45 (Capitulo largo)

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Madelaine Jost:

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Madelaine Jost:

El frío nos envuelve, abrazo a Devil en busca de comodidad, en un gesto inconsciente me acaricia la espalda, haciéndome relajar, y dejándome dormida por un par de horas más.

La tranquilidad se evapora cuando entran a nuestra habitación pateando la puerta, me sobresalto, tapándome el pecho con la cobija.

—¡Roux!—Debra golpea su pierna—Tu casa...

—¿Qué mierdas te pasa?—Se sienta—No hay necesidad de entrar así.

—¡Tu casa, idiota!—Repite.

—¿¡Qué pasa con mi casa, Blade!?—Se estresa.

Mi corazón empieza a latir con rapidez, y el mal presentimiento se hace presente.

—¡Está en llamas!

—¿¡Qué!?—El grito nos sale al unísono.

No tardamos en ponernos de pie, tomando las primeras prendas que encontramos, me pongo un short lo más rápido que puedo, y hago lo mismo con las zapatillas, para cuando quiero alcanzar mi camiseta, tengo a Devil en frente, poniéndome un suéter con cierta brusquedad, gracias a la rapidez con que lo hace.

—¿Cómo lo sabes?—Me toma de la mano—¿¡Cómo lo sabes, Debra!?—Se desespera.

—Amor, no hace falta gritar...—Intento aliviar el ambiente.

—Déjalo, es un maleducado cuando le conviene—La pelinegra aprieta la mandíbula—Míralo tú—Le golpea el pecho con el celular.

Ambos fijamos nuestra atención en el móvil, que nos muestra una perfecta imagen, del segundo piso prendido en fuego, aparto la mirada cuando los vidrios de una ventana salen volando por todos lados.

—Carajo—Se le acelera la respiración—¡Hijos de perra!

El teléfono sale disparado, estrellándose contra la pared, doy un paso hacía atrás, y Debra mira la escena con la boca entreabierta.

—¿Qué te sucede? Era mi teléfono, maldito animal.

—Lo... Lo repondré—Se pasa las manos por el cabello—¿Hay algo que hacer?

—André llamó a los bomberos, ya van para allá—Nos señala la puerta—Recojan rápido, que nos vamos.

Empiezo a meter la ropa que está por fuera, junto a otras cosas, Devil se quedó paralizado, así que me hago cargo de la tarea, cerrando las maletas con ayuda de Debra.

—Oye—Lo llamo—Devil...

Toco su brazo, pero sigue con la mirada perdida.

—Necesito que reacciones—Insisto.

No soy yo quién capta su atención, es Debra, aunque no lo hace de la mejor manera, al contrario, manda un golpe en su brazo, que hace que volteé a verla preso de la ira.

Las cicatrices de MadelaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora