4.3

726 87 0
                                    

La mañana del uno de agosto llegó, como siempre, la carta de Hogwarts con la lista de útiles escolares necesarios para ese año, y Xavier se sintió algo decepcionado al saber que no le habían nombrado Premio Anual y seguía siendo un simple prefecto, aunque se sintió aliviado al no tener mayor carga que esa.

Ese mismo día, había salido de la casa de los Black en Grimmauld Place para dirigirse al callejón Diagon para comprar sus útiles escolares, sin asombrarse en demasía al ver lo desecho que estaba el lugar, con tiendas destrozadas y con rastros de cenizas por fuego en cada rincón, y la razón de su poco asombro era la participación que había tenido en ello; Lord Voldemort no parecía confiar en Xavier Black, y era claro que no dudaba en enviar al chico de diecisiete años a arriesgadas misiones junto a Bellatrix Lestrange por el lazo familiar que presentaban, y la obvia lealtad de Lestrange al Señor Oscuro.

Solo algunos locales en el callejón parecían mantenerse igual que antes del regreso de Lord Voldemort en cuanto a su funcionamiento, pero con las ventanas tapadas en carteles del ministerio; o así era el caso de Flourish    y    Blotts, y la tienda de Madame Malkin; pero no era el mismo destino que Ollivander's y la heladería Florean Fortescue.

Los pasos de Xavier fueron algo rápidos al introducirse a la tienda de Madame Malkin, dejando que una sonrisa de amabilidad se dibujara en su rostro cuando vio a la mujer, intercambiando un par de palabras antes de que el chico comenzara a probarse nuevas túnicas para su último año en Hogwarts. Bastaron un par de arreglos a las túnicas que se había probado, dos para uso diario y otra para quidditch, antes de estar listo para salir de allí, al mismo tiempo que veía ingresar a su prima, Narcissa, junto a Draco.

—Xavier, ¿Cómo estás?—Narcissa fue el primero en dirigirle la palabra. El chico Black se dio cuenta que su prima estaba más delgada, con el rostro pálido y cansado, por obvias razones—. Creí que te reunirías más tarde con Draco.

—Sigue en pie eso, Cissy—Respondió el chico, dirigiendo su mirada al menor—. Luego nos reuniremos, solo he venido por mis cosas para Hogwarts. Nos vemos más tarde.

Xavier se permitió abrazar a su prima, quien parecía necesitar un abrazo, y luego se despidió de un simple apretón de manos con Draco antes de seguir con su camino.

El caminar elegante de Xavier llamó la atención cuando entró a Flourish y Blotts, aunque el chico se limitó a buscar los libros que necesitaba para su último año, distrayéndose de paso con otro libros de encantamientos que llamaban su atención lo suficiente como para querer llevarlos consigo.

—¡Xavier Black! ¡No creí que te veríamos aquí hoy!

El pelinegro tuvo que apartar la mirada de los libros para encontrarse a los señores Weasley junto a Ginny, luciendo algo agitados, aunque podría suponerlo por lo angustiante que parecía ser caminar por el Callejón Diagon. 

—Es un gusto verlos—Extendió un saludo de mano al señor Weasley, aunque la señora Weasley prefirió abrazarle, para luego empujar a Ginny y obligarle, de forma poco disimulada, a besar la mejilla del chico—. Hoy ha llegado mi carta de Hogwarts y preferí venir por lo que me faltaba pronto. El ambiente está demasiado tenso como para aplazar las compras.

—Le he dicho lo mismo a Molly, las calles están muy peligrosas, pero nadie sabe si se pondrán peores que ahora—Habló el señor Weasley—. Afortunadamente, conseguí que vehículos muggles pertenecientes al Ministerio nos dejaran en el Caldero Chorreante. También vendrán por nosotros en una hora más. Deberías quedarte esta noche con nosotros en la Madriguera.

—Arthur tiene razón—La señora Weasley le miró con una sonrisa maternal que provocó sentimientos encontrados en Xavier—, Hocicos te extraña. Todos en realidad.

Fingió creer en las palabras de la mujer y asintió con su cabeza.

—Cuenten conmigo—Respondió el chico,  con una sonrisa encantadora—. Seguiré haciendo mis compras. Más tarde les veré, agradezco la invitación.

Xavier se acercó al encargado de la tienda y compró los libros que buscaba, guardándolos en el pequeño bolso que traía dentro de su abrigo, con un obvio hechizo de expansión. Se despidió por última vez de los Weasley y salió de allí, viendo que, al mismo tiempo, el Trío de Oro salía de la tienda de Madame Malkin.

El chico fingió no haberles visto y caminó hacia el boticario, en donde se encontraba una chica a las afueras de este, a quien no tardó en reconocer como Lea Rosier.

—Casi creí que no vendrías como dijiste en tu ultima carta—Habló la chica, sonriendo un poco.

Lea y Xavier no se habían visto desde lo ocurrido en esa noche, en la mansión Rosier, pero el chico no negaba que su mejor amiga parecía mucho mejor que esa vez. Seguía estando más delgada que al final de curso pasado, pero había retomado su común tono de piel y las ojeras habían desaparecido de su rostro, dejando su linda sonrisa predominar en este la mayor parte del tiempo. Lo contrario para Xavier, quien desde ese día, parecía estar bien, pero el cansancio y el peso de sus extensas mentiras le hacían sentir algo ahogado, y eso lo dejaba salir con su nuevo hábito de fumador.

—Yo creí que tú no vendrías—El chico miró su reloj—. Quedamos de reunirnos a las cuatro, y ya son las cuatro y media.

—Tu reloj debe estar malo—Se limitó a responder Lea, sin querer admitir su retraso.

Aquella media hora antes de las cinco pasó rápidamente, y cuando dieron las cinco en punto, un cigarrillo terminó entre los labios de Xavier, encendido, y dando pequeñas caladas a este mientras caminaban a paso relajado junto a Lea en dirección al Callejón Knockturn, el cual también se encontraba desierto.

Fuera de la tienda de Borgin y Burkes, Draco y Narcissa ya se encontraban esperando por ellos, y sin decir nada, los cuatro ingresaron a la tienda para investigar acerca del dichoso Armario Evanescente, siendo el chico Black el último en entrar luego de pisar la colilla de cigarrillo y mirar a su alrededor por precaución.

Xavier se mantuvo algo distraído mientras Draco hablaba con Borgin, mirando cada uno de los artefactos siniestros que se encontraban dentro de la tienda, sintiendo la acusadora mirada de Lea cuando tocaba las cosas sin pensarlo dos veces. Su mirada fue hacia las ventanas de la tienda, porque se había sentido observado, y seguía sintiéndolo.

Supo que alguien más que ellos estaba escuchando el intercambio de palabras entre Draco y Borgin al notar tres pares de zapatos al otro extremo del callejón, fingiendo no haberlos visto y lanzando un Muffliato no verbal a la tienda, temiendo que fuera verdad la identidad de las personas que suponía en su cabeza que eran las que estaban escuchando.





[...]

Author's note!
Actualización sorpresa y express porque no sé cuándo volveré a escribir

UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora