Capítulo 21

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Llega el lunes y mis ganas de trabajar son inexistentes. Sin embargo me obligo a levantarme y a hacerle frente a la semana laboral.

Tomo asiento en el sofá de mi sala de estar y me quedo mirando un punto fijo en la pared mientras intento terminar el café pero no puedo. Tengo el estómago revuelto y sé que en unos días la regla me va a bajar, por lo que me siento con un mal humor imposible de explicar. Dejo la taza con la bebida por la mitad y bajo hasta la acera donde me espera mi padre como todas las mañanas para llevarme al trabajo. No hablamos mucho y se lo agradezco. Es muy buen observador y sabe cuando estoy en uno de “mis días” donde no tolero ni siquiera una charla trivial.

Llegamos al edificio y le tiro un beso en el aire a Monique, quien le da indicaciones a dos jóvenes del correo central y no puede atenderme. Luego subimos hasta nuestro piso por el elevador y me encierro en mi despacho. Tengo unos minutos libres antes de que llegue Christopher y me llene de trabajo.

Unas pequeñas molestias pre menstruales golpean mis pobres ovarios y me llevo las manos al abdomen para darme calor. Es cuestión de tiempo para que los pechos me empiecen a doler. A eso hay que sumarle mis cambios repentinos de humor y el deseo inminente por comer cualquier cosa dulce. Recuesto mi cabeza en el respaldo de mi asiento. Definitivamente voy a pedirme un pastel repleto de chocolate cuando vaya a almorzar con Monique.

Abro mi computadora y empiezo a leer todos los mensajes atrasados. Después anoto mis tareas en la agenda electrónica. Milagrosamente hoy, para ser lunes, no hay mucho que hacer. Así que todo va a depender de la cantidad de trabajo que me quiera poner el señor Hamilton. Pero de pronto algo se me viene a la mente. La secretaria de papá. Digo para mis adentros, recordando que hoy empieza la chica nueva. Apoyo mis brazos en el escritorio y escondo allí mi rostro. No quiero hacerle un tour. No quiero mostrarle su despacho. No quiero enseñarle lo básico. No quiero forzar una sonrisa todo el tiempo para mostrar profesionalismo y camaradería.

Suelto un suspiro cansado. No importa lo que quiero. Si no la ayudo nadie lo va hacer. Y quién mejor que yo para explicarle todo lo que necesita saber sobre mi padre.

Saco un pequeño frasco de perfume de mi cartera y me pongo un poco detrás de las orejas antes de levantarme. Luego pellizco mis mejillas para darle a mi rostro algo de vida y tomo mi agenda electrónica. Ése pequeño aparato es más importante que mi propia vida. Sin él no podría funcionar, ya que allí se encuentran todas mis tareas, mis citas programadas, y cientos de contactos importantes que me permiten conseguir lo que quiero en tiempo récord. Desde una mesa especial para un almuerzo de trabajo hasta la aparición de un técnico experto en fotocopiadoras chinas.

Salgo de mi oficina y camino hasta la recepción de nuestro piso. Una joven de pelo castaño cortado a la altura de sus hombros se encuentra de pie con la mirada perdida mientras se aferra fuertemente a su cartera.

-Samantha -la llamo y me acerco a ella-. ¿Te acuerdas de mi? Soy Briana Torres, la chica que te tomó la entrevista.

Su rostro se ilumina al verme y relaja un poco la espalda, luego me tiende la mano para estrecharla con la mía a modo de saludo.

-Señorita Torres, por supuesto que la recuerdo.

Su voz es dulce y tiene una sonrisa amable. Es pequeña y menuda. Casi frágil. Pero no la elegí por su físico. Tiene una mente brillante y un currículum notable para los pocos años de experiencia en el campo empresarial.

-Voy a encargarme de ayudarte en todo lo que necesites para que tu primer día no sea tan intimidante. Primero te llevaré a tu lugar de trabajo, luego haremos un pequeño tour por nuestro piso y después terminaremos en recursos humanos para que te hagan la foto de tu tarjeta de identificación. ¿Te parece bien?

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora