Por mucho que le corras al karma, siempre llegará a ti, aún así Madelaine Jost, había vivido durante años, huyendo de aquello a lo que muchos le temen.
Aunque su karma, tenía lindos ojos, pero una sonrisa siniestra, y el miedo de Madelaine entre sus...
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Madelaine estaba preparada para dejar todo atrás, irse del pueblo que tanto le disgustaba, y del que durante años, deseó irse, junto a las únicas personas que le daban paz.
Paz, aquello que tanto necesitaba en su vida, y que por fin podría tener.
O eso creía, hasta que puso un pie, en el lugar que le arrebataría toda su tranquilidad, cuándo su mirada chocó con los ojos avellana, que tanto conocía, y extrañaba, pero de los que tenía que huir, porque esos ojos, venían acompañados, del peor de sus miedos, de su cazador.
Ella lo sabía, una vez se reencontraran, no tardaría en desatarse el caos.
¿Sería capaz de adentrarse en una guerra, por recuperar el amor, y la felicidad? Le asustaba, tenía mucho que perder.
¿Huir una vez más, quedar cómo una cobarde? Ella sabía que no era cobarde, ya no era una niña inocente.
Ahora es una mujer, que aunque a veces lo niega, su sed de venganza es inmensa, ella quería lo mismo que aquel hombre, dueño de sus pesadillas, destruirlo.
Quería acabar con todo aquello que no la dejaba dormir tranquila, arriesgarse y ganar, o en el peor de los casos, acabar bajo tierra, asesinada de la peor manera.
Porque si él la atrapaba, la única salida de Madelaine, sería la muerte.
Pero sí ella cambiaba las reglas del juego, lo último que él vería, sería su mirada, ahora cargada de satisfacción, y no de miedo, porque sería su momento de temer y de huir, y Madelaine por fin sería libre.
¿Escapar, o ser atrapada? ¿Ser quién tema, o a quién le temen? ¿Que acaben contigo, o acabar con ellos? ¿Vivir o morir?
Tantas preguntas, y la única manera de descubrir las respuestas, era atreverse.
Las puertas hacía el infierno estaban abiertas, ¿Te atreves a arder en él?
