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Me muevo con pereza por el pasillo de la casa, me desperté al no sentir a Madelaine a mi lado, por un momento me asusté, pero algo me dice que no salió de aquí

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Me muevo con pereza por el pasillo de la casa, me desperté al no sentir a Madelaine a mi lado, por un momento me asusté, pero algo me dice que no salió de aquí.

El olor a cigarrillo me lo confirma, y hace que la ubique con facilidad, está en el comedor, con una laptop en las piernas, moviendo los dedos con agilidad.

La nube de humo que hay en el espacio es impresionante, busco alguna ventana para intentar proporcionarle ventilación al lugar.

—Carajo, Madelaine—Me quejo recordando que es un lugar totalmente cerrado—¿No sientes que te estás asfixiando aquí?

—No.

Su tono es más cortante de lo normal, en el fondo suena incluso afligida, me acerco con lentitud queriendo ver lo que está haciendo en el dispositivo.

Se desespera sacándome un susto cuando se levanta haciendo caer la silla, y la laptop.

—Hey—Acuno su rostro entre mis manos—¿Qué pasa?

—No consigo ninguna información relevante de esos cabrones—Sus ojos se llenan de lágrimas—No sé qué más que hacer. Como si pudiera hacer algo más...

Lo último lo susurra, más como diciéndolo para ella, que para mi.

—¿Quieres que busquemos juntos?

Se encoge de hombros—No creo que encontremos mucho.

—Buscaremos la manera de encontrar más, ¿ok?—Asiente.

Me alejo de ella, y levanto la silla, tomo asiento, y la jalo por la mano para sentarla en mi regazo.

—Bien, ¿qué has encontrado?

—Solo las cosas que ya sabemos, y porque he investigado a través de la página del reformatorio, en internet no hay nada sobre ellos, es como si no existieran.

—En este mundo, el internet no te va a servir, es como si buscarás algo sobre mi, o sobre ti, ¿qué encontrarás? Solo lo que queramos que el mundo sepa sobre nosotros—Acaricio su pierna—Sí quieres encontrar información sobre gente que se mueve en el mundo ilegal, ¿qué necesitas?

Ni siquiera piensa antes de responder—Contactos.

—Así es, bonita—Dejo un beso en su cabello—Sí quieres encontrar algo debes pensar con cabeza fría, sigues alterada, y así no razonas lo suficiente.

—Ya no estoy alterada...

—No me mientas—Interrumpo—Tus manos siguen temblando, muerdes tu labio de manera inconsciente debido a la ansiedad, y tu respiración es irregular.

—Vale, quizá si sigo un poco alterada.

—Entonces necesito que te calmes, no tienes opción, debes empezar a pensar con calma, o no llegaremos a nada.

—Está bien—Respira profundamente, y deja salir el aire despacio.

—Bien, ¿quieres continuar o prefieres tomarte unos minutos?

—Continuemos, necesito saber algo de mi hermana, que esté con ellos me tiene nerviosa, y no podré estar tranquila, hasta saber al menos que está bien—Explica—Yo no tengo contactos, mi único contacto es Natanael, y como verás, se especializa en entrenar gente, asesinos más bien, esos tipos son un arma de carne y hueso, están entrenados para matar lo que consideren una amenaza. Él es lo único que tengo, me desligue de este mundo hace meses.

Me tomo un momento para pensar, conozco demasiada gente, pero muchos de ellos no me sirven, sé que los chicos tenían una vida antes de conocerme, cuando llegaron a mi ya tenían un par de problema legales, nada que fuera la gran cosa, pero no eran unos santos, pero no creo que conozcan a alguien que nos ayude con lo que necesitamos.

Mi mente se encarga de repasar rápidamente los contactos que tengo, para que situaciones me sirven, y que tan leales me son, no me puedo arriesgar a buscar a alguien, que luego me pueda vender, más que conocimiento necesito lealtad, si no me puede ofrecer ambas, no me sirve.

Lealtad y conocimiento, ¿quién es perfecto para este trabajo?

Entonces como si me estuviera olvidando de una persona importante, mi cabeza me manda el nombre de quién me ayudará sin pensarlo, porque me debe una, y porque tiene lo que necesito y más.

—Debra—Digo sin pensar.

—¿Debra, quién es?—Sube una ceja.

—Debra Blade, una vieja amiga, tendré que llamarla, pero nos ayudará, eso puedo jurartelo.

—¿Es de confianza?

—Cuando veas el mundo en que se mueve, te dará miedo fallarle, la confianza para esa gente es lo más importante, no puedes desconfiar de tu gente, menos sí estás seguro de que son leales, la deslealtad ahí se paga con muerte.

—Confío en ti—Me sonríe—¿Cuándo puedes llamarla?

—Ahora mismo, ya está por amanecer.

Doy una palmada suave en su muslo, y ella se pone de pie, su semblante me dice que está algo confundida aún, más no pregunta nada.

Me alejo yéndome a la entrada, en busca de mejor señal, Madelaine no me sigue, pero puedo sentir su mirada en la espalda.

Marco el número que recuerdo a la perfección, y sé que nunca cambia, timbra varias veces y por un momento pienso que no responderá, pero su voz llega a mis oídos, justo cuando estoy por dejar de insistir.

—¿Bueno?—Tose y sonrió al escuchar una maldición de su parte.

Siempre he creído que Debra tiene una voz preciosa, es melodiosa, suave, y de cierta manera es tierna, aún así es imponente cuando debe serlo.

—Debra—Pronuncio.

—Devil Roux—Dice con lentitud—¿Y este milagro? ¿Te adentraste en el mundo de los muertos, y recordaste que tienes una amiga por estos lados?

—Deja el drama, odias que te llamen—Ruedo los ojos.

—Es verdad—Se ríe con soltura—Pero si eres tú, no me quejo, dulzura.

—Ah, claro, ahora te llamaré diario y hablaremos por horas, como dos enamorados—Replico con sarcasmo.

—Yo encantada, sabes que me encanta oír tu voz.

—Sí no supiera que eres muy buena para mentir, hasta te creería.

Ambos reímos, y por un segundo siento tranquilidad.

—Supongo que esta llamada no ha sido para saber como estoy, pero si es así, divina, como siempre—El ego de esta mujer no muere—Pero como sé que no es así, dime que es lo que quieres, cariño.

Tomo una bocanada de aire—Estoy metido en un lío, necesito ayuda en un par de cosas, prácticamente estoy en ceros, y necesito idear un plan, pero para eso necesito una mano derecha, un cerebro veloz e inteligente, y claramente, un ser astuto, y malicioso.

—Soy perfecta para el trabajo entonces.

—Así es, Blade, por eso te llamé.

—Te enviaré unas coordenadas—Suelta una risita coqueta—Ven a mí, Devil.

Es lo último que dice antes de que la llamada muera, y unas coordenadas se apoderen de la pantalla.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora