Leah
Los padres de Elena fueron muy amables conmigo al abrirme la puerta de su casa. La pelirroja, bueno, ella ha sido mi almohada y el hombro en donde he derramado un sin fin de lágrimas. Andrew ha intentado de todo para subirme los ánimos pero nada es suficiente, solo cuando me trajo a Cyrus pudo robarme una sonrisa.
Y aquí estaba yo, en medio de cuatro paredes, en una habitación grandísima con a penas unos muebles y una cama. Las paredes pintadas de blanco y una decoración de lo más sencilla, algunos cuadros y un ramo de flores artificiales que combinaban con el dorado de las cortinas. Muy diferente a mi habitación en el departamento que compartía con Jacob, las paredes pintadas de un verde claro y cortinas del mismo tono, afiches de Bon Jovi y Camila Cabello formaban parte de los adornos, así como mis cosas que le daban un toque más personal y que todavía están allí, esperando por mí.
Hace solo una semana no pegaba un pie en ese lugar y tuve que contener mis ganas para no hacerlo.
Miré una vez más la hora en la pantalla de mi teléfono y colocándole una correa a Cyrus decidí llevarlo a darle un paseo.
—Saldremos un rato —le informo a la pelirroja entrando a su habitación —Tomaremos un poco de aire, no pienso demorar mucho.
—¿Estás bien? —pregunta al fijar su vista en mí.
Esa pregunta es la más estúpida que alguien puede hacer. Siempre se dirá la misma respuesta, sea verdad o sea mentira, siempre se responderá igual.
—Sí, estoy bien —asiento.
No, no estoy bien. Definitivamente no estoy bien.
Salgo de la propiedad de los Parker con mi perro haciéndome compañía, le devolví el anillo a Jacob pero no podía dejarle a Cyrus, eso sí que no. Ya este perro formaba parte de mí y tenerlo lejos a él también sería una tortura.
Caminamos por la residencia, yo perdida en mis pensamientos y Cyrus disfrutando de su paseo.
Una de las mansiones llamó mi atención y estaba yo, en el mismo lugar, mirando fijamente a la propiedad que se encontraba frente a mí.
Intenté dar un primer paso, seguido de otro pero me detuve, no podía ir ahí. Ya era suficiente con que ignorara mis mensajes y no contestara mis llamadas. Tenía que entenderlo, después de lo que hice no sería fácil tener su perdón.
El frío de la noche estaba calando mi piel y tenía la intención de regresar cuando el portón se abrió dejando salir un carro que conocía a la perfección pero no podía moverme, estaba obstaculizando su paso.
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Solo somos amigos ¿Verdad?
RomanceDiez años de amistad. Un pasado triste que los une. Jacob y Leah jamás pensaron que podían ser algo más que amigos pero las cosas cambian cuando se van a vivir juntos. Todo empezó con una propuesta y no una de esas en dónde la chica al final termina...