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Kyle Murphy:

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Kyle Murphy:

La conexión se pierde, y yo siento que el aire me falta, las piernas me tiemblan, y por un momento todo oscurece.

Esa hija de puta.

—¡Lo mató!—Davis me golpea el brazo—¡Lo mató, lo mató!—Sigue lanzando golpes.

—¡Cállate!—Lo empujo lejos de mi, necesito aire.

—¡Es tu culpa, por está venganza de mierda, ahora Kenay está muerto!—Me regresa el empujón.

No se conforma con hacerlo una vez, lo hace hasta que me pega contra la pared.

—¡Eres un malnacido!—Lanza un golpe en mi hombro—¡Está muerto, y es tu culpa!

—¿Mi culpa?—Es mi turno de golpear su pecho, haciéndolo retroceder—¿Quién es el marica al que le quedó grande una estúpida niña de quince años?—Lo sigo empujando—¡No me vengas con mierdas ahora, tú querías esto, porque nunca te la pudiste coger, y ahora se te para la verga cada que la piensas!

—¡Mentiras, y más mentiras!

—¿Ah, sí?—Lo agarro por el cuello—¿Y entonces a quién me encontré masturbandose mientras veía la foto de la mujer que dices odiar?—Pongo más fuerza—¿¡A quién!?

—¡Sueltame!—Aflojo el agarre, dejando que respire bien—¡No me culpes de todo, porque bien que te la quieres follar!

—¡Pero yo si lo acepto!—Estallo—¡Desde la primera vez que vi a esa perra, no dejo de imaginármela debajo de mi, mientras la follo, por eso la quiero matar!

—¡Ya no quiero seguir con esto!—Se le sale una lágrima.

Le volteo la cara con una bofetada—¡No seas una niñita, Davis, deja de llorar, y resignate, esto se acaba cuando esa maldita esté muerta!

—¡Pues te estás tardando, sigue cogiendote a tus putas, y ella seguirá haciendo mierdas como estás!—Pone un dedo en el centro de mi pecho—¡Mató a nuestro hermano!

—Escúchame—Le agarro la cara—Vamos a ir por ella, te la vas a tirar, y la vamos a matar, ¿entiendes?

—Sí—Vuelve a ser el pequeño sumiso que es, me tiene miedo, y se nota—¿Podré hacerle lo que quiera?

—Sí, podrás jugar con ella como quieras.

Asiente—Ok.

—Vamonos, hay que llegar primero que ellos, no hay tiempo que perder.

Tras mi orden, me guardo el dolor que me causa la muerte de Kenay, y asumo mi papel, yo empecé con esto, cuando me enteré de que estaban juntos, no dude en buscarlos, hasta dar con ellos, e iniciar mi venganza.

Esto va más allá de la obsesión que Davis tiene con Madelaine, o de lo mucho que me prende la chica, esto va por mi primo, ese niño que era como un hermano, y por la vez en que casi mata a Davis.

Ese día juré que lo perdería, había mucha sangre, él se veía fatal, y ella no tenía ningún tipo de remordimiento, así que yo mismo haré que se arrepienta.

Nos subimos al jet que nos va a transportar, me obligo a dormirme, y Davis hace lo mismo. Las horas pasan volando, dejándonos en casa, casa que antes era de mis padres, murieron, o eso le hago creer a todo el mundo, y nos dejaron este lugar, cuatro pisos llenos de lujos, un lugar perfectamente arreglado y limpio, el hogar perfecto para una bonita familia.

El olor a lavanda golpea mi nariz, trayendo el recuerdo de mi madre a mi mente, ella amaba ese olor, así que siempre limpiaba la casa, con productos que olieran así, de esa manera acostumbró a las chicas que nos ayudaban con la limpieza.

Me desprendo de la ropa, apenas llego a mi habitación, que está repleta de cosas que me ayudan con el plan, computadoras con cámaras, una pared con fotos de Madelaine, Devil y todos sus amigos, guías de los lugares que frecuentan, sus direcciones, e información sobre sus familias.

Me coloco un pantalón de pijama antes de acercarme a la foto, de la única persona de la cuál no he conseguido información: Debra Blade.

Esa mujer es tremenda, ya había escuchado de ella, en el bajo mundo, la respetan, lo que no sabía es que trabajaría con esos imbéciles, y apenas lo supe, tuve que investigar, pero por más que me esfuerzo, nunca hay nada, todos saben quién es, pero nadie la conoce.

He buscado por horas, sin conseguir nada, es un fantasma esa mujer, no hay información, y quienes saben cosas de ella, morirían antes de contarlas.

Hago un circulo con el marcador rojo en su cara, le haré lo mismo que le hizo a Kenay, y mucho más.

Arranco una foto de Madelaine llevándola conmigo a la cama, detallo todo su físico, es una chica hermosa, no hay parte de ella que no sea atractiva, además de tener una seguridad impresionante, que la hace aún más preciosa.

Las imágenes de lo que pasó hace unas horas se repiten una y otra vez, puede sentir el dolor de Kenay, su miedo, lo mucho que deseaba morir, lo mucho que quería que dejará de doler, no sé cuántas cosas le hicieron, pero su estado era muestra suficiente de lo mal que la había pasado.

Saskya Jost toma mis pensamientos, la niña de ojos tiernos y soñadores, risueña y tan sensible, aunque con una valentía admirable, los recuerdos de todo lo que le hicimos empiezan a proyectarse, como si fuese una película, sus gritos, y llantos, las súplicas, y preguntas, incluso estando al borde de la muerte, y con tanto dolor, nunca dejó de preguntar por sus hermanos.

Se quejaba, pero no me daba el gusto de verla rendirse, al contrario, siempre que podía subía el mentón, y sus ojos azules me penetraban, dejándome saber, que aunque era una niña, no era una víctima fácil, tenía los cojones para salir de ahí ilesa, y después de tantas torturas lo hizo, porque tenía la esperanza de ver a sus hermanos, y eso la llenaba de fuerzas, sin saber que la mataría.

Hoy en Madelaine vi una mirada así, era intensa, pero a diferencia de la de su hermana pequeña, en sus ojos había odio, mucho odio, estaba decidida, ni todas las tácticas de manipulación que pudiera ejercer, la harían cambiar de pensar.

Y eso es lo que me gusta y me prende de esa mujer, sus agallas, que no parece tener miedo a vengarse, que sí te metes con ella, ella te regresará el golpe con más fuerza.

Es sexy, pero mala, con cara tierna, pero mirada maliciosa, con un cuerpo que embelesa, y junto a su belleza lo utiliza en tu contra, es aquella que parece ser inocente, pero es el mismísimo diablo si se lo propone.

Mi mano viaja a mi miembro erecto, y empiezo a masturbarme con el recuerdo, cómo me veía, la manera en que caminaba con sensualidad, el mundo podría estar a sus pies y lo sabe, verla dar órdenes sin titubear, sus risas tan macabras pero perfectas, sus labios entreabiertos, la respiración agitada por la satisfacción que le causaba lo que estaba haciendo.

Aumento la velocidad, soltando algunos jadeos, su cuerpo invade mi mente, sus curvas son tan peligrosas, porque te hipnotizan, todo está perfectamente proporcionado.

Lanzo la cabeza hacía atrás, acompañando la acción con un gruñido, aprieto mi miembro que duele por lo duro que está, mientras recuerdo su culo, que hace juego con las piernas tonificadas de la pelirroja.

—¿Kyle?—Los toques en mi puerta me distraen, pero no me detengo—¿Puedo pasar?

Mis movimientos se vuelven más rápidos.

—Ahora no, Davis, estoy ocupado—Apenas y puedo hablar.

—Ok, vendré después.

Dejo que mi hermano se vaya, continuando con mi trabajo, tomo la foto ubicándola al rededor de mi pene, me relajo, dando un apretón, y dejando que mi eyaculación me ensucie la mano.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora