sour • soobin

Prólogo

—Estoy listo para decirles, Soob —anunció Beomgyu.

Los dos regresaron de esquiar hacia la habitación que compartían en la cabaña de los padres del menor. Estaban pasando en Alaska sus vacaciones de Invierno.

—¿A tus padres?

—Ajá. Espero no sea una mala idea.

—Para nada lo es —Soobin se retira los zapatos y su enorme chamarra, y se acuesta en la cama—. ¿Si no que otra opción habría?

—Escaparme de casa.

—Esa sería la peor idea. Que no se te vuelva a ocurrir eso.

Beomgyu se sentó en su cama, revisando su teléfono. Buscó el contacto de Lia en la aplicación de mensajes, listo para comentarle la noticia.

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Lia sonríe, al ver el mensaje de Beomgyu diciendo "hoy es el día". Mordió su labio, y estaba por responderle, hasta que sintió un brazo rodeando su cintura.

—Hey, princesa —dijo Yeonjun, dándole un beso en su mejilla.

—¿Qué ocurre, Jjunie? —preguntó. Ambos estaban en casa de la tía de Lia.

Él iba a visitarla cada que podía, entre 1 a 4 veces por semana. En ese último mes Yeonjun se la había pasado acompañándola y dándole el mayor apoyo.

Lo que tenían, era complicado. Eran amigos, que aún tenían cariño hacia el otro, actuaban, se tocaban y hacían muchas cosas que hacían los novios. Pero no lo eran.

—Hay un muérdago encima de nosotros —le comenzó a dar besos en todo su cuello, a la vez que ella volteaba hacia arriba, y se daba cuenta que en efecto, estaba ahí pegado en el techo.

Ella se rió, y posteriormente se dieron un beso. Desinteresados en quien más pudiera verlos. Con una mano él atrapó su trasero, dió una nalgada lo suficientemente fuerte para dejarle una marca roja.

Pero a ella le encantaba.

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Habían pasado unas cuantas horas. Ya era el momento de la cena. Pidieron pizza, estaban todos sentados en la mesa.

Beomgyu miró a su amigo, y este asintió en señal de apoyo.

—Papá, mamá... Tengo algo que decirles —dijo.

—Ok, ¿qué pasa? —respondió la madre. El chico tomó aire, y se decidió a hablar.

—Yo... Es sobre mi futuro. Yo quiero confesarles que... Quiero dedicarme a la producción musical. Es mi pasión, y tengo material que quisiera utilizar como mi portafolio. No les dije, pero... Ya conseguí el contacto de el CEO de una disquera, haré todo lo que tenga que hacer para ser exitoso en esta industria... Esto es lo más que he querido, y no echaré para atrás mi sueño.

Los dos adultos se quedaron atónitos, y su padre golpeó la mesa con su puño.

—¡¿Qué estupidez estás diciendo?! Consigue una carrera que si te saque provecho. Estudiar producción musical no te garantizara ningún éxito.

—Yo no quiero estudiar. Yo ya decidí lo que quiero dedicarme, y soy capaz de emanciparme. Dentro de 3 meses cumpliré 18, así que ya estoy suficientemente grande para tomar esta decisión.

—¡¿Qué?! ¡Ni siquiera saber hacerte un sandwich tú solo y crees que vivir solo va a ser lo mejor para tí?! Ni lo pienses, te vas a morir de hambre.

—Ya lo pensé. No quiero seguir el camino que están moldeando para mí. No me interesa la Universidad, quiero hacer música. Y para no causarles problemas, es mejor que me vaya de la casa.

Su padre estaba molesto, y su madre parecía estar más desilusionada.

—Vaya forma de arruinar nuestras vacaciones —se levantó el hombre, y se retiró de la mesa.