40

412 25 0
                                    

El arma tiembla entre mis manos, no sé si es la adrenalina o el miedo, sólo sé que pudimos haber muerto ahí dentro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El arma tiembla entre mis manos, no sé si es la adrenalina o el miedo, sólo sé que pudimos haber muerto ahí dentro.

—¡Gastón!—Devil insiste mediante el intercomunicador.

Los demás nunca llegaron a la salida de emergencia, no sabemos si salieron de la mansión, los nervios están por el aire, y Devil no ha parado de hablarles, desde que abordamos la camioneta.

—¡Reportense, joder!—Empieza a desesperarse.

Silencio absoluto.

—Antonella...—Todos lo vemos a la expectativa, y siento mi corazón acelerarse—¡Chicos!

No hay respuesta, el ambiente se pone tenso, y Devil estrella el puño contra la ventana.

—¡Les estoy hablando!—Nada—¡Asly!

—¡Aquí estamos!—Soltamos un suspiro tras la voz de Antonella—¡Asly está lastimada, no puede caminar!

—¡Diríjanse al punto de encuentro, allá la ayudaremos!—Ordena.

—¡Entendido!

Perdemos comunicación, y por alguna razón mis ojos se llenan de lágrimas, sólo espero que Asly esté bien, que no sea nada grave, o me culparé por ello.

Busco la mano de Devil, entrelazando nuestros dedos, queriendo apagar sus miedos.

—Señora, hay una camioneta detrás de nosotros—El hombre de Debra, capta nuestra atención.

—Preparen armas—Obedecemos quitando el seguro de las pistolas—Plan de escape, toma la vía acordada—Le exige al conductor—¡Ahora!

Da una vuelta con brusquedad, saliendo de la carretera, obligándonos a sujetarnos de lo que podemos, Devil se sostiene del asiento que tiene enfrente, y manda su brazo libre, por encima de mi pecho, logrando mantenerme en mi lugar.

El otro vehículo imita la maniobra, quedando en la misma vía que nosotros.

—¡Rápido, rápido!—Debra golpea el brazo del piloto, y este hunde el acelerador.

Natanael, Devil y yo, nos volteamos para ver por la ventana, queriendo vigilar los movimientos del otro auto.

—Nos van a atacar—Avisa Natanael—Estoy seguro, van a disparar.

Y como si lo hubieran escuchado, dos hombres sacan el cuerpo por las ventanas, disparando a diestra y siniestra.

—¡Muévete a sacarnos de aquí!—Grita Devil antes de abandonar su puesto, saliendo para disparar también.

Natanael lo imita, regresando el ataque, el sonido de las balas al impactar en la camioneta, me pone los pelos de punta.

—¡Abre el techo!—El conductor me obedece, abriendo el sunroof.

Me pongo de pie, sacando la mitad del cuerpo, disparando hacía los tipos que no dejan de atacarnos. Me agacho cuando uno apunta justo a mi dirección, soltando el tiro que me estremece.

Debra también sale por la ventana de copiloto, con una ametralladora en mano, logrando derribar a uno de los hombres, y el resto nos encargamos del otro, quién termina adentrándose nuevamente a su camioneta.

Hacemos lo mismo, volviendo a nuestros puestos, aprovechando para tomar más municiones, y recargar las armas.

Ellos no intentan derribarnos por nada, ni siquiera por los muertos que hubo en la mansión. Ellos saben que tenemos a Kenay, y seguramente deben protegerlo, así que Kyle y Davis, no tardarán en enterarse del secuestro de su hermano menor.

Grito cuando nos embisten por detrás, haciendo que la camioneta se desvíe un poco.

—¡Idiotas!—Protesta Debra, cuando la acción se repite dos veces más—¡Esquivalos!

Su hombre intenta cumplir la orden, pero es difícil ya que tenemos algunos árboles, y arbustos a nuestro alrededor, y debe tener cuidado para no chocar con algo.

—No podemos salir de aquí sin perderlos—Réplica Devil.

El conductor pone su mayor esfuerzo, incluso cuando vuelven a chocarnos, mantiene la camioneta estable.

—Hay que derribarlos, señora, es casi imposible esquivarlos, el espacio no me lo permite.

—Carajo...—La pelinegra se pasa las manos por la cara—Haz lo que puedas—Nos mira—Y ustedes tomen las ametralladoras de la parte trasera, hay que sacar a estos cabrones como sea de nuestro camino.

Asentimos, y todos agarramos una, las ventanas vuelven a abrirse, y tras una señal, cada uno salimos a disparar sin importarnos a que, o quién le estemos dando.

Varias chispas saltan cuando las balas impactan en los vidrios, el capo, y el parachoques.

No nos detenemos, hasta que logramos, desestabilizar la camioneta, y seguimos arremetiendo con todo lo que tenemos, el chillido que producen los neumáticos me aturde, pero sonrió satisfecha, al ver cómo pierden el control, volcandose y dejándonos vía libre para huir.

—¡Qué puta locura!—Natanael nos contagia la emoción—Jamás había hecho algo así.

—Dímelo a mi—Respondo provocando la risa de los presentes.

El chófer se apresura a llevarnos a la cabaña que tenemos como punto de encuentro, desde lejos puedo ver que los chicos ya llegaron, Antonella y Gastón se encuentran apoyados en su camioneta esperando.

Saltamos del auto sin que termine de detenerse por completo, y sé que todos buscamos lo mismo.

Gastón abre la puerta, sacando a Asly de la camioneta entre sus brazos, busco la herida, imaginando lo peor. Junto a ellos salen André y Destiny.

—¿Qué te pasó?—Devil se acerca a revisarla.

—Me doble el pie, rodé algunos escalones mientras escapaba—Explica—Me duele un montón.

—Vamos adentro.

Pasamos a la cabaña, dónde Natanael la inspecciona con calma, masajea su pie, hasta que Asly dice que el dolor parece disminuir, él afirma que quizá solo es el golpe, pero se verá con los días, por ahora, le ponen hielo, y la dejan en su habitación para que pueda descansar.

Un problema menos, pero Asly no era el mayor de nuestros problemas, al contrario, puedo ver que las cosas están por salirse de control, cuando volteo, y tengo los ojos de Kenay Murphy clavados en mi, el odio en su mirada es más que obvio, y forcejea con las cuerdas que lo mantienen atado a la silla.

Todos fijan su atención en él, y los pasos que resuenan en las escaleras, nos hacen ver al hombre que baja con tranquilidad, quitándose el blazer vinotinto con calma, hasta quedar enfrente del chico que a pesar de estar en la situación en la que se encuentra, no demuestra miedo.

—Hola, Kenay—Habla Devil cuando se agacha para quedar a su altura—¿Sabes quién soy? Estoy seguro de que sí.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora