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El mensaje con unas coordenadas llega, las ponemos en el GPS, y Antonella se encarga de conducir tan rápido como puede

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El mensaje con unas coordenadas llega, las ponemos en el GPS, y Antonella se encarga de conducir tan rápido como puede.

No dejo de jugar con mis manos, estoy demasiado ansioso, y el trayecto se me hace eterno.

Siento como vamos frenando de a poco, y le doy un vistazo al lugar, es escalofriante, jamás había venido por aquí.

—¿Es aquí?—André habla por todos.

—Es el lugar que marca el GPS.

—No hay ni un alma aquí, y un montón de casas rarisimas, ¿en qué tipo de barrio estamos metidos?—Gastón no sabe disimular, así que su cara de asco es más que evidente.

—Sonaste como un cabrón clasista, que asco—Lo regaña Asly.

—No es clasismo, es realismo, esto parece un barrio de mala muerte, y estoy seguro que lo es—Señala a través de su ventana—¿No lo ven? Ni siquiera hay luz, y esos grafitis dan miedo.

—Cállate ya—Impongo.

El sonido de una moto hace que todos nos pongamos alertas, veo las luces a lo lejos, viene a todo dar, y cuando logro distinguir a la persona que viene de copiloto, me relajo.

Bajo del auto y todos me siguen, nos quedamos quietos esperando a que frenen, parece incluso que nos van a atropellar, pero frenan unos centímetros lejos de nosotros.

Madelaine baja quitándose el casco, y no parece tranquila, al contrario, está nerviosa, lo puedo notar por la manera en que tiemblan sus manos.

El piloto hace lo mismo, se baja y tiene un tamaño algo intimidante, alarga su mano entrelazando sus dedos con los de Madelaine, siento como los celos me remueven, pero no hago nada.

—Disculpen a la chica, la adrenalina le ha quitado el habla—Alzo una ceja—Me presento, soy Natanael, se las devolví sana y salva.

—¿Dónde estaban?—Le pregunto a Madelaine—¿Por qué estás tan asustada?

No hay respuesta, ni siquiera me mira.

—¿Sí te das cuenta que preocupaste a todos?—Me ignora—¡Habla, Madelaine!

—No hace falta que le grites—Se mete su amigo—Está afectada, ¿puedes al menos preguntar como está antes de ser todo un cabrón?

—Tú no te metas, que no estoy hablando contigo—Me acerco a él.

—A mi no me asustas, Devil—Me encara—No te quieras hacer el malo conmigo, sé bien quién eres.

—¿Cómo me estás hablando?

—Ya basta—La mujer a su lado por fin habla—Estoy bien, lamento haberlos preocupado.

—Sigues sin responder donde estabas.

—¿Por qué te importa tanto?—Me mira.

—Me tienes que estar jodiendo...

No me da tiempo de hablar cuando el motor de otros autos se hacen presente, todos nos alineamos para ver quienes son, cuento cinco motos, y detrás de ellas una camioneta.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora