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Devil Roux:

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Devil Roux:

La casa nos da la bienvenida, y puedo sentir la tristeza rondar por aquí, como si la mala noticia hubiese llegado antes que nosotros.

Madelaine camina adelante, junto a André que lleva a Saskya cargada. La pelirroja se despertó en el camino, tuvo otra crisis nerviosa que nos costó muchísimo calmar, y cuando lo logramos, se pasó el resto del viaje abrazada a su hermana.

—¿Dónde quieres que la ponga?

—No lo sé...

Apenas y puede hablar, parece que todo lo que tenía por decir lo dejó en aquel callejón.

—Llévala a mi habitación, cúbrela ahí—André asiente tras mi orden, y se lleva a la niña al segundo piso.

Todos se dispersan en busca de espacio, creo que cada uno necesita tomarse un momento para respirar, y analizar todo lo que sucedió.

Observo a Madelaine caminar con lentitud hasta el porche, la sigo con cuidado, no quiero que vuelva a alterarse. Se sienta en uno de los escalones, y esconde su cara entre sus piernas, su llanto se escucha hasta aquí, y prefiero no acercarme, necesita estar sola.

Me alejo yéndome a la cocina, donde me sirvo un vaso de agua, y me permito sentir la gravedad del asunto, estaba siendo fuerte por Madelaine, por más que estuviera afectandome la situación.

No pasé mucho tiempo con Saskya, pero no necesitas de eso para quererla, era una niña llena de brillo, por donde se movía dejaba ese rastro de pureza y delicadeza, era extremadamente risueña, todo le hacía gracia, y no dudaba en soltar carcajadas que hacían que su estómago doliera.

No necesité de años a su lado para tomarle cariño, y aunque no hubiese logrado quererla, la muerte de un ser tan pequeño e inocente, con toda una vida por delante, miles de cosas por vivir, y tanto por aportar al mundo, siempre dolerá.

Recuerdo su chiste de Disney, "ella era miércoles" y una sonrisa nostálgica se extiende en mi rostro, pero es borrada rápidamente, al recordar al niño que seguramente la está esperando en casa. Natanael dio la orden de que lo llevarán a un hotel, no era seguro que estuviera aquí, y no nos podíamos arriesgar, así que está con uno de los hombres del moreno, más que protegido.

Tobías era su complemento, y ella el de él, brillaban juntos, y pensar que ahora él tendrá que crecer sin ella, y en algún punto de su vida asimilar que nunca volverá, es frustrante, y doloroso.

El carraspeo por parte de Debra me saca de mis pensamientos.

—¿Dónde está ella?—Jala un banquito tomando asiento.

—En el porche, creí que necesitaba un momento a solas, y la dejé ahí.

—¿Qué más soledad que la qué está sintiendo ahora?—Me juzga—Esa mujer necesita apoyo, Devil, está más que destrozada.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora