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Una de las actividades que parecía haberse vuelto una de las favoritas para Xavier era fingir, y parecía ser bastante bueno en ello, porque desde el último encuentro que había tenido con Hermione Granger, había fingido que nada ocurrió entre ellos el día siguiente.

Mientras la mayoría de los que estaban hospedados indeseadamente en la casa Black, Xavier se pasó la mayor parte del día leyendo libros de la biblioteca de la casa y respondiendo las cartas de sus amigos, lugar que se mantenía pulcro y limpio a manos de Kreacher y de él mismo, porque sabía que, si él no estuviera, Sirius ya se habría encargado de quemar todo allí y de desmotar absolutamente toda la casa que él apreciaba desde su infancia.

El más joven de los Black chasqueó sus dedos en un momento, y de un parpadeo, Kreacher apareció en la biblioteca.

—Amo Xavier, ¿Qué puede hacer Kreacher por usted?—Habló el elfo, con voz temblorosa, como si fuera a llorar—. Kreacher haría todo por el Amo Xavier, mi señora estaría feliz de que Kreacher ayude al Amo Xavier...

el elfo balbuceó por unos segundos más antes de quedarse en silencio.

—¿Cómo están las cosas en casa, Kreacher?—Preguntó Xavier, cerrando su libro, para mirar con atención al elfo.

—Oh, Amo Xavier, esos traidores a la sangre y los sangre sucia quieren tirar el tapiz con el árbol genealógico de la casa Black—El elfo siguió maldiciendo en voz baja, antes de hablar claramente—. Quieren tirar a la basura las reliquias de mi señora, de su madre, Amo...

Xavier apretó un poco sus labios, porque no le gustaba las libertades que Sirius se estaba tomando en la casa. Era su hermano mayor, por muchos años obviamente, pero Xavier apreciaba el lugar con todas las cosas que tenía, y no quería perderlas por caprichos de Sirius.

—Bien, puedes irte, Kreacher.

Cuando el elfo desapareció, Xavier salió de la biblioteca y bajó al primer piso de la casa, caminando hacia la habitación que había funcionado como una oficina para su madre, y donde se encontraba el árbol genealógico de los Black.

Abrió la puerta con cautela, notando que el lugar era ocupado por el trío de oro, los gemelos Weasley y por su hermano mayor, escuchando con atención la conversación que tenían. Apretó un poco sus labios al oír la mención de Regulus, su difunto hermano, en medio de la conversación.

Aún recordaba, vagamente, las veces que, en su niñez, había encontrado a su madre en la misma habitación, culpándose de la muerte de Regulus y de todo lo que le había hecho a Sirius.

Walburga Black realmente se arrepentía de haber perdido a sus dos hijos por culpa de sus pensamientos puristas, y Xavier Black le había visto en su punto más bajo.

En ese momento, la señora Weasley llamó a la comida, por lo que la habitación se vació completamente, pero Harry siguió mirando el tapiz junto a Sirius, por lo que Xavier se quedó en la misma posición.

—¡Estás relacionado con los Malfoy!—Exclamó Harry Potter, en dirección a Sirius.

—Claramente, lo está, Potter—Habló Xavier, acercándose a ellos, indicando a su prima, Narcissa—. La madre de Draco es nuestra prima. Vivía con ella desde que mi madre falleció, tuvo mi tutela hasta los 14, cuando fui lo suficientemente capaz de mostrar que era independiente frente al Ministerio de Magia.

Xavier miró las expresiones de sorpresa de Harry, y se dio cuenta que el contrario se impresionaba con demasiada facilidad. Aprovechó que el chico seguía mirando el tapiz para tomar del brazo a su hermano, apartándole a unos metros para hablar con él.

—¿Podrías no destruir la casa?—Xavier fue directo, mirando a su hermano—. Kreacher ha estado todo el día tratando que no dejen el lugar en las ruinas. Y si el cuadro de mi madre se entera que quieres tirar cosas a la basura, no te dejará vivir en paz cuando esté en Hogwarts.

El resto de los días en los que parecían empeñados en limpiar la casa Black, Xavier tuvo que guardar bastantes reliquias en una habitación cerrada en el último piso de la casa, con ayuda de Kreacher y contra los deseos de Sirius, aunque hubieron otras cosas que no alcanzaron a ser rescatadas.

Para el día de la audiencia de Potter, donde lo juzgarían en Wizengamot por usar magia frente a un muggle, aparentemente, para protegerse de un dementor, todos parecían vueltos locos, pero Xavier no reaccionó mucho, porque, sabiendo que se trataba de Harry Potter, era obvio que el profesor Dumbledore encontraría alguna extraña forma de salvarlo de ser expulsado de Hogwarts, porque, a pesar de tener un desgraciado destino, Potter parecía tener más suerte que cualquier otra persona.

A unos días de regresar a clases, Xavier recibió su carta de Hogwarts con sus notas de los T.I.M.O.S, sintiéndose bastante ansioso cuando abrió el sobre, el cual venía, nuevamente, con la insignia de prefecto.

Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro cuando leyó que una perfecta "E", de extraordinario, acompañaba cada asignatura que había rendido a finales del curso pasado, volviendo a guardar la carta en el mismo sobre.

Dejó la lista de los libros y materiales que necesitaría para su sexto curso, la cual era más corta que los cursos pasados, porque tendría solo cinco asignaturas, las necesarias para convertirse en Sanador en un futuro: Pociones, Encantamientos, Transformaciones, Herbología y Defensa contra las Artes Oscuras.

Cuando ya era la hora del almuerzo, Xavier bajó de su habitación, como siempre, en dirección a la cocina, donde una sonrisita burlona se dibujó en su rostro al leer el cartel escarlata colgada en una de las paredes de la cocina con las palabras "Felicitaciones Ron y Hermione: Los Nuevos Prefectos".

—Parece que compartiremos algunas rondas—Habló Xavier, soltando una risita—. Espero que estén preparados para perder algunas horas de descanso.

Será un curso bastante divertido, y Xavier ya no podía esperar para ver qué le deparaba el destino.

UNDER CONTROL  ━━ hermione grangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora