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Me remuevo sintiendo el peso de Madelaine sobre mí, nos quedamos dormidos aquí después de charlar un rato, no sé que hora es, pero da igual, es fin de semana

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Me remuevo sintiendo el peso de Madelaine sobre mí, nos quedamos dormidos aquí después de charlar un rato, no sé que hora es, pero da igual, es fin de semana.

Los pasos en las escaleras me hacen fijar la mirada ahí, es André quién viene bajando, y quién nos ve con cierta sorpresa.

—Buenos días—Dice mientras mira a Madelaine.

Asiento a manera de saludo, y él sigue su camino a la cocina, no antes sin sonreírme con cierta burla.

Las escaleras vuelven a sonar avisando la llegada de Asly, parece perdida, pero sé que se debe a que está recién despierta, quiero reír cuando la veo tropezar con una mesa, pero me lo ahorro, pasa de nosotros sin ni siquiera voltear a ver mi puesto.

—¿Quién debe hacer el desayuno hoy?—Pregunta adormilada.

—Devil, pero él parece muy ocupado.

Estoy seguro que señaló el sillón donde estamos, y que Asly se asome con cuidado me lo confirma, no disimula la sorpresa.

—Igual debes hacer el desayuno—Me dice antes de subir las escaleras.

Madelaine no parece tener intenciones de levantarse, y conociendo a mis amigos, sé que harán un revuelo si no hago el desayuno.

—¡Buenos días!—La voz de Antonella llega a mis oídos—¿Qué haremos hoy? Amanecí de excelente humor.

—Buen día, Anto—André devuelve el saludo—Por el momento no hay ningún plan.

—Ay, que aburridos—Se queja—¿Dónde están el resto? Los iré a despert...

Suelta un chillido apenas me ve, y no puedo evitar reírme, cosa que hace que Madelaine se mueva.

—¿Qué hacen ustedes dos aquí? Tienes una habitación, Devil—Su mirada cambia, es la misma que pone cuando nos va a regañar—Sí ustedes dos hicieron algo sobre ese sillón, haré que lo laven, se los juro.

Alzo una ceja—No hicimos nada, pervertida.

—Más te vale, o no volveré a poner mi culo sobre ese mueble, jamás.

Madelaine bosteza tranquilamente y ambos la vemos, se mueve un poco abriendo los ojos, le sonrió cuando me ve, y ella apoya su mentón en el centro de mi pecho.

—Hola, bella durmiente—Da un salto cuando escucha a Antonella—¿Pasaste buena noche, guapa?

—Sí sí—Responde con la voz ligeramente más gruesa.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora