Capítulo 35

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Miro la hora en mi teléfono y me cruzo de brazos mientras espero a Héctor sobre la acera. Estoy parada frente al primer club de nuestra lista y frunzo el entrecejo cuando miro el cielo oscuro. Es de noche pero un par de relámpagos aparecen desde la distancia y me arrepiento al instante de no haber tomado un paraguas antes de dejar mi apartamento.

Un grupo de chicos pasa por mi lado y me acomodo el vestido corto con ansiedad unos minutos después de que me miraran con deseo. Sabía que aquello estaba lejos de ser una cita pero no podía caer con la ropa del trabajo a uno de los antros más exclusivos de la ciudad. Así que me limité a ponerme un vestido rojo que contrastaba con el color de mi piel y que, lastimosamente, llamaba demasiado la atención. Sin embargo, el vestido era lo último que me incomodaba. Porque mis zapatos de tacón alto ya me estaban arruinando los pies y ni siquiera había permanecido parada por más de diez minutos en aquel lugar.

Un Mercedes plateado estaciona frente a mí y no demoro en reconocer a su dueño. Héctor se baja del coche con una elegancia y sensualidad envidiable y hago un esfuerzo sobrehumano para que mi mandíbula no toque el suelo cuando lo veo. Lleva pantalón y camisa en color negro y aquellas prendas le quedan como un guante, haciendo resaltar sus piernas torneadas y sus brazos musculosos. Luce delgado y estilizado, como un maldito modelo de pasarela.

Mis ojos se posan en su cuello abierto y luego levanto la mirada hasta sus hermosos y prominentes labios. Su cabello rubio está perfectamente peinado hacia atrás y un mechón de cabello le cae hacia adelante, como parte de su estampa personal. Es prácticamente el mismo tipo de peinado que el que llevaba hoy Christopher, con la diferencia de que el empresario tenía un aspecto de lo más lastimoso mientras Héctor parecía el mismísimo diablo hecho persona, pronto para aniquilar a su siguiente presa.

-Hola, preciosa -dice y se acerca a mí para plantar un rápido beso sobre mi mejilla-. ¿Has estado mucho tiempo aquí sola?

Niego con la cabeza y trato de controlar mis hormonas. El olor delicioso que su cuerpo desprende me altera los sentidos y hace que se me seque la garganta al instante. ¿Cómo se supone que sobreviva a tres clubes con este hombre?

Dos chicas pasan rápidamente por nuestro lado y veo como sus ojos se clavan en el hermano de mi mejor amiga. El joven les devuelve la mirada con aburrimiento y eso es suficiente para que ambas se ruboricen como dos adolescentes. Ahora puedo confirmar de primera mano que Héctor tiene ese efecto con todas las mujeres. Y no demoro en llegar a la conclusión de que una vez dentro del club va a robarse todas las miradas y la atención femenina.

-¿En qué estás pensando?

Sus ojos me observan con atención y curiosidad, pero niego con la cabeza.

-En nada -respondo de manera casual y me obligo a esbozar una sonrisa.

De fondo, un par de truenos suenan anunciando la llegada del agua. Levanto la mirada hacia el cielo, quien nos vigila imponente como un manto violeta gracias a la tormenta que se avecina.

-¿Te parece si entramos antes de que nos agarre la lluvia?

Héctor me devuelve la sonrisa y me toma de la mano para cruzar la calle y entrar al primer club. Aquel simple gesto me agarra por sorpresa pero intento no pensar demasiado en eso. La noche recién empieza y no quiero estresarme por algo tan inofensivo como eso. Una vez adentro ajusto la vista y me cubro la nariz para evitar que el humo de tabaco me haga toser. El sitio se encuentra completamente lleno y la música está a tope. Los jóvenes van y vienen de un lado para el otro, vistiendo ropa de diseñador mientras desprenden una estela de perfume caro. Todos son hermosos, algunos con facciones más andróginas que otros, pero igual de bellos y elegantes que el resto. Héctor posa una de sus manos sobre mi cintura y se acerca a mi oído para que lo escuche por encima de una famosa canción pop.

No Te Enamores De Mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora