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Devil Roux:

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Devil Roux:

La cálida brisa de La Habana nos recibe, los chicos parecen interesados por las posibles vistas que nos ofrecerá Cuba, pero por el momento, deben conformarse con el hotel que nos da la bienvenida, cuando el botones abre la puerta para nosotros.

Veo un brillo en los ojos de la pelirroja que toma mi mano, y sonrió ante su emoción, a pesar de que intenta ocultarlo, sigue bastante afectada por la muerte de Saskya, y lo demuestra con los cambios repentinos de ánimo, cuando sus ojos se llenan de lágrimas, y algunas se le escapan, o con los diferentes sustos que se lleva mientras duerme, gracias a sus pesadillas, dónde no para de llamar a su hermana menor, pedirle perdón, o sollozar entre sueños, incluso durante el viaje, tuve que calmarla cuando se despertó envuelta en llanto.

Dejo que suelte mi mano, y admire el Lobby junto al resto, de por si la fachada del lugar ya dejaba mucho a la imaginación, pero una vez dentro, te das cuenta que es una belleza por dónde se le mire.

Debra los llama dando indicaciones, nos asigna nuestras habitaciones, y quedamos en vernos tres horas antes de partir al evento, para repasar el plan, asegurarnos de que no hayan errores, y que las chicas vayan a alistarse, para la noche, todos aceptan, y nos vamos a nuestros cuartos, con la orden de comer, y descansar lo más que podamos.

—Muero por ir a sitios turísticos, te lo juro—Observo a Madelaine lanzarse en la cama—Uh, sí, está certificado el lugar, si el hotel tiene buena cama, es perfecto.

—No te prometo que iremos a recorrer la ciudad, no sabemos si las cosas se salgan de control, pero sí haré lo posible para que puedas conocer, sé que te hace ilusión—Me recuesto a su lado—Joder, tienes razón, que cómoda está.

—¿Cierto?—Chilla de la emoción y yo asiento—Y está bien, entenderé si no es posible, si salgo viva de esto, tendré tiempo para conocer Cuba—Sonrió, aunque el comentario me deje un sinsabor—He escuchado que es un país hermoso, con gente muy enérgica, y fiestera, quiero comprobarlo.

—Ya tendremos tiempo de comprobar eso y más, a mi me da mucha curiosidad la gastronomía.

Suspira y se acuesta encima de mi—Todo debe ser una delicia.

—Seguramente, amor.

Reparte varios besos en mi rostro, dejando dos últimos en mis labios, antes de deshacerse de sus tenis, y acomodarse como es debido en la cama, ubica las almohadas de manera que queda satisfecha, y se mete bajo las cobijas haciéndome un lugar. Palmea el espacio libre, y yo no dudo en quitarme los zapatos y acostarme con ella.

Pongo una alarma, y nos quedamos dormidos entre besos y caricias.

Aunque no es mucho lo que dormimos, siento que descanso un montón, apago la alarma, y confirmo que ya despertamos por el grupo de WhatsApp, donde no paran de llegar mensajes.

Tenemos una hora para comer y bañarnos, así que despierto a Mad, quién se queja por un buen rato antes de meterse al baño, donde tarda veinte minutos en salir, tiempo suficiente para mi, que aprovecho para dejar el smoking que usaré en perfecto estado.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora