trataba de ocultar en ningún sentido su apetencia al devorar con sus ojos la piel desnuda que sobresalía del agua, y que muy a su pesar, era bastante por la falta de esta.

—Os advertí que regresaría. No os debe sorprender que lo haya hecho. —No parecía ofendido, al menos no por su tono de voz apacible e incluso podría decirse que relajado.

—No estoy sorprendida, pero que vuestra advertencia no coincida con mis deseos es muy diferente —aclaró dando a entender su desprecio hacia él.

No pareció ofenderse, sino más bien todo lo contrario. Se paseó frente a ella mientras caminaba hacia la pequeña mesa que había cerca de ella donde habían dispuesto la fuente con alimentos y comenzó a servirse un cáliz de vino a la vez que cogía un trozo de pan para embadurnarlo en miel toscamente y engullirlo sin miramientos.

Melissa no le observaba directamente, pero era consecuente de sus movimientos, como también lo era de lo cerca que estaba de ella y de que el agua de aquella tina era casi transparente. Por mucho que estuviera encogida sobre sus rodillas para tapar sus pechos y su feminidad, sabía que tendría que salir de aquella bañera y que él podría degustar su desnudez sin privación alguna.

—Apenas habéis comido —terció cambiando el argumento de su conversación.

—Será porque vos me robáis el apetito —continuó ella con su desprecio.

—Si vuestra intención es continuar con un discurso ofensivo para que me marche, no funcionará. Será más fácil para vos aceptar la situación que luchar en una batalla que perderéis de igual modo.

Melissa apretó fuertemente los dientes para no gritar, así como sus uñas se clavaban en sus brazos para mitigar la rabia que sentía con dolor. Prefirió no contestar al lobo, así como le dio absolutamente igual que el agua de la bañera se tornase fría. Con suerte, se enfriaría lo suficiente para helarse y estar enferma durante días.

Por extraño que pareciera, él no parecía tener prisa alguna. No le ordenó que saliera de la tina. Como tampoco le ordenó que comiera a pesar de su apreciación por no tocar apenas la comida. Un buen rato después de su llegada, comenzó a avivar el fuego tomándose su tiempo, y ella aprovechó que estaba entretenido con aquella tarea para salir sin que pudiera verla, envolviéndose rápidamente en un paño de lino y calzarse una túnica sobre esta a espaldas del lobo.

La Melodía del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora