Se escuchó un pequeño "crac" cuando la figura de un chico apareció en medio de un callejón sin salida, envuelto en una túnica negra que dejaba ver apenas sus labios y mentón.
Aquel chico, que era conocido como Xavier Black, caminó a paso rápido por la desierta y humedecida calle de uno de los barrios más ricos de la ciudad de Manchester, cubierta por la oscuridad de la noche, levemente iluminada por los postes cada 10 metros. Se detuvo frente a una gran mansión, con una fachada blanca, y con las luces del primer piso encendidas.
Una mujer de avanzada edad se dejó ver por la puerta principal, siendo reconocida por el chico como Elspeth Rosier, más conocida como Madame Rosier, miembro del concejo asesor del Ministerio Británico de Magia, anteriormente, del Ministerio Francés de Magia. Xavier no tardó en caminar hacia ella, ingresando a la mansión detrás de ella.
—No deberías estar aquí, Xavier—La voz perteneciente a Lea Rosier llamó su atención apenas estuvo dentro de esa mansión, viendo a la chica sentada en un sofá de la sala de estar—. Y más sabiendo para qué podrías estar aquí.
—Creí que lo más sensato era venir aquí—Xavier respondió, acercándose a su mejor amiga, sintiendo una opresión en su pecho al notar lo cansada que se veía, con ojeras oscuras alrededor de sus ojos que parecían más evidentes por lo pálida que estaba su piel—, además de considerar la desesperanzadora carta que enviaste hace tres días.
Xavier Black podría hacer todo lo posible para proteger a sus seres queridos, y era algo que demostraría hasta su lecho de muerte. Había arriesgado su vida para salvar a su hermano mayor de una inminente muerte, había puesto la seguridad de la chica que amaba por sobre la suya a pesar de todas las adversidades; y ese día, sacrificaría su propia libertad para proteger a la única persona que había confiado en él sin duda alguna.
—Era una carta de despedida, imbécil—Los ojos de Lea se llenaron de lágrimas, apretando sus puños—. Vete de aquí, Black.
Estaba dispuesto a sacrificar su libertad para otorgársela a Lea Rosier, quien había nacido en la familia equivocada, y en el momento equivocado.
El chico Black recordaba esa tarde donde habían confesado sus más oscuros secretos cuando estaban en su quinto año, donde ambos se dieron cuenta que sus historias eran parecidas: Con familiares muertos que habían servido al temido Señor Oscuro y familiares vivos que parecían repudiar a esa persona y a sus seguidoras, y luchaban por mantener la paz en el mundo mágico.
Pero solo había una pequeña diferencia: La familia de Lea solo actuaba.
Elspeth Rosier se mostraba como una aurora retirada que había ayudado a atrapar mortífagos y a combatir contra ellos a pesar de que su único hijo, padre de Lea, también fuera de ellos durante la Primera Guerra Mágica; pero la verdad era que siempre había pertenecido a ellos, como una infiltrada y leal sierva de Lord Voldemort.
Y ahora, Madame Rosier no esperaba por ver como su querida y única nieta se unía al movimiento que había resurgido en la Segunda Guerra Mágica.
Toques en la puerta principal alteraron a los presentes, y, un minuto después, Madame Rosier ingresó a la sala de estar con un nuevo invitado.
—Ya estamos todos—Habló la anciana, sonriendo con aparente amabilidad—. No debemos esperar, mi señor nos espera para la cena, y así oficializar todo este procedimiento. ¿Estás listo, Xavier?
—Claro que sí, Madame Rosier—Respondió el chico, dirigiendo su mirada al invitado—. Es un gusto verte, Lucius. ¿Cómo ha estado Draco?
—Aún no sale de su habitación—Respondió el hombre pelirrubio, arrastrando sus palabras—. No comprende aún la importancia de aquel pacto.
—Lo entenderá—Agregó Xavier—, o eso espero.
Madame Rosier agitó su varita, y la mesa que se encontraba en el centro de la sala de estar levitó y terminó en el pasillo, dejando espacio suficiente para lo que continuaba.
Xavier se arrodilló frente a la anciana, y alzó su mano derecha, la cual fue tomada por la misma mano de Madame Rosier. Lucius Malfoy se arrodilló junto a ambos, apuntando con su varita el agarre entre ambos, donde un destello dorado no tardó en aparecer como una cuerda que sostenía sus manos.
—Xavier Black—Comenzó Lucius—,¿Juras proteger a Lea Rosier ante cualquier amenaza de su integridad?
—Lo juro.
Un destello dorado salió de la varita de Lucius, uniéndose al que rodeaba las manos de Black y Rosier.
—¿Juras tomar el lugar de Lea Rosier en las tropas del Señor Oscuro durante la Segunda Guerra Mágica?
—Lo juro—Xavier sintió un nudo en su garganta cuando habló.
Un último destello dorado se dió, y la cuerda dorada desapareció. Xavier soltó la mano de Madame Rosier, sintiendo su corazón latir desbocado.
—Ya está hecho—Habló Elspeth, sonriendo. La mujer se levantó del piso, y desabotonó la manga de su blusa, dejando ver la Marca Tenebrosa en su antebrazo. Tocó la calavera con la punta de su varita, y la marca comenzó a moverse en su piel, hasta volver a estar quieta al cabo de unos segundos—. Estarán esperándonos.
Un sollozo llamó la atención de los presentes, pero solo Xavier se acercó a Lea para tratar de consolar su pena, aunque fuera el menos indicado en ese momento, porque el también sentía que podría romper en llanto. Él había tomado esa decisión, solo le quedaba sobrevivir y cuidar de sus seres queridos.
—Vamos, Lea—La voz de Xavier fue suave, tomando las manos de la chica—, tenemos que ir.
La chica Rosier asintió con su cabeza, quitando las lágrimas con las mangas de la túnica que traía puesta.
La mansión Rosier quedó desierta cuando todos desaparecieron de allí, apareciendo ahora en la mansión Malfoy, donde solo un par de metros les separaban del temido Lord Voldemort.
—Xavier Black—El chico sintió un escalofrío cuando Voldemort pronunció su nombre—, ha sido una buena decisión unirte a mi, y donde estará tú verdadera familia.
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UNDER CONTROL ━━ hermione granger
أدب الهواةEn donde el último hijo de Orión y Walburga Black, Xavier Black, tiene que soportar ser apuntado por los delitos de su hermano mayor, a quien apenas conoció. O en donde Xavier tiene que acostumbrarse a lidiar con personas curiosas acerca de su extr...