Para cuando llegamos al tercer y último club ninguno de los dos habla. De hecho, ni siquiera nos miramos. Parece absurdo, pero la tensión entre nosotros creció a tal punto que ya resulta incómodo. Y lo único que quiero hacer es chequear el antro rápidamente para volver a la tranquilidad de mi apartamento. Esta vez Héctor no me toma de la mano para cruzar al club. Por un lado agradezco la distancia física, sin embargo aquello me pone inquieta, porque siempre dicen que todo es más tranquilo antes de la tormenta.
Después de entrar doy un repaso en detalle al lugar mientras caminamos hacia una de las tantas barras que hay en el interior. Una mesera alta y morena nos atiende con una simpatía arrolladora y prepara delante de nosotros un par de cócteles frutales. No sé cómo lo hace pero logra maniobrar las botellas en el aire sin que ninguna se le caiga de las manos, y cuando termina las deja sobre la barra no sin antes intercambiar un par de palabras.
Héctor y yo nos miramos mutuamente con desconfianza cuando se aleja de nosotros para atender a otras personas. La joven parecía tener demasiada experiencia y está por encima del desastroso mesero que nos atendió en el club anterior. Y no solo eso. La música tiene una vibra sensual y divertida que invita a mover el cuerpo, pero está a un volumen coherente donde no es necesario gritar para tener una conversación casual. También noto que la mayoría de las personas son jóvenes adultos, seguramente la edad promedio sea entre treinta a treinta y cinco años y sé que eso a Monique le va a encantar. No porque le gusten grandes, sino porque la mayoría de los hombres en esa edad no suelen comportarse como los niños universitarios del primer club o como los idiotas ebrios del segundo.
Después de eso hablamos un buen rato sobre trivialidades de la vida y sobre la organización de la fiesta. Ya tenemos casi todo pronto y lo único que queda por decidir es el lugar donde se va a celebrar el cumpleaños.
-¿Estás pensando lo mismo que yo? -me dice Héctor esperanzado.
Asiento y chocamos nuestras copas a modo de festejo. La bebida está jodidamente deliciosa y sé que podría tomarme al menos tres tragos más de esos como si fueran agua.
-Demonios -murmuro saboreando la combinación de mango y fresa sobre mi lengua-. Jamás he probado algo igual.
-No quiero ilusionarme pero…
-Lo sé, ya le he dado un repaso general a todo y hasta ahora no encontré nada que me molestara -respondo de buen humor dejando atrás la tensión que teníamos y le sonrío de oreja a oreja-. Este lugar es perfecto.
Héctor deja de beber al ver mi sonrisa espontánea y se queda unos segundos en silencio observándome como si fuera una rareza.
-Bailemos -dice de repente.
-¿Qué? -mi espalda se tensa y mi voz se quiebra por el pánico.
El joven deja nuestras copas vacías sobre la barra y me toma de la mano para llevarme al centro de la pista. No me da tiempo a reprocharle nada. Allí el sonido de la música es más fuerte y mi corazón empieza a agitarse cuando Héctor comienza a moverse frente a mí. Sabe coordinar su cuerpo al ritmo de la canción y me tomo unos segundos para admirarlo desde la distancia. Parece un bailarín profesional, de esos que tienen una elegancia natural para bailar sin hacer el ridículo. Una de sus manos se posa sobre mi cintura y me acerca a él hasta que nuestros pechos se tocan. Pero no deja de moverse. Y mientras baila de manera sensual me mira con un brillo pícaro que me desarma por completo.
Unos minutos después decido dejar atrás mi rigidez y comienzo a bailar. Estoy lejos de moverme como él. Sin embargo tengo algunos pasos guardados como ases bajo mi manga y luego de unas cuantas canciones disfruto de aquello sin pensar en nada más que la melodía de la música sensual y fuerte que atraviesa mi cuerpo como un shot de adrenalina. Héctor parece disfrutar igual que yo de aquello y me pongo de espaldas a él para mover mi trasero de manera juguetona contra su entrepierna.
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No Te Enamores De Mi
RomanceBriana Torres es una hermosa y brillante joven que cambia su antiguo trabajo por un puesto como la secretaria de su padre en la empresa de construcción Torres y Asociados. Allí tendrá que pasar sus días soportando los celos y la intensidad de sus he...