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Sus piernas temblaron cuando cayó en el césped de la Madriguera, sosteniéndose del cuerpo de Sirius, mientras ambos sostenían una percha que la Orden había ocupado como traslador para llegar aquí.

—Fue una emboscada, sabían que estaríamos allí—Habló Sirius, luego de haber sido sometido a un breve interrogatorio por Lupin, con el objetivo de saber si no había sido suplantada su identidad por algún mortífago—. Sabían que nos moveríamos precisamente esta noche.

—¿Qué les ha pasado a ustedes?—Cuestionó Lupin, caminando junto a ellos al cálido interior de la Madriguera—. No tienen buena cara...

—Nos siguieron cinco mortífagos—Comenzó Sirius—. Herí a dos y Hermione a otros dos, aunque no sabemos si están muertos o solo huyeron...

—Luego... Nos siguió el último por mucho tiempo, parecía ser el más hábil del grupo—Continuó Hermione, sintiendo su labio inferior temblar—. Ellos, los mortífagos, pueden volar... Como en una bruma densa y oscura...

—Quién-tu-sabes también puede hacer lo mismo—Siguió Sirius, soltando un suspiro—. Vimos a Xavier, él también estaba allí...—Se oyó una maldición por parte de Harry, porque era obvio que nunca le agradó el hermano menor de su padrino. Hermione, en ese momento, ya sentía las lágrimas en sus mejillas, empapándolas—. Él... Él se deshizo del mortífago que nos seguía, y nos acompañó...

—Él nos cuidó, hasta que supo que nadie más vendría por nosotros—Hermione sollozó, tapando su boca con una de sus temblorosas manos—. Luego huyó. ¡Ese mortífago estuvo a punto de asesinarnos si tan solo Xavier no hubiese aparecido!

Hermione se alejó del grupo de la Orden envuelta en sus sollozos, porque no era de sorprenderse que le diera un ataque de ansiedad luego de todos los eventos de esa noche. Sentía su corazón acelerado, y su garganta cerrada, como si sus pulmones no pudiesen recibir más oxígeno del poco que podía respirar.

Y solo deseaba tener a Xavier a su lado, porque, después de todo, seguía amándole.

[...]

Los días para Hermione eran lentos, y la aparente calma que todos querían tener en la Madriguera ante la boda de Bill y Fleur, que se realizaría en dos días más, solo le hacía enloquecer en su interior.

Junto a Harry y Ron, no habían encontrado una oportunidad para poder reunirse a solas y discutir los planes a realizar desde el momento en que desapareciera el rastreador de Harry, porque sabía con certeza que no sería un año común, sino que comenzaría la casería por los Horrocruxes: Aquellos objetos cargados de magia oscura, en donde Quién-tu-sabes había ocultado partes de su alma, con el objetivo de alcanzar la inmortalidad.

Seis objetos formaban parte de los Horrocruxes: El guardapelo de Sytherin, la copa de Hufflepuff, la diadema de Ravenclaw, el anillo de Marvolo Gaunt, el diario de Tom Riddle y Nagini, la serpiente de Quién-tu-sabes. El anillo había sido destruido por Dumbledore a finales del curso pasado, y el diario había sido destruido por Harry en segundo año; ahora solo quedaban 4 objetos, pero ninguno sabía por dónde comenzar a buscar.

—Pero... este R.A.B—Comenzó Ron, quien se había mantenido en silencio—, el que robó el verdadero guardapelo. Dijo que lo destruiría, ¿Cierto? ¡Entonces es uno menos para nosotros!

—"He robado el verdadero Horrocrux, y tengo intención de destruirlo tan pronto como pueda"—Leyó Harry, sosteniendo en su mano el horrocrux falso, y la nota en su otra mano.

—Hay que seguirle el rastro, Ronald—Añadió la chica, negando con su cabeza—. Tenemos que descubrir si fue o no destruido. Y si sigue por allí, ya sabemos cómo destruirlo.

Hermione se había dedicado a investigar sobre los Horrocruxes durante el último tiempo, y luego de haber robado los libros que contenían esa información desde el despacho de Dumbledore, no había logrado tener una noche de paz luego de haber leído las atrocidades en esas páginas; porque crear un horrocrux era prácticamente desgarrar tu alma, y repartirlas en objetos, de una forma totalmente inhumana como lo era quitar una vida ajena para ello. Lo único que se necesitaba para destruir un objeto de esa clase era algo destructivo, de forma que el horrocrux no pudiese repararse a sí mismo, algo capaz de destruir ese trozo de alma envuelto en magia oscura, el cual era capaz de poseer a alguien si se creaba algún lazo emocional con el objeto.

Lo ocurrido en su segundo año, con Ginny Weasley y el diario de Riddle tomaba más sentido: La chica había generado una conexión emocional con el diario, permitiendo que aquel trozo de alma vertido en ese objeto se apoderara completamente de ella, permitiendo que abriese así, la cámara de los secretos.

Unos toques en la puerta de aquella habitación que habían utilizado como escondite alarmó al trío, y lograron relajarse en cierta medida cuando vieron que solo se trataba de Sirius. La señora Weasley estaba al borde del ataque de nervios ante los inminentes planes del trío, por lo que buscaba cualquier oportunidad para evitar que se reunieran.

—No deberían hablar tan fuerte—Comenzó Sirius, mostrando un semblante serio en su rostro—. Molly podría haberlos escuchado, y no estaría muy feliz con ello. ¿Qué tienes en tus manos, Harry?

El chico abrió sus ojos sorpresa, e intentó torpemente esconder el guardapelo falso y la nota en sus bolsillos, pero, cuando Sirius estuvo frente a él, estirando su mano, no tardó en ceder, soltando un suspiro.

Black inspeccionó el objeto por un minuto, pero luego llevó su mirada a la nota. Su semblante pasó de una mueca neutra a una de total sorpresa, y los tres adolescentes presentes lograron ver como su rostro empalidecía, porque parecía reconocer esa caligrafía, y aquellas iniciales.

—R.A.B...—Murmuró Sirius por lo bajo, dejando nuevamente los objetos en manos de Harry—. R.A.B era mi hermano.

—¿Xavier? ¿Xavier Black?—Cuestionó Ron, extrañado.

—No... Mi otro hermano—Sirius negó con su cabeza—. R.A.B son las iniciales de Regulus Arcturus Black. Él también fue mortífago... Pero al menos, ahora sé que siempre fue bueno.

Sirius retrocedió unos pasos, y terminó por salir de aquella habitación.

UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora