Diez años de amistad.
Un pasado triste que los une.
Jacob y Leah jamás pensaron que podían ser algo más que amigos pero las cosas cambian cuando se van a vivir juntos.
Todo empezó con una propuesta y no una de esas en dónde la chica al final termina...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jacob
"Y sin darme cuenta te convertiste en la persona con la que quería compartir el resto de mi vida."
Tú, mi mejor amigo, mi esposo.
Le agradezco al destino que hizo de las suyas para que el aire aquella mañana hiciera volar mi globo hasta tu lado del jardín.
Los años pasaron y forjaron en nosotros una amistad muy linda, una en la que éramos solo tú y yo contra el mundo. Una en la que prometimos estar juntos para toda la vida, siendo amigos. Lo que nunca contamos fue que años más tarde una propuesta indecente cambiaría el rumbo de lo que fuimos.
El deseo se instaló en nuestra piel, en besos ardientes, miradas intensas, caricias que no son de amigos.
Luego todo fue a más, así como necesario. Fuimos lo equivocado, pero también lo correcto.
Tus labios fueron mi adicción favorita, tus brazos mi refugio más seguro y tus ojos el espejo en el que quiero reflejarme hasta el último de mis días.
Y por si en algún momento lo dudas no me cansaré de demostrarte que te amo y mientras viva no dejaré de hacerlo.
Por siempre y un día más, nuestra promesa de niños, nuestra promesa de amigos, nuestra promesa de amor.
Jacob Smith, al final resulta que si fuimos una bomba con conteo regresivo, una que explotó... y solo expandió amor.
Leí dos veces las palabras que mi esposa había dejado para mí mientras dormía. Cuando me desperté ya tenía el papel doblado en la palma de mi mano.
Me encontraba solo en la habitación, salí de la cama y entré al baño para refrescar mi rostro. No me extrañó no encontrar a Leah en la cama, el último año su rutina empezaba levantándose temprano.
El único lugar al que se me ocurrió buscarla fue en el cuarto de nuestra hija, encontrándome con nada. Ninguna de las dos estaba.
Continúe mi búsqueda en la cocina, pero tampoco las ubiqué.
"Y si no me encuentras, búscame en dónde nos conocimos. Siempre regresaré ahí, siempre volveré al lugar en el que nuestros caminos se cruzaron."
Sonreí al encontar la nota pegada en el refrigerador. Salí de la casa y me desplace por el jardín hasta que la cerca hacía el otro lado bloqueo mi paso. La brinque sin dificultad.
Hace poco más de un año había comprado la casa en donde nos conocimos y unos meses después en la que ella vivió la mayor parte de su infancia y en la que decidimos vivir en familia.
