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Xavier caminó con una de sus manos oculta en el bolsillo de su chaqueta de cuero negra, y con la otra, sosteniendo el cigarrillo que había encendido hace unos segundos, caminando por Tottenham Court Road como cada noche libre que tenía, con su perfil levemente oculto por una gorra.

El pequeño apartamento donde vivía quedaba a unas calles de aquella avenida, por lo que solía pasear de vez en cuando por allí, deteniéndose en una pequeña cafetería nocturna a la cual ingresó luego de ver a tres personas hacer lo mismo, pisando su cigarillo antes de hacerlo.

Esa noche podría haber sido como cualquier otra en donde no tenía que actuar bajo las ordenes de Lord Voldemort, pero, considerando que el Ministerio de Magia había sido desmantelado esa misma noche, y que habían perdido el rastro de Potter, Weasley y Granger de aquella boda en la Madriguera, había terminado por recorrer la zona en busca de alguna señal de aquel trío, antes de que algún otro mortífago los encontrara antes que él. Y ciertamente, fue afortunado de encontrarles.

Se deslizó en silencio en una mesa contra la pared del lugar, sin siquiera hacerse notar. Sus sentidos se agudizaron para escuchar la conversación del trío, y habían tomado la peor elección de palabras para dirigirse a Voldemort, porque su nombre estaba maldito. Decir Voldemort el voz alta era suficiente para descubrir tu ubicación, pero parecían no darse cuenta de ello, parloteando en un tono de voz bastante audible sobre cosas que no deberían hablar en público.

Por el rabillo del ojo, se di cuenta de la nueva presencia de un par de obreros, a los cuales no tardó en identificar al ser rostros bastante conocidos: Dolohov y Rowle. Suponía que ellos habían acudido a ver quién osaba a decir el nombre del Señor Oscuro.

Se sintió como un total espectador cuando, luego de que el trío compartiera miradas con los mortífagos, los hechizos y maldiciones comenzaron a volar de un lado a otro, destrozando aquella cafetería con una aparente victoria para el trío cuando desarmaron e incapacitaron a los mortífagos.

—¿Cómo nos encontraron?—Habló Hermione—. ¿Qué haremos con ellos?

—Han dicho su nombre—La voz de Xavier resonó en la cafetería, provocando que el trío dirigieran sus miradas a este—. Está maldito, y cada vez que lo dicen, dejan al descubierto sus ubicaciones.

El chico Black sacó su varita del interior de su chaqueta, y con un movimiento de esta, las persianas de la cafetería bajaron, y la puerta principal quedó sellada. Las luces se apagaron luego de unos segundos, dejándoles casi en total oscuridad, siendo los pequeños rayos de luz lunar lo que permitía ver.

Era arriesgado. Xavier estaba arriesgando su vida al ayudarles, pero, ¿Qué más podía hacer? Estaba atado a las órdenes de Lord Voldemort y atado a un juramento inquebrantable en medio de una guerra. Sabía que en cualquier momento podría morir, ¿Por qué no actuar de forma temeraria?

—¿Qué haces aquí?—Harry escupió, con molestia—. ¿Intentarás asesinarnos? Le harías un favor a tu jefe.

—Tranquilo, niño—Xavier sonrió con burla, aunque era una sonrisa desganada—. Considérame un aliado.

Se acercó a ellos, y chocando su hombro con el de Potter, se detuvo frente a los mortífagos que permanecían tirados. Un rayo verde brotó de la varita de Black en dirección a cada mortífago, y la vida dejó de verse en los ojos de estos luego de aquellas maldiciones no-verbales.

—¿Acabas... Acabas de matarlos?—La voz de Hermione tembló al pronunciar esas palabras, y Xavier sintió su corazón estrujarse en su pecho, pero no reaccionó.

—Irán tras ustedes si no los eliminan del mapa—Murmuró el chico, abriéndose paso al sector trasero de la cafetería, en donde se encontraba la encargada del lugar, bastante distraída para siquiera darse cuenta de lo que había ocurrido—. Desmaius—La chica cayó al piso, y no tardó en pegar su varita a su frente—. Obliviate.

Dejó a la chica desmayada, dándose cuenta que el trío se encargó de limpiar el desastre, dejándolo como si nada hubiese pasado en ese lugar.

—Necesitamos un lugar seguro para escondernos—Habló Weasley—. Necesitamos tiempo para pensar si es conveniente separarnos.

—No se separen, porque eso es lo que quiere el Señor Oscuro—Murmuró Xavier—. Pero mo confíen en nadie más que ustedes mismos.

Xavier desapareció en un pestañeo del lugar, sintiendo el conocido jalón en su estómago producto de la aparición, encontrándose nuevamente en las cuatro paredes de su apartamento. Solo.

UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora