Uy uy uy... alguien sigue creyendo que habrá noche de bodas?Aquel rostro de mirada enfurecida se disipó entre la gente hasta que a Melissa le fue incapaz de seguirla ante tanta multitud, como tampoco pudo ver de nuevo a su madre o a su abuela, que se debieron marchar ante la claridad de la advertencia que predispuso el lobo.
Ni por todo el oro del mundo pensaba llamarle por otro nombre que no fuera ese por mucho que un cura les hubiera bendecido.
Para ella aquel matrimonio no era verdadero, no solo carecía de sentimientos por ambas partes, sino también de afecto, lealtad y deber.
No le debía absolutamente nada a ese lobo, sino todo lo contrario y tampoco estaba faltando a la palabra de Dios, puesto que había admitido frente al cura que no prometía amarle ni respetarle.
Pero a pesar de decirse a sí misma todo aquello no podía olvidar el hecho de que seguía siendo su esposo por mucho que intentara fingir que nada cambiaba ese hecho.
—Comed —escuchó su voz tan cerca de su oído que dio un pequeño salto inesperado al sentir rozarla con sus labios y vio como dejaba un muslo de pollo asado sobre su plato.
El simple hecho de probar un bocado le daba asco.
Llevaban más de una hora sentados en la gran mesa del salón donde los invitados se repartían en diversas mesas que habían sido dispuestas para el convite. Nunca había estado en una celebración tan numerosa y menos aún con tanta comida a la vista, era evidente que los Wolf poseían grandes riquezas a juzgar por lo que estaba viendo, pero no entendía que había que celebrar en aquel matrimonio cuando ninguno de los dos lo deseaba realmente.
¿Por qué no realizar una ceremonia sencilla sin ningún tipo de festejo? No sentía que hubiera nada que celebrar y menos aún tenía apetito para probar bocado.
—¿También vais a decidme cuando o qué debo comer? Lamento deciros que casarme con vos me ha quitado el apetito —advirtió apartando el plato conforme lo alejaba de ella.
—Habéis mencionado que no me amaríais ni me honraríais, pero nada sobre obediencia o lealtad, así que si os digo que comáis, comeréis y si os digo que vayáis a nuestro lecho, lo haréis sin objetar. Ahora sois mi esposa y como tal os debéis a mi os guste o no. —Su tono de voz era contundente, pero no percibía un matiz de enfado, sino más bien una aclaración—. Debéis estar sana y fuerte para albergar en vuestro viente a mi hijo, así que no volveré a repetíroslo de nuevo —continuó acercándole el plato—, comed.
Definitivamente aquel lobo era tan terco como su apellido. Pensó un instante en plantarle cara y decirle donde se podía meter su lealtad y obediencia porque desde luego no pensaba cumplir ninguna de ellas, es más, tenía la idea de escapar de allí en cuanto pudiera y desde luego podía despedirse de la idea de acudir a su lecho o albergar a su hijo en su seno.
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La Melodía del Lobo
Historical FictionNo tientes al lobo, podría comerte... ¡Ya podéis agregarla a vuestras bibliotecas! Esta historia comenzará después de "Cohibida"