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La tarde acaba para nosotros y volvemos a casa, mis hermanos están exhaustos y apenas se despiden de los chicos, suben a sus cuartos a descansar, jugaron demasiado, realmente hoy todos parecían unos niños pequeños, y creo que lo necesitaban, tiene...

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La tarde acaba para nosotros y volvemos a casa, mis hermanos están exhaustos y apenas se despiden de los chicos, suben a sus cuartos a descansar, jugaron demasiado, realmente hoy todos parecían unos niños pequeños, y creo que lo necesitaban, tienen unas sonrisas diferentes en sus rostros.

—Hasta luego—Me asomo por la ventana del piloto, ocupada por Antonella—No se metan en problemas.

—Eso te decimos a ti—André entrecierra los ojos en mi dirección—¿Irás a trabajar hoy?

—Hoy no trabajo, voy a descansar, lo necesito.

—Bien, ya tienes el número de todos, cualquier cosa, no dudes en llamar.

A veces siento que André es como el papá de este grupo, parece el más responsable, y serio la mayor parte del tiempo, aunque también es bastante gracioso y tierno.

—Sí sí—Choco los cinco con todos—Gracias por traerme, nos vemos.

Todos se despiden, y observo como el carro se va alejando, cuando los pierdo de vista entro a la casa, también estoy muerta, deje todas mis energías en esa moto, y en el resto de juegos que se les ocurrían. Subo a ver a mi mamá, está dormida, como costumbre le reviso los signos vitales, y la temperatura, parece estar todo en orden, así que le pongo una manta encima y me voy a mi habitación.

Me quito toda la ropa buscando algo más cómodo para dormir, opto por calcetines y un conjunto que tengo hace años, está súper desgastado pero estoy acostumbrada a dormir con él, así que me he negado a tirarlo.

Me meto entre las cobijas, el frío empieza a hacerse presente, y que las ventanas estén empañadas me lo confirma, prendo el televisor que nunca veo, solo lo enciendo para disfrazar tanto silencio.

Estoy por quedarme dormida cuando mi celular vibra repetidas veces, anunciando la llegada de varios mensajes, resopló desbloqueando la pantalla, y viendo quién es.

Mejor dicho, quienes son.

Veo un grupo que antes no estaba, el nombre me hace sonreír, y ya sé de quienes se trata.

Hablo un rato con ellos mediante mensajes, fotos y audios, pero treinta minutos luego termino despidiéndome, el sueño está acabando conmigo, les deseo una buena noche, y pongo el celular debajo de la almohada para irme a dormir. No pasa mucho tiempo y lo logro, cayendo en un sueño profundo por varias horas.

Me acomodo buscando comodidad, tengo demasiadas almohadas y varias terminan en el piso, me subo la cobija a la altura de los ojos, queriendo evitar la ligera luz que entra por mi balcón, no importa cuanto cierre las cortinas, siempre termina entrado un poco de iluminación de la calle, y hoy me molesta más que de costumbre. Le doy la espalda al balcón y creo que logro conseguir una posición agradable, así que vuelvo a intentar dormir.

Abrazo una almohada disponiéndome a seguir con mi siesta, pero la acción queda a medias cuando el estallido de los vidrios me hace levantar aturdida, los cristales se esparcen por todo mi cuarto, no dudo en levantarme a intentar ver quién fue, pero solo veo una moto irse a todo dar.

—Mierda...

Acabaron con mi ventanal, la piedra que roza mi tobillo fue la culpable de que no quede nada de lo que antes era mi ventana, la tomo quitando una pequeña cinta que tiene amarrada junto a un papel, veo la hoja que no tiene más que una calavera y un corazón dibujado, lo arrugo tirandolo por el balcón, es obvio quienes han sido.

Mi mente reacciona mandado la imagen de mis hermanos, haciéndome correr a sus habitaciones, a ver que estén bien.

—¿Enano?—Lo busco en la oscuridad llegando a su cama, prendo mi linterna y verifico que está bien.

Repito el recorrido con Saskya que duerme plácidamente, ninguno parece haber sentido el escándalo, y duermen tranquilos.

Texteo un mensaje en el grupo, sin esperar respuesta, solo para avisar.

Acaban de hacer mierda mi ventanal.

Aquí también, rompieron dos ventanas de la sala.

La respuesta de Gastón me toma desprevenida, es imposible que hayan sido los mismos que yo vi, hay mucha más gente de la que creemos, involucradas en esto.

¿Están todos bien?

Sí, ¿tú lo estás?

Sí.

Que bueno, iré a calmar a Asly, avísanos cualquier cosa, Mad.

No me despido y dejo que se vaya, apago el celular buscando algo con que recoger el desastre, cuidando de no cortarme, tomo la piedra y la tiro a la calle también, no puedo dormir aquí, podría ser peligroso, así que termino de limpiar, cierro con llave la habitación, y me voy a dormir a la sala.

El sofá es cómodo y me permitirá estar al pendiente, no sé si quieran intentar entrar, o piensen en volver, y debido a esos pensamientos paranoicos no pego el ojo en toda la noche, no le despego la mirada a la puerta de entrada, y camino por la casa un par de veces a lo largo de la madrugada, pongo seguro en todas las puertas y ventanas, y las próximas horas me quedo sentada con un cuchillo a mi lado.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora