UNDER CONTROL ━━ hermione granger

1.2

—¡Xavier Eridanus Black! ¡Suelta ese libro o me volveré loco!

El mencionado alzó unos centímetros su mirada del libro de "Hechizos Avanzados para la Defensa Contra las Artes Oscuras", mirando a su amigo, Ben, quien comía varitas de regaliz como si no hubiera un mañana.

—Ya estás loco, Benjamin—Se burló el chico, pero terminó haciéndole caso, cerrando su libro y quitándole una varita para llevarla a su boca—. Me siento traicionado, Cho debería estar aquí, pero está comiéndole la boca a su novio patético luego de habernos dejado como guardianes de sus cosas. No soy un elfo doméstico.

—Si sigues así, creeré que te gusta Cho—Respondió Ben, recibiendo una mirada de asco de parte de Xavier.

—No seas imbécil. Cho es como una hermana para mi—Respondió Black, retomando su compostura seria—. Diggory solo me ha dado muchas malas impresiones desde que comenzó a salir con Cho. ¿Recuerdas como le sonrió a Marietta antes de ayudarle con sus cosas el curso pasado?

—Cedric es amable, Xavier—Se burló Ben—. Así son los tejones.

—Esa supuesta "amabilidad" da para ocupar mucha imaginación—Xavier se levantó de su lugar—. Si me disculpas, iré por algunos pasteles de calabaza, y también, a traer a Cho si la encuentro en el camino.

Xavier salió del compartimiento en donde estaba para luego caminar por el pasillo. Solo habían algunos cuantos chicos y chicas rondando por el lugar, por lo que fue fácil reconocer la cabellera rubia de su hermano, siendo rodeado por sus dos amigos gorilas, Crabbe y Goyle.

Se abrió paso entre ellos y posó una de sus manos en el hombro de Draco, mirando al interior del compartimiento que habían abierto, alzando una ceja al percatarse que era ocupado por el famoso trío de oro, es decir, por Harry Potter y sus amigos, junto a un hombre desconocido, quien parecía dormir.

—Draco, es mejor que no pierdas tu tiempo aquí y vuelvas a tu compartimiento—Murmuró Xavier, manteniendo su semblante sereno—. Ese hombre es profesor.

La advertencia del chico bastó para que Draco se fuera de allí junto a sus amigos, dejándole allí, frente a la mirada espectante de los tres adolescentes.

Xavier, rara vez, interactuaba con el trío de Gryffindors, principalmente, porque eran de casas diferentes y él estaba en un año mayor a ellos, pero algunas veces se había cruzado a Potter en el campo de Quidditch y en los partidos, en donde era Cazador, mientras que con Granger, le había visto y hablado alguna vez en la biblioteca, en donde nadie le vería.

El chico Black nunca le había importado la pureza de sangre como todos creerían, porque su madre, en su lecho de muerte, le dijo que «No estaba mal relacionarse con alguien diferente a él en cuanto a la pureza de sangre, porque si él era feliz, todo estaba bien».

Aún así, debía mantener su reputación, solo hasta que llegara el punto en donde ya pudiera ser como era. Alguien sin prejuicios.

—Tengan un buen viaje, Potter, Granger, Weasley.

Se dirigió a los tres, cerrando la puerta del compartimiento y siguiendo con su camino, sabiendo que su presencia daría de qué hablar en aquel compartimiento, oyendo su nombre casi como un susurro por la lejanía mientras seguía caminando.

Encontró a Cho junto al carrito de dulces, apresurándose en pagar los dulces que su amiga iba a comprar, sacando algunos para él.

—¿Ya te aburriste de tu novio tejón?—Bromeó el chico, caminando junto a la Ravenclaw.

—Cállate, cabeza de puerco—Xavier rio cuando Cho le golpeó sin fuerza—. Somos una pareja que sabe administrar su tiempo, así que ahora me toca pasar tiempo con mis amigos solterones.

—Seré un solterón exitoso y millonario—Respondió Xavier, dejando pasar a la chica primero al compartimiento cuando llegaron, cerrando detrás de él—, ¿De qué podría quejarme?

—Terminarás solo, Xavier—Se burló Ben, uniéndose a la conversación—. Y yo no seré un solterón por siempre. Terminaré este curso con la belleza de Juliana Haaland como mi novia.

—Claro, si es que no te haces en los pantalones antes de hablarle—Se carcajeó Xavier, recordando como Ben se congelaba cada vez que quería hablarle a esa chica Hufflepuff.

Podrían haber seguido jugueteando entre ellos, pero el silencio reinó de golpe cuando el tren de detuvo de manera repentina. Xavier miró por la empañada ventana, y forzando un poco la vista para ver entre las gotas de lluvia pegadas en el vidrio y la neblina del ambiente, que estaban en medio de la nada. Aquello le provocó un mal presentimiento, sacando su varita ante cualquier emergencia.

De un momento a otro, sintió frío, y de golpe, la luz del compartimiento desapareció, quedando completamente a oscuras, solo hasta que utilizó el hechizo Lumos para iluminado un poco, observando las caras aterradas de sus amigos.

Giró su cabeza hacia la ventana al sentir una extraña presencia, siendo lo que más temía que fuera: Dementores.

El tren, seguramente, se encontraba rodeado de Dementores en búsqueda de su hermano mayor, y de tan solo pensarlo, sus puños se apretaron. Todo parecía ocurrir a raíz de su desgraciado hermano mayor.

—Quédense aquí, volveré en un minuto.

Xavier no podía arriesgar a sus amigos a someterse a la presencia de aquellas bestias, así que, las atraería a él.

El chico Black era el único que vagaba por el largo pasillo qué unía todos los vagones del tren, deteniéndose de golpe al notar una negra sombra a unos metros. Apretó su varita entre sus manos, y pensó que, finalmente, probaría si era capaz de realizar un encantamiento Patronus corpóreo. Nunca había logrado realizar uno, alcanzando solo el incorpóreo el curso pasado y a escondidas, y ahora parecía ser un "ahora o nunca".

Vio a la figura sombría acercarse a él con rapidez, y solo alcanzó a apretar un poco sus ojos y recordar los pocos momentos felices que llegó a tener en su vida, y también, concentrándose en su auto confianza.

Y gritó.

—¡Expecto Patronum!

Sus ojos se abrieron cuando sintió su varita vibrar en sus manos, observando el preciso momento en que, de la punta de esta, comenzaba a surgir una extraña figura, hasta que una majuestosa pantera se formó a unos metros de él, iluminando el lugar casi como si fuera un sol propio, ahuyentando así, al Dementor frente a él.