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Madelaine Jost:

La pereza flota entre nosotras, Debra está apoyada en mi hombro, durmiendo plácidamente. Hace rato se movió, para buscar comodidad, yo no pude evitar asustarme y despertarme, desde ese momento no he podido dormir.

No he escuchado movimiento en la casa, lo único que opaca el silencio, son los ruidos callejeros, automóviles, y personas que pasan, estamos cerca de una ventana, lo que me ha permitido oír incluso algunos pájaros.

Debra suelta una queja perezosa, y vuelve a acomodarse, dejando que algunas hebras negras caigan sobre su cara, cuando se desliza un poco, usando todo mi brazo de almohada.

Bostezo antes de hablarle—Deberíamos irnos a nuestras habitaciones, tienes que descansar, y aquí no lo harás.

Sé que me está escuchando, dudo que esté completamente dormida.

—Debra—Toco su mano—Vamos a dormir.

—Yo estoy durmiendo—Réplica adormilada.

—No aquí, en nuestros cuartos. Estoy incómoda, y no he podido descansar nada.

—Agh—Se separa de mi para verme—Vamonos entonces.

Se pone de pie, y se estira haciendo que varios de sus huesos suenen.

—Ayúdame—Alzo la mano en su dirección.

La toma ayudándome a parar, y esta vez es mi turno de estirarme, esto de dormir en el piso, no es muy recomendable, me duele todo, incluyendo la cabeza, que hace rato que empezó a dolerme de una manera insoportable.

Salimos del baño sin decir nada, si alguien que no tiene contexto de la situación, nos hubiera visto, sería una escena bastante rara, y podría malinterpretarse.

Le digo que voy a tomarme una pastilla, y ella me espera sentada en las escaleras, no para de cabecear viéndose tierna.

—Sube, estás que te caes del sueño—Digo apenas llego a su lado.

—No había dormido muy bien antes que Devil se contactará conmigo, y bueno, anoche nos fuimos a dormir bastante tarde—Empieza a subir las escaleras—Creo que escogimos un pésimo sitio para tomar una siesta. Eso no me recargo de energía, me quitó las que me quedaban.

—Tienes razón, a mi también me costó mucho dormir.

—Mentirosa, tú no dormiste nada, cada vez que me despertaba, estabas viendo fijamente la pared.

—La paranoia no me deja descansar, incluso cuando duermo, me ataca con pesadillas, o me mantengo alerta, cada mínimo sonido me despierta—Me sincero—Por más que estoy durante horas en cama, y duermo varias de ellas, no descanso, estoy más que agotada, Debra, vivir con miedo y remordimiento es una mierda.

–¿Sabes que te quita todos esos sentimientos?—Levanto una ceja—Sentarte entre los malos, y beberte una copa con sabor a venganza.

—¿Tú me darás a beber de esa copa, Debra?—Suelto la pregunta con cierta sensualidad.

Se ríe con soltura—Se volverá tu trago favorito, reina.

La veo por unos segundos, queriendo absorber un poco de esa maldad que lleva dentro.

Las escaleras acaban, y nos despedimos buscando nuestras habitaciones, quisiera decir que dormí, y logré descansar, pero no fue así, en realidad estuve frente a la laptop llenándome de la información, que Debra me pasó hace un rato, y luego me metí de lleno en mi móvil, planeando que haría, como lo haría, y respondiendo un par de mensajes.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora