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Las piernas del chico se movían rápido, esquivando los árboles que se atravesaban en su camino con agilidad. De vez en cuando, su mirada se dirigía a sus espaldas, lanzando rayos de color verde con su varita hacia quienes le perseguían, como si fuera una presa y ellos sus depredadores, aunque estaban bastante lejos de serlo; porque Xavier Black no era una presa fácil, y no parecía querer ceder ni un poco. 

Sus pasos se detuvieron abruptamente al llegar a la ribera de un extenso lago, sin tardar en tomar vuelo para saltar, salto que nunca se completó ni terminó cayendo al agua cuando desapareció de un chasquido, sin dejar rastro más que los cuerpos de los mortífagos que le perseguían en aquel bosque. 

Apareció en medio de un lujoso departamento, con una vista directa a la torre Eiffel, el cielo mostraba que la noche se acercaba con un atardecer digno de un retrato, pero sintió una varita pegarse en su nuca. 

—Gírate lentamente si no quieres morir en un segundo. 

Xavier sonrió inconscientemente al oír la femenina voz de Lea Rosier, a pesar de que saliera con odio y enfado en cada palabra, porque no podía evitar sentir cierta alegría de volver a ver a su mejor amiga luego de bastante tiempo. 

Pudo ver con claridad como el ceño fruncido de Lea se relajó, dejando que la sorpresa se dibujara en sus facciones, bajando lentamente la varita. Fue de esperarse que, en vez de ser abrazado, su rostro girara hacia un costado ante el puñetazo de la chica de baja estatura, riendo con naturalidad cuando ahora sí sintió los brazos de ella rodearle. 

—Creí que habías muerto—Murmuró la chica—. Nunca más diste señales de vida desde la última vez que nos vimos, y tampoco podía saber de ti por boca de mi abuela...

—Han sido meses complicados, Lea—Se limitó a responder el chico, haciendo una mueca, separándose unos centímetros para mirar fijamente a la chica—. Y lamento la muerte de tu abuela.

—Podría haberme dolido antes de enterarme que era una hija de perra—Lea le restó importancia—. Siempre criticaba a mi padre por haber sido un mortífago, y ella era igual, solo que nunca se ensuciaba las manos. Al menos, le agradezco no haberme dejado a la deriva y haberme criado cuando ya no tenía a nadie. 

Cortaron el abrazo, y Lea le miró de pies a cabeza, haciendo una mueca. 

—Te ves del asco, y tienes sangre seca en el rostro. Parece que no has tomado una ducha hace días—Murmuró Rosier, frunciendo el ceño—. ¿En qué estás metido, Black?

—Es una larga historia—Apretó los labios—. Y te diré todo. Solo, espera un poco. 

Xavier se limitó a relatar su vida durante los últimos meses, considerando las misiones de mortífagos, las veces que se había dedicado a evitar la posible muerte del trío de oro, en especial de Hermione, y todas las ocasiones en las que había dejado pistas a estos; hasta los últimos acontecimientos, donde entraba su herida por apuñalamiento, su deserción de los mortífagos, y su constante huida de ellos durante el último mes para sobrevivir.

Lea también le había relatado su vida durante los últimos meses: Había iniciado sus estudios para ser Sanadora, y se había alejado completamente de todo lo que significara la Segunda guerra Mágica, independizándose totalmente luego del fallecimiento de Madame Rosier, quedando, finalmente, libre de cualquier atadura a Lord Voldemort. 

El chico Black tomó una larga ducha luego de días sin hacerlo, colocándose ropa limpia que Lea había conseguido para él. La chica le ayudó a curar nuevamente la herida en su abdomen que aún no cicatrizaba por el constante movimiento, y también, le ayudó a cortar su cabello el cual ya estaba bastante largo, quedando prácticamente como nuevo. 

La noche ya había caído, y ya habían cenado algo, cuando estuvieron nuevamente sentados en la sala de estar, mirando una televisión muggle que Lea poseía en su departamento, aunque Xavier no miraba las imágenes que se reproducían en la pantalla, porque su mirada había vuelto a detenerse y quedarse fija en el rostro de su mejor amiga. Luego de un tiempo, suspiró y se decidió a mirar la pantalla, donde una película se reproducía. 

—En situaciones de incertidumbre, las personas buscan refugio en otras—Habló Lea, en voz baja—. Es decir, buscan a alguien que les proteja, que les acoja y les ame, porque nadie sabe si el día de mañana estarán vivos o muertos. Tienden a sentir la necesidad de vivir rápido: Amar, reír, llorar. Es algo psicológico, y propio del ser humano, y en caso de sobrevivir a aquellas tragedias, esas relaciones permanecen con aquel recuerdo, perdurando en el tiempo.

En la pantalla, se veía como los personajes de la película compartían un beso, en medio de lo que parecía ser un bombardeo. El fuego predominaba en sus alrededores, pero ellos parecían unirse en medio del desastre. 

Por un momento, Xavier sintió similitudes de la película con la vida real, y sintió algo de malestar en su pecho. Durante la captura de Potter, Weasley y Granger en la Mansión Malfoy, había visto como Weasley parecía empeñarse en proteger a Hermione como si su vida dependiera de ello, y también, había visto como los ojos de la chica habían buscado los del pelirrojo en ese momento. 

Había creído que solo era su imaginación, pero ahora que lo pensaba, solo era la cruda verdad. 

Pero, ¿Qué más podía esperar? Quizás, nunca estuvieron destinados, porque, mientras ella luchaba para derrotar a Voldemort, él había cooperado para él durante un tiempo. Ella tenía sus manos limpias, mientras que él tenía sus manos manchadas en sangre de gente culpable e inocente. 

Quizás nunca fueron el uno para el otro, y solo fueron un trágico error del destino.

Cuando salió de su propia meditación, el chico dirigió su mirada hacia Lea, percatándose de que ella también le miraba. La televisión ahora se encontraba apagada, y, en medio de ese departamento, solo se escuchaban sus respiraciones. 

Y no se detuvo a pensar cuando sus labios ya estaban moviéndose contra los de la chica, en un profundo beso, lleno de dudas y sentimientos inexplicables. 







UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora