Leah
La seguridad con la que afirmo que estoy lista en este momento parece sorprenderle. No puedo verlo, ni ver la expresión de su rostro pero la rapidez con la que se sienta en la cama me confirma que lo tomo por sorpresa.
Me giro para encender la lámpara de la mesita de noche a mi lado y cuando mi vista va a mi amigo, algo iluminado por la luz tenue que a penas cubre una pequeña parte de la habitación, la sorpresa me la llevo yo al ver la forma en la que Jacob me mira, su respiración irregular no sé cómo identificarla, jamás lo había visto así.
—Yo estoy lista pero si tú no...
No me deja terminar de hablar, se lanza a mi boca en un beso que no le niego. Su lengua se hace paso en mi boca encontrandose con la mía danzando en un ritmo exitante.
Al siguiente segundo se las arregla para sentarme en su regazo sin dejar de besarme, un cosquilleo se instala en mi entrepierna al sentir su erección y sus manos agarran mi cintura pegándome más a su cuerpo.
Desesperada por la sensación que experimenta mi cuerpo hago el amago de quitar la blusa del pijama pero las mano de Jacob me detienen.
—Dejame hacerlo yo —susurra sobre mis labios.
Sus dedos van enrollando la tela por mis costados y el roce de sus dedos en el recorrido que hacen desde la curva de mi cintura hasta que la saca completa por mi cabeza provocan que mi respiración se agite más de lo que ya está.
Vuelve a atacar mi boca con una necesidad evidente. Sus manos viajan a mis pechos desnudos presionandolos un poco, jadeo por la sensación que desata esa acción.
Hace un recorrido de besos húmedos, pasando por mi cuello, llegando a mi clavícula y deteniendose en mis pechos en dónde muerde y saborea mis pezones erectos. Mi entrepierna palpita y muevo mis caderas en círculo sobre su erección intentando calmar en vano la sensación alojada en esa zona.
Se las arregla para dejarme acostada en la cama, su cuerpo sobre el mío manda una descarga eléctrica por toda mi columna vertebral.
Mis dedos se pierden en su pelo y jadeo al sentir su lengua trazando un camino desde mis pechos hasta mi abdomen. Cuando llega al short de mi pijama ancla su vista con la mía.
—¿Puedo? —pregunta.
¿Acaso está pidiendo permiso?
Es Jacob, es mi amigo, claro que está pidiendo permiso.
La otra vez no lo pidió cuando metió la mano.
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Solo somos amigos ¿Verdad?
RomanceDiez años de amistad. Un pasado triste que los une. Jacob y Leah jamás pensaron que podían ser algo más que amigos pero las cosas cambian cuando se van a vivir juntos. Todo empezó con una propuesta y no una de esas en dónde la chica al final termina...