Me subo al coche de Paul y cierro los ojos mientras él enciende el motor. Aún siento los espasmos de mi primer orgasmo en público y mi adolescente interior comienza a saltar por la emoción de haber vivido aquello.
He tenido varias relaciones a lo largo de mi vida, y la mayoría de ellas eran sólo sexo casual. Sin embargo jamás había experimentado en público. Llámenme anticuada o aburrida, pero prefería un lugar a puertas cerradas para tomarme mi tiempo y disfrutar de mi compañero sexual. Así que lo que acaba de pasar en el estacionamiento era un bonus desbloqueado y no podía estar más satisfecha conmigo misma.
El joven enciende la radio y pone algo de música cuando dejamos el estacionamiento, pero mis ojos se abren ampliamente al ver que un hombre alto y de traje se acerca hacia nosotros.
-Mierda -digo entrando en pánico-. Es mi hermano Donovan.
-¿Qué tiene de malo? ¿No quieres que te vea?
-No -le corrijo-. Mejor dicho, no quiero que te arranque las pelotas.
-Escondete en los asientos traseros -me dice con una enorme sonrisa mientras conduce lo más lento posible.
Le hago caso y salto hacia atrás, cayendo sobre su bolso y un montón de planos abiertos. Madre mía, que papelón.
-Lo lamento -le digo en voz baja esperando no haber estropeado su trabajo.
-No te preocupes -responde divertido-. Úsalos para cubrirte y no te muevas.
Me acuesto debajo de los asientos con los planos arriba de mí mientras me muerdo la lengua. Todo esto es simplemente ridículo. Pero prefiero hacerlo antes de arruinar todo con el arquitecto amante de las apuestas ilegales que besa espectacular y folla aún mejor.
-Paul, lamento molestarte a estas horas -dice mi hermano mientras apoya una mano en el coche-. ¿Has visto a mi hermana?
-Dile que me fui con la recepcionista -le susurro agradeciendo que mi voz se mezcle con la música de su radio.
-¿Tu hermana? -pregunta Paul de manera casual-. Mmmm… Déjame pensar… Me pareció verla con la recepcionista del piso uno. Pero no lo sé… Quizás fue sólo impresión mía…
-No, no… Estás en lo cierto -responde mi hermano-. Ella y la recepcionista son amigas. Me había dicho que iba a quedarse con ella pero no ha respondido mis mensajes. Disculpa las molestias, nos vemos mañana.
-Que tengas buenas noches -le dice Paul a mi hermano y vuelve a conducir dejando atrás a Donovan y al edificio.
Bravo. Pienso. Mi hermano mayor no es ningún tonto pero se ha tragado aquella actuación sin darse cuenta. Y por la manera natural con la que Paul había mentido me da a entender que es bueno con las palabras y que eso seguramente le ha ayudado más de una vez a salirse con la suya.
-Ya puedes volver -me dice cuando doblamos hacia la izquierda y tomamos otra calle.
-Creo que me voy a quedar aquí -le respondo mientras me levanto con cuidado de no estropear más los planos y me siento en el primer espacio libre que veo.
Luego me peino el cabello hacia atrás y saco mi móvil para dejarle indicaciones a mi amiga por mensaje de texto. Cuando termino con ella escribo en el grupo de la familia y les caigo con una historia sobre Monique y un supuesto desmayo que deja a todos preocupados.
-¿Estás bien? -pregunta el arquitecto al verme concentrada.
Asiento sin mirarlo y después de asegurarme de que nadie va a caer en mi casa en plan sorpresa relajo los hombros y me inclino hacia adelante para apoyar mi barbilla sobre su hombro.
-Lo lamento -le digo intentando no morir de la vergüenza, pero Paul no parece sorprendido o molesto.
-Tienes unos hermanos… ¿Cómo decirlo? Bastante dominantes.
Termina de decir aquello y comienza a reírse. Sus ojos brillan y su nariz se arruga, haciendo que su rostro luzca mucho más joven. Y me doy cuenta que es la primera vez que lo veo reírse con auténticas ganas.
-Te lo dije en el almuerzo, mis hermanos son demasiado metiches y sobreprotectores cuando se trata de mí.
-¿Eso quiere decir que tenemos que vernos a escondidas?
-¿Y quién te dijo que vamos a seguir viéndonos? -le pregunto con burla para picarlo.
Paul mira mi rostro por el espejo retrovisor. Tiene una expresión seria pero su mirada es intensa.
-¿Tan mal estuvo? -pregunta intentando no sonar decepcionado.
-Malísimo -le contesto aguantando las ganas de sonreír-. Tanto que voy a tener que darte una segunda oportunidad para que te redimas.
Los hombros de Paul se relajan y me regala una sonrisa torcida. Luego saca el móvil de su bolsillo y me lo pasa.
-Agenda tu número y pásame la dirección de tu casa.
-¿Y si no quiero? -sigo bromeando inocentemente, no puedo explicarlo pero con él siento la urgente necesidad de molestarlo a propósito.
-Si no quieres no hay problema -responde-. Puedo follarte en mi coche hasta que cambies de opinión.
Trago saliva con fuerza. Vaya, eso no tuvo nada de inocente. Me acomodo nerviosa y agendo mi número de teléfono en su móvil sin decir ni una sola palabra. Después de enviar la ubicación se lo paso y recuesto mi espalda en los asientos traseros para ocultar mis mejillas sonrojadas por aquel comentario.
¿Estaba mal que lo deseara tanto, incluso después de haber tenido sexo con él unos minutos atrás?
Siempre había tenido una vida sexual sana y activa. Sin embargo aquel hombre con un brazo tatuado debajo de su camisa blanca y con olor a colonia me estaba revolucionando las hormonas al igual que su jefe, el poderoso señor Hamilton de mirada intimidante y de lengua ágil.
Sabía que ése dúo iba a llevarme por mal camino. Aquello era tan simple como la tabla del uno. Eran jóvenes, apuestos, inteligentes, exitosos, seguros de sí mismos y con un hambre sexual incluso más grande que la mía. La única diferencia entre los dos era la personalidad. Paul era carismático, suelto, cómodo en su propia piel, divertido, gracioso y peligroso. Christopher, en cambio, era reservado, independiente, callado, misterioso y dominante. Muy dominante.
-¿En qué estás pensando? -me dice unos minutos después al verme sumergida en mis propios pensamientos.
-En nada -contesto rápidamente pero mi cabeza sigue haciendo de las suyas.
¿Podría con los dos?
Suelto un suspiro cansado mientras pienso en eso. Por supuesto que puedo, me digo a mí misma. O al menos eso quiero creer. Sólo tengo que encontrar el balance entre el trabajo y el sexo. Y si podía controlar aquello entonces podría ser la puta ama del universo y tirarme a los dos hombres más estúpidamente atractivos del planeta sin morir en el intento.
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No Te Enamores De Mi
RomanceBriana Torres es una hermosa y brillante joven que cambia su antiguo trabajo por un puesto como la secretaria de su padre en la empresa de construcción Torres y Asociados. Allí tendrá que pasar sus días soportando los celos y la intensidad de sus he...