Capítulo 4

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Jacob

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Jacob

Estos últimos días han sido agotadores, estar en el último año de la carrera de Negocios y Finanzas es estresante, de no ser por las advertencias de mi padre de dejarme fuera de la empresa cuando sea el momento, hace tiempo la hubiera dejado.

Espero contando los últimos dos minutos que faltan para que se acabe este turno, casi contando segundo a segundo.

A penas toca el timbre recojo mis pertenencias de inmediato y salgo del salón para encaminarme al estacionamiento.

No veo a Leah por ninguna parte y me había dicho que esta sería su última hora de clases, le envío un mensaje para informarle que estoy listo para irnos.

Yo: Señorita Bianchi, la estoy esperando para llevarla a casa.

Leah: Señor Smith, en unos minutos estaré ahí, ya voy en camino.

Guardo mi teléfono al leer su respuesta y apoyo mi cadera en el carro para esperarla.

En los cinco minutos más eternos que he vivido veo en mi campo de visión a Leah de la mano de Jonathan que vienen en mi dirección.

Al llegar frente a mí hago mi mayor esfuerzo por no ser cortante, nunca he tenido un problema con él pero tampoco nunca habíamos cruzado palabras, hasta que Leah me pidió de favor hace tres días que intentara ser amable con su novio.

—Buenas tardes Jacob —saluda el idiota ofreciéndome su mano que estrecho después de unos segundos pensando si dejársela en el aire o corresponderle el saludo por mi amiga.

—Buenas para ti también —le respondo antes de dirigirme a Leah —Te espero dentro del auto, date prisa.

El día que repartieron la paciencia yo era el último en la fila. Toco irritado el pito del carro haciendo sobresaltar a la parejita feliz y romper con el beso que se dan apresurando su despedida.

—¿Por qué te cae mal? —pregunta después de entrar en el auto.

—Porque no me cae bien.

—Si lo conocieras no pensarías así. Es un buen chico y me ha respetado bastante. Otro en su lugar hace rato se habría aprovechado de mí.

—¿Sigues siendo virgen Leah? —cuestiono aunque sé la respuesta, solo quiero que deje de hablar de ese idiota.

Pongo el auto en marcha saliendo del campus.

—Si sabes que sí para que preguntas —responde alterada.

—Y si le sigues teniendo miedo a eso seguirás siendo virgen toda tu vida.

Solo somos amigos ¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora