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—No puedo creer que me hiciste esto. —Dijo Hyukjae con el ceño fruncido, estaba evidentemente molesto.
—Perdón, no sabía que ese chico iba a irse corriendo antes de que le explicará. —Sora se excuso pero por dentro se sentía mal.
Básicamente ella fue la que convenció a Hyukjae de ir a buscar a aquel chico que había cautivado a su hermano pero ahora la había regado por su pequeña broma.
—Ya olvídalo, no lo volveré a ver. —Hyukjae dijo cansado.
—Pero tienes su número, llámalo. —Le ánimo con una sonrisa.
—No me alcanzó a dar su número, Sora. —Hyukjae le explicó entredientes.
—Ay, perdón. —Sora volvió a disculparse, definitivamente se sentía una terrible hermana.
Hyukjae siempre estaba trabajando arduamente por lo que no tenía tiempo para conocer personas hasta que un día llegó emocionado porque "un chico guapo pagó mi comida sin razón aparente"
Sora al inicio le dijo que porque coqueteaba con él pero cuando le explicó que pago sin siquiera saber quién era se extraño y más que a los días siguientes Hyukjae no dejaba hablar de ese chico feliz como lo había apodado.
El chico feliz que ahora no estaba nada feliz.
Sora regreso al lugar y pidió hablar con la empleada que cobró ese día pero le dijeron que no podía hasta que tuviera descanso y solo por su hermano se quedó ahí tres horas sin hacer nada.
—Me dijeron que me estaba esperando. —Una chica de unos 18 años se acercó tímida a ella, Sora asintió y le pidió que se sentará.
—Estoy buscando a un chico, es un cliente frecuente. —Le comenzó explicando. —Castaño, guapo que siempre está sonriendo y le paga la comida a otras personas. —Le dió la descripción que vio.
—Oh, habla del Señor Lee. —Le dijo la empleada. —¿Qué hay con él?
—Ese chico le pagó una comida a mi hermano pero al parecer se gustaron, la tragedia aquí es que decidí jugar una pequeña broma haciendo que ese chico feliz saliera huyendo y ahora mi hermano está triste. —Explicó desesperada a la chica. —Y necesito encontrarlo, hablar con él y juntarlo con mi hermano.
—Entiendo pero el señor Lee no ha venido desde que se reencontraron.
—¿No lo ha hecho? —Preguntó desilusionada, la joven negó apenada. —Espera, ¿sabes su nombre?
—Si, en su tarjeta de crédito viene.
—¿Y cuál es? —Le preguntó intrigada.
—Lo siento pero no puedo decírselo, es información privada de un cliente. —Se negó con temor.
