Mi padre me acompaña a la pequeña cafetería que estaba escondida entre los edificios altos de una de las avenidas principales de mi ciudad natal y me mira con dulzura después de estacionar su Mercedes plateado sobre el borde de la acera.
-¿Necesitas que te acompañe?
-No, puedo hacerlo sola -respondo tratando de convencerme a mí misma.
Suelto un suspiro nervioso y limpio las palmas de mis manos sudorosas sobre mi falda de tubo negra. Luego observo mi aspecto por el espejo retrovisor y respiro hondo para tomar coraje. La temperatura era de unos veintidós grados y el cielo estaba completamente despejado. El aire ya se siente diferente y mi pecho se estruja con pena. El comienzo del verano se encuentra a la vuelta de la esquina y los cambios eran inevitables, como la vida misma.
-Saluda a Carla de mi parte -comenta mi padre cuando abro la puerta del coche y me levanto del asiento.
-Lo haré.
Aquella cafetería había sido mi primer y único empleo desde que había dejado la universidad. Y hoy me estaba despidiendo de ella.
Sobre esa misma avenida, un par de cuadras hacia abajo, se erguía solemne una de las empresas de construcción más importantes del país: Torres y Asociados. Aquella empresa fue fundada por mi abuelo y cuando falleció le cedió todos los derechos a mi padre, que había sido su socio desde el comienzo. Gracias a eso se había creado una especie de tradición familiar ya que tanto Donovan como Alexander, mis hermanos, también trabajan allí. De hecho papá les había ofrecido un porcentaje importante de las acciones de la empresa para que emplearan sus habilidades como socios principales.
De más está decir que tanto mi padre como mis hermanos esperaban que yo hiciera lo mismo. Pero a diferencia de ellos, cuando me gradué como licenciada en economía y en relaciones empresariales me escabullí de sus garras y decidí trabajar con Carla en su preciosa y cálida cafetería.
¿El motivo? Quería empezar en una empresa pequeña. Conocerla y conocer a la mayoría de sus empleados, trabajar desde abajo. Ganar experiencia sin ningún tipo de presión y hacer algo que no me consumiera en el estrés corporativo. Tampoco quería que Donovan y Alexander me drenaran la energía emocional una vez que me pusiera a trabajar a su lado. Estaba convencida de que iban a pasarse por el trasero la política entre empleados y me iban a tratar como una pequeña niña malcriada.
Pero después de unos cuantos años evitando las mismas discusiones familiares sobre mi futuro decidí darles una oportunidad y trabajar un tiempo con ellos, en calidad de secretaria. Necesitaba un cargo que me mantuviera ocupada y al mismo tiempo sin demasiadas responsabilidades, así podía renunciar en el momento que quisiera sin herir sentimientos. Mi padre aceptó el trato a duras penas y fijamos una fecha para despedirme de mi primer trabajo y comenzar con el nuevo.
Abro la puerta y me dirijo hacia el mostrador. Una señora con el pelo corto y canoso estaba preparando un pedido. Levanta su vista apenas cruzo la barra y me regala una sonrisa a modo de saludo. Sus ojos marrones eran dulces y comprensivos. Después de presentarle la carta de mi renuncia hablamos un poco más sobre mis nuevos planes y me desea la mejor de las suertes. Mis ojos se llenan de lágrimas contenidas sabiendo lo mucho que iba a extrañar trabajar todas las mañanas con aquella persona tan especial.
-Carla, has sido la mejor jefa que jamás hubiera podido imaginar.
-Oh, cariño, muchas gracias -contesta genuinamente emocionada-. Y tú has sido una excelente empleada y amiga. Recuerda que siempre serás bienvenida. Si tus hermanos se convierten en una molestia puedes volver cuando quieras.
Río involuntariamente con aquello. Carla conocía a Donovan y a Alexander como si fueran sus propios hijos.
-Te tomo la palabra -digo con una sonrisa-. De todas maneras nos vamos a ver seguido. No pienso beber otro café que no sea el de aquí.
Carla me abraza por última vez y me despido de ella con una sensación agridulce. Me aterraba empezar de cero en un nuevo lugar pero me sentía esperanzada por los cambios que estaban a punto de pasar en mi vida.
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No Te Enamores De Mi
RomantizmBriana Torres es una hermosa y brillante joven que cambia su antiguo trabajo por un puesto como la secretaria de su padre en la empresa de construcción Torres y Asociados. Allí tendrá que pasar sus días soportando los celos y la intensidad de sus he...