Capítulo 23

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Leah

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Leah

¿Cómo estoy?

Diría que bien y estaría mintiendo, porque no estoy ni a un paso de estar bien. Si digo que mal estaría exagerando, porque he sabido controlar mis emociones o al menos hago mi mejor esfuerzo.

Jacob me terminó hace casi dos semanas.

¿Te terminó?

No éramos nada pero aún así teníamos algo.

Le pediste que se alejara de ti.

Lo sé, pero me siento incompleta como si faltara una pieza del puzzle que arma lo que soy y no se siente bien estar incompleta.

Jonathan cada día está más cercano a mí y yo más lejos de él. Me gusta y me encantaría ir más allá con él pero, todo sería más fácil si no tuviera a mi mejor amigo grabado a fuego en mi cabeza.

Estoy más que confundida, me gusta uno y tengo necesidad por el otro.

Si divido una pizarra en dos para escribir los nombres de ambos y en cada lado las cualidades de cada uno, el que menos debería ganar es el que lleva la delantera.

Jonathan es atento, comprensivo, detallista. Sus ojos azul cielo son como un talismán que llaman mi atención, físicamente es jodidamente hermoso. Dijo que no era cursi pero lo es, al menos conmigo y eso me gusta. Estar con él es estar en paz, cero discusiones, nunca eleva el tono de su voz.

Jacob, bueno... Jacob es Jacob. Como amigo es bueno, como amante es jodidamente el mejor. Sus ojos miel me hipnotizan cada vez que ejercemos contacto visual y nos perdemos en ellos diciendo tanto sin necesidad de mediar con palabras. Es como una droga de la que no puedo estar lejos porque quema en las venas si no la consumo, si no estoy con él. Cada vez que discutimos el tono de su voz es tan hiriente como sus palabras pero, es Jacob, todo con el explosivo, sus disculpas también.

—Leah no dejes que cierren las puertas —grita Elena a unos pasos del elevador, meto la mano antes de que se cierren las puertas metálicas —Gracias, odiaría tener que esperar una eternidad a que bajara de nuevo.

—Hola a ti también —digo con ironía —Yo estoy bien ¿Y tú?

—Es una maleducada pero yo no —comenta Andrew —Dame un abrazo fuerte que llevo... —finge estar pensando —Ah sí, hace una hora que no nos vemos.

—Idiota —lo empujo por el hombro —¿Por qué no me dijeron que vendrían? Me hubieran ahorrado venir en Uber.

Se miran entre ellos para después mirarme a mí.

Solo somos amigos ¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora