Capítulo 26

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Leah

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Leah

Esa voz.

No puede ser.

Así no, joder.

Abandono la boca de Jacob, encontrando una sonrisa dibujando una curva en sus labios y su vista clavada en la puerta del departamento.

Me pongo de pie torpemente con miedo de mirar a las personas que están a unos metros a mi espalda.

Que no sea él.

Es su voz.

Reúno el valor que no tengo para darle la cara a la situación y giro en mi eje lentamente, atrasando el momento que no quería que llegara, no así.

Es él.

Y me mira con rabia... odio.

Una lágrima se desliza por mi mejilla sin previo aviso.

Doy un paso al frente cuando lo veo irse sin decir nada más pero el agarre en mi muñeca me impide seguirlo.

—Es mejor así —me giro para darle la cara a Jacob —Tarde o temprano se iba a dar cuenta. Además... te ahorré tener que darle explicaciones.

No, él no dijo eso.

Él no lo hizo a propósito.

Sí lo hizo, no te engañes.

—Suéltame imbécil —me alejo —Era mi puta decisión —estampo un puño en su mandíbula —Yo, no tú, no así —golpeo su pecho —¿Te das cuenta lo que hiciste? —pregunto como si no fuera obvio —A quién jodiste fue a mí, a la que le pusiste un cartel de puta en la frente fue a mí...

—Leah...

—No me toques, no quiero escucharte, no quiero verte —informo —Lo único que conseguiste fue joder lo poco que éramos.

Elena y Andrew me miran de una forma indescifrable, pena... consideración... lastima... no sé.

Salgo del departamento corriendo para alcanzarlo, el elevador está bajando, supongo que Jonathan va ahí.

Me decido ir por las escaleras, bajando de dos en dos los escalones a una velocidad considerable para no rodar escaleras abajo pero si lo suficiente como para bajar rápido.

Cuando llego al hall del edificio agradezco que el elevador no haya llegado al primer piso todavía.

Apoyo mis manos en mis rodillas buscando el aire que me falta por el agitamiento de bajar siete pisos de escaleras.

Las dos puertas metálicas se abren frente a mí, levanto la vista para encontrarme con sus ojos inyectados de ira.

—Jonathan yo... —no encuentro las palabras —Yo... lo siento vale —lo sigo —Esto no tenía que pasar así...

Solo somos amigos ¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora