Capítulo 9

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Leah

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Leah

Mi relación de amistad con Jacob es prácticamente inexistente, desde esa noche donde nos besamos y casi llegamos a algo más —a pesar de que acordamos fingir que eso no había pasado— solo nos hablamos lo necesario por no decir que no nos hablamos, es literalmente como decir un Hola y rápido un Adiós.

Al otro día del suceso le conté a Elena y a Andrew lo que pasaba, pues han seguido brindándome el servicio de transporte y después de tanta insistencia por parte de ambos, terminé contándoles la propuesta que le hice a Jacob pero no lo que estuvimos a punto de hacer. No hicieron ningún comentario al respecto, no me llamaron loca, solo asintieron y desde entonces no hemos vuelto a tocar el tema.

Ya han pasado tres semanas desde ese día y no puedo negar que lo sigo recordando como si a penas hubiera pasado ayer, los besos, su mano en mi sexo, su miembro duro torturando mi coño con cada roce, su lengua acariciando mis pechos... si digo que me arrepiento de ello estaría mintiendo porque a pesar de que mi amigo fue el responsable de las sensaciones que experimenté en ese breve momento, me gustó.

—Este está bonito —la voz de Elena me saca de mis pensamientos.

En sus manos sostiene uno de mis vestidos. Se lo quito y me lo pongo rápidamente para mostrarle, me ha hecho cambiarme una docena de veces. Es rojo con un escote pronunciado que no le deja mucho a la imaginación, la tela y el modelo permiten que me quedé ajustado al cuerpo resaltando todas mis curvas y no pasa de la mitad de mis muslos.

—Este es el perfecto —dice entusiasmada —Le vas a encantar.

Me miro al espejo nuevamente, me queda hermoso pero...

—No crees que es muy obvio —cuestiono.

La pelirroja me mira de arriba a bajo y tomando una de mis manos me hace dar una vuelta completa.

—En cuanto te vea va a querer llevarte directo a la cama —asegura —Eso es lo que quieres ¿No?

Asiento sin decir una sola palabra.

Dejo que sea mi maquillista esta noche, le pido que sea algo sencillo y así lo hace, solo que mis labios los pinta de un rojo intenso —según ella para ser verme más sexy— y no pude contradecirla. Me pasa un par de tacones, negros de tacón fino para completar mi vestuario y deja mi pelo suelto con algunas hondas que me había hecho con anterioridad.

Me miro en el espejo y sonrío al ver lo guapa que estoy.

Las cosas con Jonathan —a pesar del período de abstinencia sexual al que lo tengo sometido— van bien. Me invitó a cenar está noche por eso Elena lleva tres horas de su tiempo preparándome para ese momento.

Solo somos amigos ¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora