Capítulo 12

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Salgo del despacho de Alexander y lo primero que hago es chequear mi teléfono. Tengo varios mensajes de Paul, pero leo el último.

<< ¿dónde estás? >>

Sonrío con malicia y empiezo a escribir mientras tomo el pasillo que lleva a los baños. No tengo ninguna intención de llevarme al arquitecto allí. Pero el depósito del personal de limpieza que está al lado si.

Abro la puerta de aquella pequeña habitación y le mando la ubicación. No demora mucho en encontrarla, y una vez que entra cierro todo con seguridad y dejo que el joven me bese a su gusto.

-¿Por qué eres así? -pregunta mientras juega con mi cuello.

-¿Así cómo?

-Malvada.

-Lo siento, no puedo evitarlo.

Sus manos desabotonan mi camisa y busca mis pechos con desesperación. Cierro los ojos y tiro mi cabeza hacia atrás.

-No mentía en la reunión cuando te dije lo duro que me ponías con sólo verte trabajar.

Paul me quita la blusa y me levanta con rapidez para apoyarme en un estante lleno de rollos de papel higiénico y productos de limpieza. Sigue molesto pero no deja de besarme ni de tocarme.

-Y lo primero que haces es escaparte con tus hermanos -continúa y me abre las piernas para ponerse en el medio y apretar su erección contra mí-. ¿Creés que es gracioso dejarme así?

-¿Duro? ¿Excitado? -pregunto fingiendo inocencia y le bajo el cierre de la cremallera mientras me come la boca-. No puedo darte todo cuando tú lo deseas, Paul.

El arquitecto se quita los zapatos y luego la camisa. Y en el momento que termina de sacarse los pantalones me doy cuenta que entre besos y manoseos quedamos los dos completamente desnudos en cuestión de segundos.

-Eso es una lástima -contesta y se pone un preservativo-. Porque si fuera por mí te follaría todos los días, a todas horas.

Después de decir eso me embiste y tengo que obligarme a aferrarme a su cuello para no caer de espaldas contra el estante.

-Diablos, Paul -mascullo con la boca abierta-. Estás realmente duro.

Sus manos me toman el trasero y se acomoda para moverse con más facilidad. Pero sus ojos no dejan de observarme con adoración y algo que jamás había percibido de él. Posesión.

-Tú me pones así -murmura y pega su frente a la mía mientras entra y sale de mí a un ritmo exquisito-. Tú y tu maldita manera de ser.

Rodeo la cintura del arquitecto con mis piernas y con una mano apreto su cabello para besarlo mejor y más profundo.

-¿Mi manera de ser? -pregunto divertida.

-Desde el primer día que te conocí no has dejado de jugar conmigo. Eres hermosa, Briana. Pero también eres sumamente inteligente y sabes que hacer para volverme loco. Primero me rechazas, luego me sigues el juego y después me ignoras.

-¿Y eso te gusta?

-Muchísimo -contesta y me empieza a penetrar cada vez con más intensidad.

Cierro los ojos y me aferro con más fuerza a su cuerpo. Nunca lo ví tan cachondo. Vale, recién nos estamos conociendo y no hace mucho que follamos. Pero de todas las veces ésta, sin dudas, es la más intensa. No por lo que estamos haciendo, ni por cómo lo estamos haciendo. Simplemente es diferente. Siento la tensión en el aire y la urgencia en sus embestidas.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora