18

559 44 1
                                    

Devil Roux:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Devil Roux:

Camino por los pasillos con los chicos a mi lado, intento visualizar a Madelaine, pero ni siquiera vi su auto estacionado afuera.

—¿Alguno ha visto a Madelaine?—Inquiero.

Todos niegan con la cabeza, y mi corazón da un brinco empezando a latir a toda velocidad.

Algo anda mal.

—Ayúdenme a buscarla—Ordeno.

—Ok, vamos a dividirnos, debe estar por ahí—Afirma Asly.

Asentimos yendo por caminos diferentes cada uno, yo no paro de buscarla por veinte minutos, pero no hay rastros de ella.

Saco mi celular para dejarle un mensaje, le pregunto donde está, y le hago saber que ya es tarde.

Continuo buscándola hasta que me encuentro con André.

—¿Nada?—Pregunto.

—Nada.

—Joder, esto no me da buena espina.

—Debe estar bien, quizá se quedó dormida, ayer no fue una buena noche.

—No, hay algo más, lo sé.

—Solo estás un poco paranoico por lo que ha pasado estos días, verás que está bien, y que no tarda en llegar, o en comunicarse contigo.

Como si lo hubiera escuchado, una notificación nos avisa que acaba de llegarme un mensaje.

—¿Ves? Te lo dije, debe ser ella, mira que dice.

Abro el mensaje, y no mejora la situación.

Hoy no iré a clases.

¿Por qué?

Texteo rápido mi respuesta, sigue en línea, así que debe responder.

Te escribo luego, ya les contaré.

Hey, ¿qué sucedió?

Espero la respuesta que no llega, pasan tres minutos y vuelvo a escribirle.

¿Dónde estás?

Madelaine...

No puedes solo desaparecer así, habla conmigo, ¿qué está pasando?

Mis tres mensajes son ignorados por completo dejándome un sinsabor, algo le pasó y no quiere decirlo, pero si fuese grave ya me habría llamado, quizá solo quiere un momento para ella.

—¿Y bueno, que te dijo?—La voz de mi amigo me hace reaccionar.

—Solo que no iba a venir hoy.

—¿Le preguntaste por qué?

—Dijo que luego me escribía, no quiso hablar.

André levanta una ceja—Eso es raro.

—Demasiado—Aprieto los labios.

—Ven, vamos a buscar al resto—Me da dos palmadas en la espalda, y empieza a caminar.

Lo alcanzo llegando con los demás, luego de varias discusiones, por votación quedamos en que veríamos nuestras clases, y después intentaremos localizar a Madelaine.

Para mi la jornada fue eterna, ellos en cambio parecen bastante tranquilos mientras caminamos al carro, me subo y empiezo a marcarle a Madelaine, su celular está apagado, y eso incrementa mi desespero.

—Joder...

Dejo caer el celular en mi regazo, no sé que pensar, estoy algo enojado, pero preocupado también, no tiene necesidad de desaparecer así, sin avisar dónde estará, menos teniendo en cuenta la situación en la que estamos.

Salto de la camioneta apenas llegamos a casa, busco el segundo piso e insisto toda la tarde al número de la pelirroja, número que parece totalmente muerto.

Tiene más de seis horas con el celular apagado, el reloj marca las siete, y yo no dejo de imaginarme lo peor.

Salgo y toco la puerta de André, quién no tarda en salir.

—¿Todo bien?—Tiene las ojeras más marcadas, pasamos una noche de mierda.

—Madelaine no aparece, su móvil está apagado.

Vuelvo a llamar para demostrarle que no estoy mintiendo, hace un rato me pidió que me calmará, no quiero que piense que estoy exagerando.

—Esto no tiene buena pinta, hermano—Habla cuando me llevo el celular al bolsillo.

—Iré a buscarla, prometo no regresar tarde.

—Iremos todos, no los vamos a dejar solos.

—Bien, yo voy a encender el auto.

Bajo corriendo, y me doy cuenta que mis manos tiemblan, cuando dejo caer las llaves, debo calmarme, entrar en pánico no es la solución, pero no dejo de pensar en que pueden joderla, es mucho tiempo incomunicada.

Entro de copiloto dejando el puesto de piloto vacío para Antonella, que es quién siempre se hace cargo de llevarnos a todos lados, los chicos suben, y me dedican sonrisas cargadas de seguridad.

Son esas sonrisas que te gritan: "No pasa nada, todo está bien".

—¿A dónde vamos?—Pregunta Antonella una vez al volante.

—Conduce a su casa—Determino—Veremos si está ahí.

Acata la orden haciendo rugir el motor, todos se sujetan y ella dobla la esquina hundiendo el acelerador, Anto siempre ha conducido muy bien, conduce rápido, pero no nos pone en peligro, todos tenemos la teoría de que fue corredora de carreras.

En pocos minutos nos encontramos frente a la casa de Madelaine, todo está en total oscuridad, y da una mala vibra impresionante.

—No creo que esté aquí—Pronuncia Gastón.

—Ni yo, busquemos en otro lado, este lugar me dio mala espina—Apoya Asly.

—No es la primera vez que vienen—Refuto.

—Pero si la primera vez que parece una casa abandonada de peli de terror—Vuelve a hablar Gastón.

—No digas esas cosas, da aún más mal rollo—Se queja Antonella—Vayamos a su trabajo, puede que este ahí.

Niego con la cabeza repetidas veces, no está ahí, lo sé, tengo un mal presentimiento hace horas, Madelaine no está aquí, ni siquiera debe estar cerca, algo me lo dice.

—¿Qué hacemos entonces?—Insiste al ver mi negación.

—Yo no lo sé...

Mi celular empieza a vibrar en mi bolsillo, y lo saco apresurado, todos miran expectantes, y ver el nombre de la pelirroja en la pantalla, me hace respirar tranquilo.

—¿Hola?—Escucho su respiración agitada del otro lado—¿Se puede saber donde carajos estás metida?

—Vengan, te enviaré una dirección, apresúrate—Su voz se entrecorta, tiene mala señal

—¿Qué?

—Es urgente—La llamada finaliza y yo no tardo en erizarme.

Lastima que la tranquilidad no dure mucho...

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora