Bajo a Madelaine entre mis brazos, todos entramos algo cabizbajos, nadie fue capaz de decir algo en el camino, excepto Antonella que se dedicó a guiar al conductor.
La sala de mi casa me recibe, junto al niño que me mira esperanzado, y su mirada se ilumina aún más al ver a quién traigo cargada.
—¡Mad!—Corre hasta llegar a nosotros, pero arruga las cejas al no tener respuesta de parte de su hermana—¿Qué le pasó? ¿Por qué no responde?
—Está dormida, venía muy cansada—Le explica Antonella—Cuando se despierte, estará muy feliz de verte.
—Oh, entiendo—Nos sonríe—Ya le he dicho que pasa mucho tiempo en ese trabajo, que debe descansar, pero es muy terca.
Pone las manos sobre su cintura, y logra sacarme una sonrisa, parece todo un anciano regañando a sus hijos.
—Yo le he dicho lo mismo—Secundo—Pero ya sabes como es.
—Sí, sí—De pronto parece percatarse de que algo falta—¿Y Saskya?
Una punzada ataca mis costillas, era una pregunta que esperaba venir, más no quería ser yo quién la respondiera.
—Ella se quedará en otra casa un par de días, te mandó a decir que te extrañará un montón, y que no veas mucha televisión sin ella—Digo lo primero que se me ocurre.
—¿Nos van a separar?
—Claro que no, solo serán un par de días, ya te explicaré bien, ¿vale?—Asiente dudoso—¿Quieres acompañarme a dejar a Madelaine en la habitación?
—Está bien—Cómo no consigue donde poner su mano, se aferra a la esquina de mi camisa.
Subimos las escaleras, y yo le pido que abra la puerta de mi cuarto, él obedece rápidamente y se adentra con toda confianza acomodando un par de almohadas.
—Para que esté más cómoda—Me explica.
—Perfecto—Le sonrió, y ubico con cuidado a Madelaine en medio de la cama.
—¿Crees que así esté bien?—Cuestiona—Ella ama dormir con muchos cojines, y tienes de muchas formas, de corazones, flores, nubes, e incluso hay uno en forma de helado—Me cuenta emocionado—Genial, ¿no?
Reviso las pulsaciones de Madelaine disimuladamente, antes de taparla con una manta—Sí, eso es genial, Tobías, ¿a ti también te gustan los cojines?
—Sí, me gustaría tener muchos, así como mi hermana—La señala—Pero solo tengo tres—Me muestra el número con sus dedos.
—Yo te regalaré muchos más, ¿te parece?
—¡Sí!—Me abraza, le correspondo con tranquilidad—Eres el mejor, Devil.
—Lo sé, pero no debo consentirte mucho, o tu hermana va a matarme—Bromeo.
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Las cicatrices de Madelaine
أدب المراهقينPor mucho que le corras al karma, siempre llegará a ti, aún así Madelaine Jost, había vivido durante años, huyendo de aquello a lo que muchos le temen. Aunque su karma, tenía lindos ojos, pero una sonrisa siniestra, y el miedo de Madelaine entre sus...