Capítulo 40

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Leah

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Leah

No es un secreto para nadie que el alcohol y yo no nos llevamos bien, por lo tanto mi divorcio con él, ahora, es una ventaja. De lo contrario estaría como mis amigos, anoche se pasaron de tragos.

Con ayuda de Walter que era el que, a pesar de haber tomado como ellos, era el más cuerdo, en la madrugada, llevamos a Savannah y a Elena a la habitación de Jacob donde las dejamos dormir tranquilas. El moreno después se encargó de Jenny y me dejaron a mí con los otros tres borrachos.

Ninguno me hizo caso por lo que, agarré a Cyrus y me fui a mi habitación dejándolos solos.

Llevo aproximadamente unos cinco minutos mirando a los tres mosqueteros, todavía dormidos. Andrew acostado en el sofá, boca abajo, su brazo y pierna izquierda le llegan al piso. Los otros dos, bueno, Jacob tiene como dos cojines como almohadas y en su estómago reposa la cabeza de Jonathan.

Busco la cámara en mi teléfono para tomarles una foto y justo en el momento que lo hago, Cyrus empieza a lamerle el rostro a Jacob, despertandolo en el proceso.

Intenta ponerse de pie pero el peso que tiene sobre su estómago no se lo permite.

—Idiota, idiota —le da suaves cachetadas al rubio, un par fue suficiente para despertarlo —No soy una puta almohada para que me utilices como una.

Jonathan rápido se incorporó, pasando sus manos por su rostro, despejando el sueño.

—Idiota dos, si fueras una almohada, serías una que definitivamente no usaría —contraataca, pasando una de sus manos por su nuca —Me duele todo el cuello.

Me quedo mirando toda la escena, ninguno de los dos se a fijado que estoy frente a ellos, grabando el momento en un vídeo.

Si no los conociera diría que son mejores amigos.

—Buenos días a todos —chilla Jenny, provocando que Andrew caiga al piso —Auch, eso debió doler.

Ella empieza a reírse, él solo hace una mueca, se incorpora, pero al primer paso que da, cae sentado en el sofá.

—Me duele la cabeza —se queja —Los ojos también y tengo ganas de...

No termina de hablar, no puede. Una arcada hace que casi vomité encima de los idiotas que todavía están en el piso. Se lleva una mano a la boca, su cuerpo se sacude por las arcadas que intenta devolver todo lo que almacena su estómago pero nada sale. Me acerco a él y lo ayudo a incorporarse para ir al baño, no quiero que se vomite en mi linda alfombra.

—Después de esto, estoy segura que no tomarás más —me burlo cuando llegamos al baño de mi habitación —Me harás compañía tomando jugo y agua, mientras que los otros toman delante de nosotros y al otro día nos reíremos de ellos cuando se encuentren en el estado que estás ahora.

Solo somos amigos ¿Verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora